'La época de los 'maharajás' fue irrepetible'
La British Library de Londres conserva entre sus archivos una carpeta de un palmo de grosor con documentos sobre Anita Delgado, la malagueña que a principios de siglo XX encandiló al maharajá de Kapurthala. Entre ellos, una carta de la oficina del virrey ordenando a todos los funcionarios del imperio británico que no recibieran a la mujer española de este príncipe indio, ni oficial ni oficiosamente. ¿Quién era esta joven, de origen humilde, que mereció tanta atención del todopoderoso imperio británico? Javier Moro (Madrid, 1955) rastrea la vida de Anita Delgado y la de su marido en Pasión india (Seix Barral), una novela que reconstruye el fabuloso mundo de los maharajás. 'Es un libro para hacer soñar, para escapar de nuestra realidad cotidiana y viajar a una época irrepetible', destaca Javier Moro.
El autor había trabajado años atrás en un guión sobre la historia de la española, pero la trágica muerte del productor, Félix Tusell, le hizo abandonar el proyecto. Más tarde, en el transcurso de una cena en Delhi para presentar Era medianoche en Bhopal, de la que es coautor junto a Dominique Lapierre, conoció a una princesa india que le habló de Anita Delgado, la mujer de su primo. 'Me contó cosas que yo no sabía y que corroboré al día siguiente en la hemeroteca de Nueva Delhi. De repente, lo que yo consideraba un cuento de hadas se transformó en una historia con tintes de tragedia griega', revela Javier Moro.
A partir de ahí, inició su investigación. Entrevistó a descendientes de la familia y viajó a Punjab para intentar descubrir qué pasó después del cuento de hadas. 'Me pregunté que ocurrió después de que entrara a lomos de un elefante en la ciudad y la gente se postrara a su paso o qué sintió al llegar a palacio y comprobar que era la quinta esposa'. Y Javier Moro descubre que esta mujer que se saltaba las convenciones y el protocolo - 'era capaz de preguntar con toda naturalidad al nabab más fundamentalista por qué no tomaba champán y hacía gracia'- fue muy feliz durante la mayor parte de su tiempo en la India, a pesar de tener todo en contra: la familia de su marido y los ingleses, la tradición y el poder.
La historia de amor entre la española y el maharajá es una metáfora de la fascinación que los orientales tenían por Occidente. 'El maharajá de Kapurthala siempre pensó que se unirían los dos mundos, pero se adelantó a su tiempo. Los protagonistas se encontraron ante un abismo. Por un lado, la tradición; por otro, la Inglaterra victoriana, la ideología de la separación y el racismo', afirma Javier Moro. Entonces irrumpe la española y trastoca ese orden. 'Era como una piedra en el engranaje'.
Javier Moro ha escrito mucho sobre la India. 'Es mi territorio literario'. Por eso le atrae tanto esta historia. A la hora de contarla se ha decantado por la novela, en lugar de una biografía. 'Lo que me interesaba era destacar el espíritu de los personajes y la época y para eso tenía que tener libertad literaria'.
Ya existe una biografía sobre Anita Delgado escrita por Elisa Vázquez de Gey, en la que se basa la primera parte de Pasión india. 'Elisa, que es amiga mía, contó lo que la heredera de Anita quería y eliminó los datos más jugosos: que se casó embarazada y que se enamoró de su hijastro'. Cuando Javier Moro decidió escribir este libro, la heredera había fallecido. 'Ya no tenía ninguna cortapisa, podía contar las cosas como fueron'. La relación con el hijo del maharajá añadía elementos de tragedia griega, de Fedra. Sobre todo cuando el escándalo fue utilizado políticamente contra los maharajás. 'Sin conocer esta parte de la historia, es difícil entenderla', asegura.
Una historia ligada a India
La historia de Anita Delgado es de película, pero para llevarla a la gran pantalla hay que conocer la India, sostiene Javier Moro. 'No se puede llevar su vida al cine sin entender qué es un maharajá, cómo nace, qué lee, cuáles son sus sueños'. El de Kapurthala fue uno de los 562 hombres que gobernaba un tercio de la India. Durante el imperio británico, se sometieron a la corona; a cambio, los ingleses les aseguraron paz. 'De repente, estos hombres se encuentran con que no tienen otra cosa que hacer salvo seguir recaudando dinero y tienen todo el tiempo del mundo para gastarlo'.Los ingleses no se inmiscuían en los asuntos internos. De ahí sus excentricidades. Javier Moro cita varias anécdotas. Una pequeña parte de sus barrabasadas, pues con la independencia se quemó documentación de las extravagancias de los maharajás.El pueblo los adoraba, explica el escritor. De hecho, en 1.000 años de historia ninguno fue asesinado por sus súbditos. El de Kapurthala, un estado de 600 kilómetros cuadrados y 300.000 almas, era un hombre muy ilustrado, que llevó la prosperidad a su pueblo. Instauró la educación obligatoria, abolió sistemas arcaicos que ataban al campesino al terrateniente de por vida e inició la industrialización. Javier Moro tuvo oportunidad de entrevistar al jefe de policía de Kapurthala que conoció al maharajá y le describió como bonachón y campechano.