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Columna
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Argentina y Brasil

La evolución de las economías de Brasil y Argentina tiene importancia fundamental para los intereses españoles. El autor advierte de la amenaza financiera que supone para ambas economías la subida de tipos de interés en EE UU y el agotamiento de la confianza internacional

En estos días en que todo el mundo está preocupado por los efectos que puede tener la combinación de un alza ya descontada en los tipos de interés y la subida de los precios del petróleo sobre la recuperación de la economía mundial, quizá se está prestando menos atención a las consecuencias de esta misma combinación sobre las perspectivas de los países emergentes y, en concreto, sobre dos que son fundamentales para los intereses españoles: Brasil y Argentina.

En ambos casos es la amenaza financiera de subida de los tipos de interés en EE UU lo que tiene fundamental importancia. De hecho, tanto Brasil como la Argentina se vienen beneficiando de la subida de los precios internacionales del petróleo y otras materias primas, así como de determinados alimentos (carne y soja fundamentalmente), a lo largo de la presente recuperación. En el caso brasileño, que ha aumentado muy considerablemente la exportación a China, su preocupación en estos momentos es si las propias tensiones inflacionistas en el país asiático y la presión internacional para reducir el precio de las materias primas no obligará a ese país a políticas más restrictivas con el fin de frenar su tasa de crecimiento, que aunque oficialmente se encuentra en torno al 10% anual algunos analistas la sitúan próxima al 13%.

Los Gobiernos de Kirchner y Lula están obligados a disipar las dudas sobre el papel que dan a los inversores extranjeros

La amenaza financiera es, sin embargo, mucho más inmediata y preocupante. La posible subida de los tipos de interés a corto y la ya iniciada significativamente por los tipos de interés a largo se ha traducido en una sequía de entradas de capital y en un aumento muy significativo del riesgo país, fundamentalmente en Brasil, lo que ha obligado a detener la reducción de tipos de interés puesta en marcha hace un año y dificultará la recuperación de la actividad económica iniciada en el último trimestre de 2003. Paradójicamente, este efecto se ha notado menos en Argentina, donde el mayor riesgo país del mundo (alrededor de 4.600 puntos básicos) apenas se ha movido.

La razón es sencilla, sin embargo. Brasil, que está atendiendo el pago de su deuda, podría tener dificultades para continuar haciéndolo si los tipos de interés o los precios internos (mucha deuda brasileña está indexada con la inflación) suben fuertemente, con lo que reaparecería el problema de la sostenibilidad de la deuda. Argentina, por el contrario, en plena suspensión de pagos de la mayor parte de la deuda y con una deuda nueva muy pequeña, no puede encontrarse, desde este punto de vista, peor de lo que está. De manera que no puede tener un problema de sostenibilidad de su deuda. Esta es sencilla y formalmente insostenible.

Sin embargo, ambos países se encuentran en un momento crucial de sus procesos de ajuste macroeconómico. En Argentina, azuzado por la crisis energética y la propia imposibilidad de seguir desplazando indefinidamente en el tiempo la resolución de sus graves problemas estructurales (deuda, sistema bancario, actualización de tarifas), el Gobierno se ve finalmente enfrentado con la resolución de los mismos o la pérdida de impulso económico y de liderazgo político en breve tiempo. A pesar de las peculiares formas del Gobierno Kirchner y de sus permanentes tentaciones intervencionistas, es probable que la Administración argentina vaya solventando estos problemas poco a poco abandonando sus interpretaciones político-conspirativas.

En Brasil, el retraso relativo en la recuperación económica se está traduciendo en huelgas, manifestaciones y pequeñas crisis políticas que están poniendo en peligro la unidad del Gobierno de Lula y el propio respaldo parlamentario que lo sostiene. Nuevos problemas presupuestarios heredados del pasado o emergidos a partir de sentencias judiciales amenazan el superávit presupuestario primario para los próximos años, particularmente si no se relanza la actividad económica. La popularidad de Lula ha bajado y las presiones populistas suben cada día que pasa en un país con una inmensa pobreza.

En estas circunstancias, el agotamiento de la confianza internacional en las posibilidades de estos dos países (todavía significativa en el caso de Brasil y extremadamente pequeña en el caso de Argentina) supondría un duro golpe para las posibilidades de recuperación económica de ambos. Los dos, con una tasa de ahorro interior, pequeña, necesitan de manera dramática la entrada de capitales, sobre todo inversiones directas.

La desaparición de las mismas en este momento afectaría gravemente sus perspectivas de mantener un crecimiento sostenido durante algunos años sin el cual es imposible el retorno a la normalidad económica y financiera en Brasil y en Argentina.

Ello obliga también a los respectivos Gobiernos a disipar las dudas sobre el papel y la importancia que atribuyen a los inversores extranjeros en la conformación de sus economías, y a hacer importantes esfuerzos en el intento de implantar la seguridad jurídica en todos los ámbitos, cuestión en la que tendrá que resolver muchos más problemas Argentina que Brasil.

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