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Tribuna
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¿Invertir en las personas?

Muchas empresas, por no decir casi todas, afirman con contundencia que lo más importante es el capital humano, más que los recursos financieros y tecnológicos. Sin embargo, con suma frecuencia la realidad dista mucho de este discurso oficial. Creer en las personas significa invertir en ellas.

Si partimos de la base y la confianza de que hombres y mujeres quieren hacer un buen trabajo, entenderemos que orientar la empresa hacia las personas es algo tan simple como proporcionarles un entorno adecuado para poder realizarlo. En este contexto, en la medida en que el empleado conozca la evolución de la compañía, la marcha del sector, los nuevos proyectos, sus objetivos y qué rol debe desempeñar cada uno en este engranaje será más fácil conseguir la tan anhelada implicación y el orgullo de pertenencia. Los colaboradores, además, se convertirán en excelentes embajadores de la organización (a veces se olvida que ellos también son líderes de opinión).

La compañía debe ser suficientemente democrática y descentralizada para que el trabajador se sienta libre, no tenga miedo para exponer sus inquietudes ni para aportar nuevas ideas con el fin de mejorar la organización o satisfacer al cliente. La dirección general hará bien en recompensar este esfuerzo y agradecerlo puesto que, aunque quizás esta figura es quien mejor conoce la compañía, su punto de vista no deja de ser incompleto. Los individuos maduros emocionalmente aceptan puntos de vista discrepantes. Los responsables empresariales tienen que rodearse de gente que piense de otra manera, y negociar soluciones creativas que surjan como resultado de las diferencias y las discusiones. El directivo que no acepta esta situación puede conducir una empresa a la ruina.

Los órganos de gobierno de las empresas deberían funcionar a través de liderazgos compartidos. Aburre el paternalismo de muchos dirigentes que dan la sensación de estar diciendo todo el día, verbal y no verbalmente: 'Hijos míos, si no me tuvierais a mí...'. En este mismo sentido, existen compañías tan jerarquizadas y tan piramidales en las que los de abajo no saben prácticamente ni quién está arriba. En estas empresas, cuando necesitan transmitir una determinada información, por ley de gravedad, el mensaje que llega hasta el receptor final está tan distorsionado que pierde toda efectividad.

Un ejemplo muy habitual es cuando una persona se incorpora a una organización. Sólo lleva unos días trabajando, empieza a observar su entorno, aporta ideas y sugiere cambios. Por desgracia, en la mayoría de los casos el recién llegado encuentra barreras frente a su actitud, hasta que al final se da cuenta de que debe limitarse a desempeñar su función sin sugerir mejoras a los jefes o a los compañeros porque no vale la pena. Al cabo de unos meses esta persona se normaliza, mientras que a los demás se les dibuja una sonrisa irónica al observar 'cómo empezó con mucha ilusión pero ya se le ha pasado'. Las compañías que innovan, progresan y crecen hacen justo lo contrario. Hoy en día, no sólo los profesionales deben convencer a las empresas, sino que éstas también necesitan ofrecer un entorno de trabajo estimulante que satisfaga a sus empleados y atraiga a los mejores colaboradores potenciales. Además, cualquier persona tiene una vida privada y el objetivo de crecer personalmente. El desarrollo personal le resultará útil en su día a día profesional ya que, cuanto mejor se sienta consigo mismo, mejor se relacionará con los demás y su aportación será también mayor. Se busca la productividad, pero se olvida con frecuencia que una de las vías más efectivas para conseguirla es implementar una cultura orientada a las personas. En otras palabras, además de producir beneficios, la empresa debería contribuir a hacer más feliz a su gente.

En plena sociedad del conocimiento, las diferencias entre empresas las marcan las personas que trabajan y pueden aportar creatividad y entusiasmo. Todo lo demás (máquinas, despachos, productos...) se puede comprar o copiar. Invierta pues en favorecer las condiciones para el crecimiento de quienes le rodean y, con toda seguridad, obtendrá mayores beneficios.

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