_
_
_
_
Informe

Europa acoge a Turquía con mucha cautela

Nunca en la historia de la Unión Europea se había recibido a un potencial socio con tanta frialdad. Ni con tanta cautela. La Comisión Europea recomendará hoy, salvo un cataclismo político de última hora, la apertura de negociaciones con Ankara para la adhesión de Turquía en un plazo indeterminado. Pero el informe que confirma que el enorme país satisface los criterios políticos y económicos para iniciar los contactos irá acompañado de cláusulas de salvaguarda y un mecanismo de suspensión del proceso si la transformación de la sociedad turca descarrila.

La decisión final corresponde a los líderes de la Unión y será tomada, previsiblemente, en la cumbre comunitaria de Bruselas del próximo 17 de diciembre. Y aunque el histórico ingreso, si llega a producirse, no será antes de una o dos décadas, los dirigentes comunitarios actuales, que probablemente ya no estarán entonces en activo, quieren dejar minado el itinerario de Ankara hacia Bruselas para que su candidatura salte por los aires al menor desliz.

'Cualquier país podrá parar el proceso en cualquier momento', tranquiliza el comisario europeo de Ampliación, Gunter Verheugen, encargado de presentar hoy ante el Parlamento Europeo la recomendación final. 'La apertura de negociaciones no es un cheque en blanco', advierte también la vicepresidenta de la Comisión, Loyola de Palacio. 'Habrá que mantener después la vigilancia porque hemos tenido algunas sorpresas, como una propuesta, luego retirada, de equiparar las escuelas coránicas a las universidades'.

Borrell dice que no se le pide más que a los demás; pero recuerda que se trata de una unión de valores más que geográfica

El presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, intentaba ayer por su parte relativizar la singularidad de ese freno de emergencia, aduciendo que existía de modo implícito en anteriores ampliaciones. En el caso turco, el resorte aparecerá de modo explícito en una recomendación que plantea un 'sí' a las negociaciones plagado de 'aunques'.

El reciente y desafortunado intento del gobierno de Tayyip Erdogan de penalizar el adulterio ha redoblado aún más las reticencias de una clase política comunitaria que ayer mismo escuchaba impasible al futuro comisario europeo de Justicia e Interior, Rocco Buttiglione, calificar de 'pecadores' a los homosexuales en pleno Parlamento Europeo.

'Tenemos que garantizar que se tratará a Turquía como a cualquier otro socio cuando se integre', contemporizaba Prodi horas antes del veredicto. 'Pero debemos estar seguros que se respetan los derechos humanos'. En la recta final, el primer ministro turco sólo reclama ecuanimidad. 'Nosotros hemos hecho nuestros deberes y ahora les toca actuar a los que nos pusieron esa tarea'.

Impacto

'El ingreso de Turquía tendría un considerable impacto económico, político e institucional en la Unión', afirma Kirsty Hughes, autora de un estudio sobre la candidatura turca. 'Pero son impactos absorbibles como los de las anteriores ampliaciones. Por consiguiente, la candidatura de Turquía debe juzgarse como la de cualquier otro candidato'.

El presidente del Parlamento Europeo, José Borrell, no cree que a Ankara 'se le esté pidiendo más que a los demás', pero subraya que 'Europa es más una unión de valores que geográfica (...) y es evidente que Turquía tiene que modificar aspectos muy importantes de su legislación para entrar en este club'.

Loyola de Palacio añade que, desde el punto de vista económico y financiero, será el propio club el que deba prepararse para recibir a Turquía. 'Europa tiene que digerir y hacer un éxito de la reciente ampliación. A medida que avancen las negociaciones habrá que ver cómo se está produciendo la convergencia de los 12 nuevos socios'.

Los cálculos de la Comisión apuntan que Turquía podría absorber ayudas comunitarias equivalentes al 0,1% del PIB de la UE (unos 20.000 millones anuales). De Palacio advierte que para sufragar esa factura 'habrá que conseguir que, al menos la mitad de los 150 millones de habitantes que acaban de ingresar, sean ya contribuyentes al presupuesto cuando ingrese Turquía. Porque si no, los 300 millones de los países veteranos deberán subsidiar a 230 millones de habitantes'.

Los líderes ceden al pueblo la última palabra

Los sucesivos coqueteos y rifirrafes entre Bruselas y Ankara se han producido hasta ahora de espaldas a la opinión pública de la Unión Europea. Pero varios líderes europeos, entre ellos el presidente francés, Jacques Chirac, quieren trasladar al pueblo la responsabilidad última de admitir a Turquía en el club. La propuesta, secundada por los presidentes de la Comisión y del Parlamento Europeo, José Manuel Durao Barroso y José Borrell, intenta, sobre todo, desligar la sensible polémica sobre el ingreso de Turquía de los próximos referéndum sobre el proyecto de Constitución europea. Si ambos asuntos se mezclan, las consultas previstas en países como Francia u Holanda pueden acabar abortando la primera Carta Magna de la UE.Para muchos observadores, la promesa de ese plebiscito sobre el ingreso de Turquía, 'o sobre cualquier otra ampliación a partir de entonces', como ha anunciado Chirac, no es más que una fuga hacia adelante de la actual clase dirigente. En teoría, según la doctrina comunitaria, la apertura de negociaciones sólo puede abrirse con un país 'cuando hay posibilidades reales de que el proceso llegue a buen término en un plazo razonable'. Esa imposibilidad fue la que hizo que en 1989 Bruselas rechazase el inicio de conversaciones con Ankara. En 1997 la UE incluso descalificó a Turquía como aspirante al ingreso. Pero dos años después, en la cumbre de Helsinki, la UE reconoció por primera vez oficialmente a Turquía como país candidato 'con arreglo a los mismos criterios que se aplican a otros países'.Esta igualdad de trato fue suscrita por algunos de los principales de la UE, todavía en el poder, como Chirac, el canciller alemán, Gerhard Schröder o el primer ministro británico, Tony Blair. Su decisión se vio forzada en gran parte por la necesidad de contar con el beneplácito de Ankara para poner en marcha la incipiente unidad de acción rápida de la UE con capacidad operativa al margen de la OTAN. Los acontecimientos se han precipitado desde entonces. Y ahora es la UE la que no está en condiciones de negarse a iniciar el proceso. Pero el 'no' acecha en todos y cada uno de los referéndum.

Emigración: Los actuales socios de la Unión podrán bloquear sus fronteras

La creciente población activa constituye, según los expertos, uno de los principales activos de la economía turca. Pero varios países de la UE, con Alemania y Austria a la cabeza, temen la movilidad de una juventud que, en la franja hasta los 25 años, soporta una tasa de desempleo del 27,8%.En la última ampliación, Berlín y Viena impusieron a los 10 nuevos socios una suspensión de la libre circulación de trabajadores de siete años. En el caso de Turquía, Bruselas recomendará que la moratoria pueda ser sine die o transitoria con posibilidad de reactivación en caso de importantes flujos migratorios.Las extrapolaciones de los flujos actuales realizadas por los analistas apuntan a un máximo de 2,9 millones de emigrantes turcos tras el ingreso, equivalente a un 0,5% de la población de la UE en 2025.

Las cifras

1959fue el año en que Turquía solicitó un acuerdo de asociación con la Comunidad Económica Europea, firmado finalmente en 1963. En 1987 Ankara pidió ya el ingreso en la CEE (ahora UE).71millones de habitantes en 2004. El crecimiento demográfico, que apunta a superar los 82 millones de Alemania en 2025, es para algunos el principal obstáculo para el ingreso de Turquía.20.000millones anuales costará a la UE,, según las hipótesis de la Comisión, la incorporación de Turquía a la política comunitaria de ayudas.

Más información

Archivado En

_
_