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CincoSentidos

La dulzura del valle de la cereza

Al acercarse al Valle del Jerte el aroma del aire se vuelve más dulce y suave y comienza a parecerse a las cerezas de esta zona enclavada en Extremadura, que además de la cereza, también produce aceite de oliva, higos, ciruelas y castañas.

La cereza es toda una tradición en el valle, donde actualmente se producen entre 100 y 120 clases distintas de cerezas, cosechadas por unos 350 agricultores. La más reconocida es la picota por su menor tamaño y dulzura, así como el sonido que escucha quien la muerde lentamente.

Hay unas 11.000 hectáreas de cerezos que dan su cosecha desde mediados de abril a finales de julio, cuando la fruta ha alcanzado su madurez ideal después del invierno.

Casi toda la picota española se produce en el Valle del Jerte, donde según sus agricultores le favorece el microclima que genera la protección de las montañas, con veranos no muy calientes e inviernos no muy fríos, a partir de los 700 metros sobre el nivel del mar. Sus principales mercados de exportación son Reino Unido y Alemania, países adonde va el 40% de la producción.

Las picotas del valle representan más de tres cuartas partes de la cosecha local y están protegidas por el Consejo Regulador de la Denominación de Origen.

La cereza es también el ingrediente común en la gastronomía del Valle del Jerte, pues los platos se aderezan con mermeladas o conservas, aunque también se suelen preparar ensaladas y sopas. Y para la digestión, no podía faltar el licor y aguardiente de cereza.

En algunos pueblos del valle, como Plasencia, Barrado y Valdastillas le revelan al visitante el secreto de la cereza del Jerte: una vez que se comió la primera, es difícil parar y no comerse el resto de la caja.

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