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El código de barras europeo se impone al estadounidense

Los 13 dígitos del código de barras europeo se han impuesto a la docena del estadounidense. La fusión de las dos organizaciones que a uno y otro lado del Atlántico regulan la nomenclatura por excelencia del sector de la distribución permitirá que, a partir del 1 de enero de 2005, sus estándares adquieran un carácter universal. Y aunque EE UU inauguró en 1974 este omnipresente sistema de clasificación, será el modelo europeo el que se convierta en el estándar legible para todos los escáneres del planeta. El triunfo del Viejo Continente se debe, en gran parte, a ese dígito de más que Europa añadió en 1977 para permitir la diferenciación entre países, información que, evidentemente, no era necesario precisar en EE UU.

El nuevo código universal culmina siete años de trabajo por parte de UCC, la asociación que desarrolla los estándares estadounidenses de identificación de productos, y su homóloga europea, EAN International. El proyecto responde al sugestivo título de Amanecer (Sunrise) 2005 y recibió el impulso definitivo cuando ambas organizaciones unieron sus siglas en noviembre del año pasado y nombraron como consejero delegado conjunto a Miguel Lopera.

'Pronto tendremos un nuevo nombre y un nuevo logo', anuncian desde EAN-UCC. La nueva organización responderá al nombre de GS1 y, en lo que parece otra victoria europea, tendrá su sede en Bruselas. En los próximos meses se iniciará el lanzamiento de la nueva marca. 'No es un acrónimo', advierten en EAN, aunque reconocen que puede traducirse por 'global estándar número 1'. En la organización atribuyen buena parte del éxito de GS1 al entusiasmo y la voluntad de Lopera, un español de 47 años que durante más de dos décadas ocupó puestos ejecutivos en la multinacional Procter & Gamble.

Los supermercados de EE UU adaptarán sus escáneres para que lean el código de 13 dígitos, evitando a las empresas europeas reetiquetar sus exportaciones

Con el nuevo sistema, las empresas que utilizan el código europeo se evitarán la onerosa tarea de reetiquetar sus productos con las barras de 12 dígitos cuando quieran comercializarlos en EE UU. Al otro lado del Atlántico los supermercados deberán adaptar antes del próximo 1 de enero sus sistemas de lectura para que reconozcan las barras europeas.

Algunos medios estadounidenses, como el diario The New York Times, han interpretado estos cambios como una pequeña derrota para la hegemonía industrial de EE UU. Europa se apunta otro tanto, tras el desafío de Airbus a la supremacía de Boeing o el lanzamiento previsto para 2008 de un sistema de navegación por satélite (Galileo) que acabará con el monopolio del GPS estadounidense.

Lecturas menos triunfalistas, sin embargo, apuntan que en todos esos ejemplos Europa se limita a ir a rebufo de tecnologías y sistemas creados por EE UU y sólo con décadas de retraso consigue ponerse a su altura. El origen de la información cifrada en barras, en concreto, se remonta a 1952, cuando un estadounidense patentó el primer código de este tipo. El 26 de junio de 1974, en un supermercado de Ohio (EE UU), un paquete de chicles de marca Wrigley estrenaba el sistema tal y como lo conocemos. La aportación posterior de Europa a esta revolución de las cadenas de distribución se reducirá a uno de los 13 dígitos universales.

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