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Crónica de Manhattan

La solución, en octubre

La Casa Blanca había programado solo un acto público en la agenda del presidente el pasado viernes: un discurso sobre la economía. Se esperaba que antes, el departamento de Trabajo informara que se afianzaba la creación de empleo, algo que mostraría que los trabajadores se han incorporado al camino de la recuperación. Pero no fue así, las cifras de Trabajo mostraban que se crearon 112.000 nuevos empleos en junio, menos de la mitad de lo previsto.

Aunque Bush no pudo soslayar la estadística de junio, rápidamente puso los datos en mejor contexto 'desde agosto se han creado 1,5 millones de empleos'. El presidente habló de que prefiere un 'crecimiento sostenido y consistente' y dijo que está contento porque ve el 'progresivo crecimiento' que desea.

Por lo que se refiere al mercado laboral, eso es nuevo. Hace 12 meses se aprobaron los segundos y polémicos recortes de impuestos de la legislatura. El programa de rebajas se llamó 'Trabajo y Crecimiento' y la administración prometió que con éstas se crearían unos 3,6 millones de empleos en un año.

El resultado está muy por debajo del objetivo y aunque los índices de confianza de los consumidores muestran que los americanos siguen siendo optimistas, también es verdad que las encuestas electorales apuntan que Bush, en general, está perdiendo puntos, de hecho está en su nivel más bajo. Su gestión en Irak y la economía se ven mayoritariamente de forma negativa.

La semana pasada The New York Times publicó una encuesta que indicaba que el 52% de los ciudadanos no está satisfechos con la forma en la que Bush lidia con la economía, algo que además figuraba en primer lugar en el ranking de preocupaciones de los encuestados. Con todo, este no es el peor porcentaje de desaprobación pues, en meses previos, ha rondado el 57%.

Las inquietudes y prioridades de los votantes variarán según se acerquen las elecciones de noviembre. Dependen también de la evolución de Irak y el terrorismo. De hecho, el ex asesor de estrategia de Bill Clinton, George Stephanopoulos, cree que las elecciones se decidirán en octubre, porque cualquier golpe de efecto dará entonces peso a una de las dos mayorías equilibradas del país.

A la espera del incierto octubre, el futuro candidato demócrata a la presidencia, John Kerry, gana terreno.

El viernes siguió el hilo del discurso de Bush para criticarle por la desatención de la clase media que dice que no ve la recuperación. Kerry quiere modificar los recortes de impuestos y el sistema sanitario como quiso hacer Clinton.

Pese a ello, Kerry, no tiene una imagen negativa entre el empresariado, normalmente republicano. Sus discursos ambiguos y propuestas vagas han permitido que no tenga muchos enemigos aunque eso le pase una factura alta y es que el 40% de los votantes no tienen una idea clara de su mensaje.

La elección de su compañero a la vicepresidencia le obligará a definir su ideario. De los cuatro o cinco pretendientes al puesto, dos de ellos, Dick Gephardt y John Edwards, son vistos con sospechas desde el mundo empresarial. El carismático Edwards ya ha recibido la negativa de la Cámara de Comercio. Su presidente ha dicho que pedirá el voto por primera vez para un partido si Edwards es el elegido. Y lo hará por el republicano. Puede que pese a octubre, lo importante sea la economía.

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