_
_
_
_
La lucha contra el SIDA

Las dos caras de la industria farmacéutica ante la enfermedad

Las grandes compañías farmacéuticas son, posiblemente, los organismos que más recursos han aportado para luchar contra la enfermedad. Pero la sociedad les exige mucho más.

La experiencia de la primera farmacéutica mundial, Pfizer, en la Conferencia Mundial sobre Sida celebrada en Bangkok refleja los recelos y las esperanzas que la industria farmacéutica despierta cuando el mundo debate sobre la enfermedad.

Hank McKinnel, presidente de Pfizer, tuvo que interrumpir su exposición en este foro, el pasado martes, cuando medio centenar de personas irrumpieron en el auditorio coreando 'liberen a la gente, rompan las patentes'. Y eso que la multinacional estadounidense anunciaba en la conferencia los avances logrados en su componente UK-427,857, un nuevo compuesto que bloquea el virus del sida antes de que entre en contacto con las células humanas. Se trataría de una nueva familia de fármacos trascendental en la lucha contra el sida. Pero la impresión generalizada es que, de lograr dicho fármaco, la población del planeta más castigada por el virus del HIV posiblemente no tenga acceso al mismo por falta de dinero.

En Bangkok se han sucedido las protestas contra grandes laboratorios farmacéuticos, los mismos que tienen la llave para curar la patología

Pfizer ha distribuido gratuitamente cuatro millones de dosis de su fármaco Diflucan, contra infecciones asociadas con el sida. La compañía patrocina el Instituto de Enfermedades Infecciosas, en Uganda, donde se instruye anualmente a 200 médicos en el tratamiento del sida -la falta de médicos especializados en la enfermedad en los países más pobres es uno de los obstáculos principales en la lucha contra el sida-. En 2002 destinó 2,5 millones de dólares a iniciativas contra la enfermedad, un millón más que en 2001. Aun así, el señor McKinnel fue abucheado.

Las multinacionales se defienden contra estos ataques recordando que si no venden sus productos, no reciben los recursos necesarios para seguir investigando y lograr soluciones farmacológicas. Por eso tratan de impedir o de retrasar la llegada al mercado de copias de sus medicamentos, mucho más baratos. Pero cuando se habla de una enfermedad que causa tres millones de muertes al año y que afecta a 40 millones de personas al mismo tiempo que de medicamentos que logran la supervivencia del enfermo, la lógica farmacéutica pierde peso.

Una situación similar a la vivida por Pfizer la ha experimentado la primera compañía que logró, a mediados de los años ochenta, un fármaco efectivo contra la enfermedad, GlaxoSmithKline (GSK). Varias personas protestaron en Bangkok contra la compañía, líder en la venta de fármacos contra el sida. Criticaban que GSK no haya cumplido su promesa, realizada hace tres años, de permitir a una empresa sudafricana vender genéricos de sus fármacos. Un portavoz de la empresa declaró que, simplemente, las autoridades de Suráfrica no habían dado su visto bueno a los genéricos. Esta semana GSK ha anunciado un acuerdo con la farmacéutica alemana Boehringer Ingelheim para ofrecer un paquete barato de fármacos contra el sida a naciones en vías de desarrollo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que en 2020 el sida pase a ser la décima causa de muerte en el mundo, siendo en 2000 una de las cinco primeras. La pregunta es: ¿será porque se habrá detenido la epidemia? ¿O será porque se dan por muertos a los infectados que viven en los países más pobres?

Más información

Archivado En

_
_