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Tribuna
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La morosidad en España

Las estadísticas reflejan que España es el país de Europa occidental con menor índice de morosidad. No obstante, el autor advierte que estas cifras sólo enseñan la punta del iceberg, debido a la práctica común en España de omitir la inscripción del cese de la actividad

Un aforismo dice que 'hay mentiras, grandes mentiras y estadísticas', y esta máxima resulta una gran verdad si la aplicamos a los datos que se refieren a la situación de la morosidad en España. Con algunas estadísticas en la mano, podríamos afirmar que España es el país de Europa occidental que cuenta no sólo con menor índice de morosidad, sino que además ha experimentado una fuerte disminución de las insolvencias empresariales en los últimos tiempos, y quedarnos tan panchos.

Y si no, veamos los datos aportados por el INE en relación a las insolvencias empresariales declaradas en nuestro país en el año 2003. Según los datos estadísticos, se presentaron un total de 323 suspensiones de pagos y 557 quiebras empresariales. Si la aritmética no me falla, esto arroja una cifra total de 880 declaraciones de procedimientos concursales durante el pasado año.

Curiosamente, y a pesar de la recesión económica que está sufriendo Europa en los últimos años, en España las estadísticas reflejan una continua disminución de los procedimientos concursales. Hay que hacer notar que las insolvencias empresariales declaradas se redujeron en más del 57% en los últimos 10 años, ya que pasaron de 2.064 quebrantos en 1993 a sólo 880 en 2003.

Vale la pena decir que esta tendencia estadística se ha mantenido hasta ahora. En efecto, los siniestros empresariales experimentaron una disminución de más del 15% en el pasado año, puesto que en el año 2002 aparecieron registradas 1.037 insolvencias, entre suspensiones de pagos y quiebras, mientras que en 2003 sólo se declararon 880.

No obstante, las cifras oficiales de insolvencias en España en 2003 son tan inferiores a las declaradas en el resto de los Estados de la UE que resultan por lo menos cuestionables.

En el año 2003 se produjeron en Europa occidental más de 165.000 declaraciones de insolvencia empresarial. Por países, se puede decir que Francia ganó por escaso margen la Eurocopa de insolvencias, al registrarse en la nación gala 39.550 quebrantos empresariales. Le siguen muy de cerca Alemania como subcampeona, con 39.320 siniestros empresariales, y en tercer lugar se sitúa el Reino Unido, con 14.185 bancarrotas de empresas.

Incluso países mucho más pequeños han registrado 10 veces más quebrantos empresariales en 2003 que el Estado español, como es el caso de Holanda, que tuvo más de 9.019 quiebras, y Dinamarca, que anotó 2.690.

Ante la magnitud de las cifras de los otros países europeos y la abismal diferencia con los datos publicados en España, cabe preguntarse si las estadísticas recogen fielmente la realidad empresarial en España, o por el contrario, que el número total de insolvencias de hecho, o sea aquellas que no se presentan ante los juzgados y por ende no aparecen registradas en los datos del INE, es muchísimo más elevado que el que aparece en las cifras oficiales.

Esto es el resultado de una práctica empresarial muy extendida en España cuando el negocio va mal; dar el persianazo, cerrar la empresa en dificultades y montar una nueva en la esquina llevándose los activos y procurando rescatar a los clientes, pero dejando a los acreedores con un palmo de narices. Naturalmente los empresarios que practican esta modalidad de insolvencia no se toman la molestia de declarar su situación de iliquidez definitiva y de inscribir en ningún registro oficial el cese de sus actividades.

Consecuentemente se produce el efecto iceberg en cuanto a las cifras de insolvencias empresariales que se publican; es decir, sólo vemos la punta ya que el resto permanece sumergido. Esto sería una explicación admisible de la gran diferencia que existen entre las cifras de otros países europeos y las que se publican en España, puesto que la otra explicación, es decir, que en España no hay apenas siniestralidad empresarial no se la cree ni el más optimista.

Además, un reciente estudio de la consultora escandinava Intrum Justitia sobre las prácticas de pago en los distintos Estados europeos reveló que España se encuentra en la categoría de pésimos pagadores de la eurozona, colocándose en el penúltimo lugar del ranking en el índice de pagos, y sólo tiene por detrás a Portugal. Asimismo, dicho estudio ha evidenciado que España se encuentra en el grupo de Estados, junto con Portugal e Italia, que presentan los mayores retrasos en los pagos. Y lo que es todavía peor, en los últimos cinco años, la morosidad media en el pago de las facturas en España ha pasado de ser de seis días en 1997 a 13,5 días en 2003.

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