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Tribuna
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El capital riesgo, clave de futuro en la actividad empresarial

Sergio R. torassa y altina sebastián gonzález

A pesar del dinamismo alcanzado en España por el capital riesgo en los últimos años, nuestro país se encuentra todavía muy lejos de los volúmenes de negocio desarrollados en EE UU y Europa. Los autores analizan las medidas legales y fiscales para estimular esta actividad

Tradicionalmente el capital riesgo ha sido una de las asignaturas pendientes de la economía española. Por fortuna, el panorama parece estar cambiando y la actividad comienza a ganar altura. Con 93 operadores activos (SCR), el sector invirtió 1.337 millones de euros durante 2003, el registro más alto de su historia y que representa casi cuatro veces el negocio de sólo cinco años antes. Este dinamismo ha continuado a lo largo del primer semestre de 2004, con 567 millones invertidos, lo que supone un crecimiento del 35% respecto a igual periodo del año pasado. Para el resto del ejercicio las previsiones son optimistas, estimándose que se alcanzará un nuevo récord, que podría incluso acercarse a los 2.000 millones de euros.

A pesar de estas magníficas cifras de crecimiento, España se encuentra todavía muy lejos de los volúmenes de negocio desarrollados tanto en EE UU (65.000 millones de euros de inversión) como en el resto de Europa (29.100 millones). Mientras que la media europea es del 0,29% sobre el PIB, en nuestro país la inversión del sector representa sólo el 0,18%. En Reino Unido -el mayor mercado del continente- el porcentaje llega al 0,85%, fiel reflejo del éxito con el que el Gobierno inglés ha sabido implementar un conjunto de medidas fiscales y estructuras legales favorecedoras de la iniciativa empresarial, financiada y apoyada por el capital riesgo.

Hay que estimular al capital semilla, pues existen un buen número de excelentes ideas de negocio que no encuen-tran apoyo financiero para desarrollarse

Por su parte, el 62,5% del total invertido en España se ha canalizado hacia operaciones de capital desarrollo, esto es, compañías que, teniendo una buena trayectoria de ventas y beneficios, han elaborado planes de negocio para crecer, expandirse, lanzar un nuevo producto o entrar en un nuevo mercado. Otro 33% se ha dedicado a transacciones de MBI/MBO en la que los directivos que gestionan una compañía, apoyados por una SCR, se hacen con su capital.

Sin embargo, los operadores privados del sector parecen ser reacios a asumir los mayores riesgos asociados a las inversiones de capital semilla -a las que sólo se dedica el 3% de los recursos- y starts-up, las cuales quedan relegadas prácticamente a SCR de titularidad pública o semipública. Este es un aspecto claramente mejorable, y donde parece necesario dar un impulso legislativo adicional, que favorezca la inversión en pymes y en compañías cuyos proyectos empresariales se encuentren en fases iniciales. Hay que estimular al capital semilla, ya que existen un buen número de excelentes ideas de negocio que no encuentran apoyo financiero para desarrollarse.

Una mayor homogeneización de la normativa fiscal, así como una mejora en el tratamiento de las inversiones, sean privadas o mediante aportaciones a fondos de capital riesgo, constituirían dos posibles líneas de avance. Estamos ante unas buenas alternativas para rentabilizar el ahorro, ya que permiten compatibilizar los atractivos retornos de estas operaciones con unos niveles de riesgo razonables. El estudio realizado por Tom Weidig y Pierre-Yves Mathonet analizando las relaciones entre diversificación y perfil de riesgo del sector demuestra los beneficiosos efectos de la primera como factor de reducción de las contingencias propias de la actividad. La probabilidad de pérdida total de las cantidades invertidas son de un 30%, en el caso de una inversión directa en una sola compañía, de un 1%, en el caso de la inversión realizada a través de un fondo de capital riesgo (que realiza y gestiona entre 10 y 20 inversiones directas), y tiende al 0% en el caso de inversiones realizadas por medio de un fondo de fondos (esto es, un fondo que invierte en al menos 20 fondos distintos de capital riesgo). Del mismo modo, las probabilidades de experimentar pérdidas parciales de las sumas invertidas son de un 42% en el caso de la inversión directa, del 30% en la inversión realizada a través de un fondo, y de sólo un 1% en las inversiones llevadas a cabo mediante un fondo de fondos de capital riesgo.

Los volúmenes de actividad españoles son los quintos mayores de Europa, superada por Reino Unido, Francia, Italia y Alemania. Interesa por ello acelerar la implementación del Plan de Acción del Capital Riesgo desarrollado por Bruselas con el objetivo de eliminar las diferencias jurídicas y fiscales imperantes en esta materia en los Estados europeos.

Finalmente, sería decisivo para el desarrollo del sector que se divulgaran entre empresarios y emprendedores no sólo las ventajas y posibilidades de esta alternativa de financiación, sino también algunos aspectos intangibles -como experiencia y contactos- que tienen tanto valor como los recursos financieros que puede proporcionar. Si una empresa pide financiación a diferentes bancos y las condiciones ofrecidas son similares, poco importa quién presta el dinero. Sin embargo, cuando se buscan inversores de capital riesgo, las empresas no sólo desean conseguir fondos sino también la reputación y el acceso a la red de relaciones -con clientes, proveedores, bancos de inversión y otros agentes relevantes para el emprendedor- de la SCR y su experiencia dentro de esa industria específica.

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