'El directivo español es reacio a la autocrítica'
La escuela de negocios que dirige, constituida en 1958 por el Gobierno de Franco para formar a los ingenieros que entonces dirigían las empresas catalanas, es hoy una fundación privada que imparte su docencia entre 1.500 alumnos
Alfonso Cebrián (Tetuán, 1956) comenzó a desenvolverse en el mundo laboral a los 14 años, pero nunca dejó de estudiar y su afán de superación le llevó hasta la Facultad de Ciencias Económicas de Barcelona, ciudad a la que llegó con su familia andaluza cuando era un niño. Allí se licenció y realizó su doctorado. Después de trabajar en la industria óptica y de dirigir la estación leridana de esquí Boi Taül, sus profesores de la Escuela de Administración de Empresas, donde desembarcó hace 16 años, le pidieron que tomara el mando de esta veterana institución catalana.
Pregunta Cada vez hay menos diferencias entre las escuelas de negocio. ¿Cómo saber que uno ha hecho la mejor elección?
Respuesta Las similitudes son lógicas. Estas instituciones deben dar respuesta a las demandas de la empresa y es normal que lo que haga cada una de ellas sea muy parecido a lo que hacen sus competidoras, porque todas quieren satisfacer las mismas necesidades. Pero a propósito de esto le diré dos cosas: una, el prestigio de las escuelas de negocio españolas en el mundo es cada vez mayor; dos, pese a la globalización todavía hay diferencias entre el modelo de negocio europeo y el norteamericano.
'Las escuelas de negocio difícilmente puede inculcar los valores éticos que la sociedad en su conjunto no respeta'
'Me gustan los líderes que anteponen el crecimiento de sus organizaciones a la fama personal'
P ¿Cuáles son esas diferencias?
R En Europa estamos muy preocupados porque nuestros directivos asuman, en la medida de lo posible, cierto compromiso social con la sociedad. En Estados Unidos hay una preocupación extraordinaria por los derechos civiles, pero en el viejo continente prima más la preocupación por el derecho social. En Europa se está realizando un esfuerzo económico y sanitario importantísimo para que los inmigrantes alcancen los mismos derechos que nosotros. Eso no sucede en Estados Unidos.
P Muchas empresas confunden responsabilidad social y publicidad...
R Poco a poco va calando entre la clase empresarial la convicción de que la responsabilidad social es necesaria para desenvolverse en el mundo de los negocios y, además, es rentable. Ahora bien, es muy difícil que las escuelas trasmitan valores sociales que la sociedad en su conjunto no respeta.
P ¿Se están trasladando realmente esos valores a los mandos que se forman en las escuelas?
R Antes sólo encontrabas estos principios en la memoria de definición de la empresa. Leías frases tan grandilocuentes como 'nuestro objetivo es fomentar el desarrollo social'. Preguntabas: '¿y la cuenta de explotación?' y los alumnos respondían: 'está implícito en el negocio'. Y eso cuando había tutores sensibilizados con este asunto, porque muchos profesores ni siquiera eran conscientes de la importancia de lo social. Ahora ya es habitual que estos objetivos tengan un desarrollo en la cuenta de explotación, una partida económica asignada y puestos de trabajo adscritos.
P Defina a un líder.
R No creo en los modelos. Hay directivos muy autoritarios que son líderes a pesar de sus maneras y ejecutivos que se hacen respetar desde el consenso. El liderazgo depende de la organización, no tanto de las cualidades innatas. Hay organizaciones que son muy críticas con su líder y sin embargo no le cambiarían por ningún otro.
P Pero ¿a quién admira en el mundo de la empresa?
R Al líder que conoce bien su organización y comparte con ella alegrías y sinsabores. Líderes humildes que buscan desprecian la fama personal y anteponen a la vanidad personal el crecimiento y el brillo de sus organizaciones. Me gusta Amancio Ortega y los Puig y la gestión del laboratorio Almirall Prodesfarma.
P Nombre una mala gestión
R Sólo puedo decirle que algunas grandes compañías españolas tienen una fama inmerecida.
P Pero, si tuviera que hacer una crítica a los directivos españoles, ¿cuál sería?
R Los españoles tienen a establecer vínculos muy personales y esto es perjudicial en las relaciones laborales. A menudo consideran la crítica a una gestión una ofensa personal. El directivo español es muy reacio a admitir la crítica y aún más la autocrítica. Y esta es fundamental en un entorno de confianza.
'Vivir fuera es necesario para abrir mercados'
¿Qué diferencias hay entre los directivos de 1958 y los de 2005?En los años sesenta y setenta las empresas españolas estaba dirigidas por ingenieros, profesionales con una mentalidad absolutamente matemática. Y por tanto, la formación tenía muy en cuenta estas cualidades ejecutivas y laborales. Ahora, en los staff de las empresas hay una pluralidad de licenciaturas mucho mayor: hoy no es extraño encontrar a un psicólogo dirigiendo una empresa. Esto en los años 60 era impensable, podía haber algún que otro abogado, pero no había economistas, la mayoría, como he dicho, eran ingenieros. Ahora la dirección de las empresas es mucho más plural y puedes encontrar a un arquitecto gobernando una empresa tecnológica.¿Y ese cambio es bueno o malo?Eso es excelente para la empresa. Los prejuicios de los años sesenta o setenta podían impedir que un profesional con dotes directivas pudiera incorporarse a una empresa determinada por el simple hecho de no tener la titulación exigida. Pero ahora, gracias a Dios, no se presupone que un abogado o un economista está mejor preparado para dirigir una compañía que un sociólogo o un arquitecto. La licenciatura sólo te forma durante cinco o seis años de tu vida. Te marca mucho más la trayectoria profesional. Todos conocemos a médicos que nunca han ejercido la medicina y que son buenos gestores de equipos profesionales. Simplemente tienen una sensibilidad mayor para dirigir y dar juego. Y todos conocemos a brillantes licenciados en que no deberían estar dirigiendo equipos humanos.¿Hay algo que no ha cambiado entonces y ahora?La escasa disposición del directivo español para moverse. Viaja sin problemas desde hace años, pero se resiste a vivir en otro país, en otra ciudad. Y esa experiencia es insustituible. Hay una gran empresa española que está en China, cuyo éxito no planificado se produjo a raíz de que el hijo del fundador tuviera la suerte de enamorarse y casarse con una mujer china. Esa empresa es la compañía de autocares Alsa. No digo que el objetivo de todo directivo sea desposarse con una extranjera, pero la multiculturalidad ayuda de manera excepcional a comprender y penetrar en otros mercados.