La subida del precio del café activa las alarmas: Europa tiene reservas para seis semanas
El mal clima en países productores como Brasil o Vietnam, así como el alza de la demanda y cambios en el mercado de futuros, disparan el grano un 46% en lo que va de año. Colombia, segundo mayor exportador de la variedad arábica, ha importado café para cubrir la demanda


Colombia es el tercer exportador mundial de café y el segundo de la variedad arábica, la versión más dulce y refinada del grano. Pero eso no la ha blindado ante los efectos de la subida del precio en los mercados de Nueva York de la semana pasada, cuando alcanzó los 2,73 dólares por libra, un récord desde 2011. Para paliar los costes, las cafeterías locales están sirviendo bebidas con granos importados. “Los pedidos de afuera han ayudado, pero el café es escaso, se ha encarecido, y se han reducido las ventas”, reconoce Margaret Araújo, responsable comercial de Almigran, una empresa cafetera del Valle del Cauca especializada en producto en grano y molido de alta calidad. El problema se ha agudizado en los últimos días: el suministro con el que trabajan durante 15 días “se ha encarecido un 38% de una semana a otra”.
La escasez de grano en el país andino también la vive Europa. La norma era tener inventarios equivalentes al consumo de hasta 15 semanas, “pero ahora hay apenas para seis”. La advertencia la hace Vanusia Nogueira, presidenta ejecutiva de la Organización Internacional del Café (ICO, por sus siglas en inglés), entidad que representa el 93% de la producción mundial del grano y que está compuesta por 42 países productores y siete importadores. Los precios del café de la semana pasada en los mercados terminaron de agregar fuerza a la valorización del 46% en lo que va del año, explicada sobre todo por el déficit de producción ante una demanda creciente.
La institución calcula que el déficit es estructural: el consumo global fue de 21.000 millones de kilos de grano (350 millones de sacos de 60 kilos, medida en la que se comercializa) en los dos últimos años (2022-2023). En ese periodo, los países productores exportaron 133,8 millones de sacos en el mundo. La diferencia en ese tiempo equivale al consumo en España durante 69 años, dado que en el país se bebe de media anual cuatro kilos de café por persona, según la Asociación Española del Café.
En Almigran se han visto obligados a diversificar su oferta. Ya no solo buscan vender a los baristas o a las cafeterías especializadas en la ciudad de Cali; ahora apuntan a supermercados y panaderías, y han comenzado a ofrecer servicios de marca blanca a otros distribuidores. “Un día está a un valor [el café] y al día siguiente sube”, lamenta Araújo, estresada porque “la escalada está siendo muy compleja para la empresa.”
Los inversores han calentado los granos en el mercado porque prevén escasez. Brasil, que produce el 29% del café en el mundo, atraviesa la sequía más grave en 70 años y ya ha recogido la cosecha de la temporada; y Vietnam, el segundo productor mundial, se ha quedado sin sacos de café para exportar. Nogueira agrega que a los déficits de oferta ligados al aumento de la demanda y a las dificultades climáticas, se suma “la incertidumbre regulatoria”. La ley europea para las importaciones libres de deforestación, que afectará a la soja, el aceite de palma, el cacao, el café o la carne de vacuno, regirá a partir de diciembre de 2026, tras el aplazamiento de un año anunciado el pasado martes.
“Suma la subida de costes por los de tipos de interés en todo el mundo durante más de dos años y todo deriva en que la subida en los precios sea del 57,2% desde octubre de 2023”, remata la máxima responsable de la autoridad mundial del café. Hay también otra razón, ya de corte técnico, por la que las reservas menguan: almacenar café ahora es más costoso a causa de las dinámicas del mercado de futuros.
Gustavo Gómez, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Exportadores de Café de Colombia (Asoexport) explica que los precios de los contratos de entregas del café se han invertido: “Lo normal era que los beneficios de entregas a futuro fueran más altos, lo que incentivaba el almacenamiento para venderlo posteriormente a un mejor precio. Pero en el mercado invertido, —que es lo que pasa hoy— almacenar café resulta en pérdidas”, explica.
Según datos de Bloomberg, entre las entregas de café para diciembre de 2024 y para las del mismo mes en 2025 llega a haber una diferencia de 21,16 dólares (6,02%) por cada saco. Una variación que puede repercutir en miles de dólares cuando lo que se entregan son varios millares de sacos de café. Este fenómeno se conoce como backwardation, e incentiva a los vendedores a colocar su producto cuanto antes, presionando la oferta para entrega inmediata.
A la inversa, cuando el precio al contado (spot) es más bajo, se incentiva el almacenamiento. Es un fenómeno conocido como contango, habitual en el mercado de petróleo. El último informe sobre las perspectivas del café, de la ICO, observa el mismo fenómeno que describe Gómez: que el entorno económico actual limita la posibilidad de mantener grandes existencias de café a tasas competitivas porque los operadores perderían dinero.
Perspectivas con regusto ‘espresso’
Pavel Cardoso, presidente de la Asociación Brasileña de Industria y Café (ABIC) confirma que la temporada de cosecha, recién terminada en el gigante suramericano, ha dejado un déficit de cinco millones de sacos, similar al de Vietnam. Y duda sobre las perspectivas para 2025: “Esa es la pregunta del millón. Si el equilibrio entre la temperatura y las lluvias lo permiten, esperamos que por lo menos podamos sostener el ritmo para el año que viene.”
Pero hay nubarrones a lo lejos. El mercado parece apostar a que el clima no será benevolente en lo que resta del año, llevando a que el índice de agricultura de Bloomberg —que incluye al café, el trigo y la soja, entre otros— haya tenido el repunte más abultado desde la invasión rusa de Ucrania: un 7% en los últimos 30 días. Lejos todavía del pico de aquél año, el repunte se produce mientras las granjas de Brasil y Vietnam luchan contra inundaciones y sequías que amenazan los cultivos del azúcar, los cereales y el café. En el largo plazo, el hecho es que cultivar esta materia prima será cada vez más difícil, y se calcula que para 2050 las zonas ideales para su buen desarrollo se reducirán un 50% en el planeta, según un estudio publicado por la revista de investigación científica PLOS ONE.
Por ahora, reabastecer los puertos europeos tardará. La semana pasada los retrasos en los muelles brasileños retuvieron 1,9 millones de sacos, informó el grupo exportador Cecafé a Bloomberg. Una vez embarcados, tardan cuatro semanas en llegar, o menos, pero a costa del precio: “Lo mínimo es dos semanas y media. En menos, es imposible”, declaran desde la Organización Internacional del Café.
El efecto en la cadena
El impacto ya se siente en el mercado español. Prosol, empresa dedicada a la producción de café soluble y proveedor del café instantáneo que se vende en Mercadona, reconoce que “notan una clara reducción en los suministros de café, agravada por la escasez de materia prima, por el incremento del precio a máximos históricos y por problemas en la logística internacional, especialmente en el tránsito de contenedores”. Para mitigar los riesgos asociados a un posible shock de existencias, han aumentado los niveles de inventario y diversificado las fuentes de aprovisionamiento. “Hemos fortalecido nuestros acuerdos de suministro, incrementando nuestra presencia en los países de origen y estrechando nuestra relación con los proveedores para mitigar los riesgos de incumplimiento”, declaran.

Hoy importan café de Brasil, Vietnam y Colombia, principalmente. Aun con estos desafíos, la empresa dice que ha logrado que sus clientes no sientan las dificultades que enfrentan internamente y que esperan que la “situación persista durante los próximos dos años, pues entramos ya en el cuarto año consecutivo de déficit en la oferta global de café.”
Con este contexto, ¿se puede hablar de ganadores o perdedores en esta escalada de precios? Sí, y entre los perdedores destacan algunos caficultores que no acceden a los mercados internacionales. Julián Franco, dueño de la empresa cafetera Healthy Coffee, en Quindío (Colombia), reconoce que los costes de producción se han encarecido un 5% en el último año. “Yo no veo esas subidas del precio [en el salario], tampoco los caficultores con los que trabajo”, lamenta. En cambio, los altos precios sí se perciben en los campesinos asociados a la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, organización que reúne a 540.000 familias caficultoras del país. “El aumento del valor de la cosecha significa una mejora en los ingresos de los que exportan”, comentan.
También hay júbilo entre los inversores o distribuidores que hayan invertido en los futuros del café a principios de este año en la Bolsa de Nueva York, que amasan ya ganancias cercanas al 50%; y los gigantes del sector sacan partido a la estrategia de asegurarse precios y suministros de café. Starbucks, por ejemplo, tiene comprometido el suministro de café arábica de alta calidad por hasta 18 meses para operar con normalidad en Europa. “Es probable que la presión se sienta en el bolsillo de los consumidores finales”, reconocen expertos del sector, para concluir que “un año malo se puede sortear, pero concatenar varios traspiés sería bastante peligroso.”
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