Europa, una opción rentable
Las principales magnitudes de crecimiento europeo se han rezagado con respecto a las de otras regiones desarrolladas, en particular EE UU. El autor expone los factores que, a su modo de ver, hacen de Europa un lugar potencialmente más rentable a medio plazo
Identificamos a Europa como la parte burocrática, sobrerregulada y rezagada de occidente. Teniendo en cuenta los déficit fiscales de los Gobiernos europeos, el rápido envejecimiento de la población y la apreciación del euro, ¿existe algún argumento a favor de la inversión en acciones europeas? En nuestra opinión sí, y por ello exponemos qué factores hacen de Europa un lugar más seguro y potencialmente más rentable para invertir a medio plazo.
Las principales magnitudes de crecimiento económico en Europa se han rezagado con respecto a las de otras regiones desarrolladas, en particular EE UU. En este sentido hay tres aspectos relevantes. En primer lugar, el lento crecimiento de la población en Europa ha deprimido las tasas de expansión de la economía. Segundo, los diferentes enfoques adoptados a la hora de medir el tamaño de la economía tienden a deprimir las tasas de crecimiento de Europa. Por último, uno de los principales factores que ha impulsado la economía anglosajona durante la pasada década fue la agresiva acumulación de deuda en el sector privado. Este no ha sido el caso de Europa, lo que ha supuesto un lastre adicional.
Para que la economía europea crezca es necesario que trabaje más gente durante más tiempo
Desde 1990 hasta 2003 la productividad estadounidense creció un 2,25% anual, frente a un 1,25% en la zona euro. No obstante, esta comparación no es del todo justa. En EE UU se indica el cambio de productividad por trabajador y por hora mientras que en la zona euro se mide como producción por trabajador. Ajustando los datos estadounidenses a la misma base de comparación, la brecha entre las dos tasas de crecimiento de productividad desciende hasta un 0,50%.
Un estudio del Bundesbank en 2001 concluye que las diferencias en las tasas de crecimiento de las economías, causadas por el cambio de enfoque a la hora de recopilar y calcular los datos del PIB, podrían representar hasta un 0,50% anual en las tasas de crecimiento de EE UU frente a Alemania. EE UU utiliza más agresivamente los ajustes de precios hedónicos, un intento de ajustar los datos para reflejar cambios en la calidad de los productos. Puesto que los europeos no los aplican, las tasas reales de crecimiento no se ven impulsadas de igual manera. Las diferencias en el cálculo de los datos estadísticos tienden a favorecer las percepciones de la economía estadounidense y deprimir las visiones sobre Europa. Asimismo, continúa por ignorase un problema que ejercerá un impacto muy superior sobre el potencial de crecimiento: la expansión del endeudamiento del consumidor.
El área más rezagada de la economía de la zona euro en los noventa fue el crecimiento del consumidor. En esta zona representa un 55% mientras que en Reino Unido y EE UU asciende al 70% y 65% del PIB, respectivamente. Esta diferencia puede explicarse parcialmente por mayores aumentos salariales y debido a los altísimos niveles de endeudamiento existentes en Reino Unido y EE UU. Aunque la diferencia entre las tasas de crecimiento económico de la eurozona y de otras economías desarrolladas debería disminuir en los próximos años, hasta entonces existe un buen motivo para creer que éstas así como las empresas y particulares europeos navegarán con menos viento en contra.
Analizados los posibles problemas del apagado crecimiento en Europa, cabe debatir qué puede hacerse para mejorar la situación. El descenso de la población, amenazará seguramente al crecimiento en términos de demanda agregada y supondrá un lastre para las finanzas gubernamentales.
Ello es especialmente cierto debido a que muchas naciones europeas operan sistemas de prestaciones sociales de reparto, en los que las contribuciones sanitarias y de pensiones se utilizan para pagar anualidades y costes médicos de pensionistas y jubilados. Dado que en 2050 habrá casi tanta gente de 65 años como empleados en Europa occidental, el lastre sobre las rentas será insostenible. No obstante, gran parte de las implicaciones negativas de lo anterior pueden resolverse aumentando las tasas de participación laboral.
La diferencia media entre las tasas de participación europeas y estadounidenses, asciende al 10%. El cierre de esta brecha mejoraría la capacidad de generación de ingresos y compensaría la carga sobre la actividad que supone el menor crecimiento de la población.
En los mercados laborales destacan dos áreas de reforma: el incremento de las tasas de participación de la mujer y el aumento de la edad de jubilación. En ambos casos, los niveles europeos presentan un considerable retraso con respecto a los estadounidenses. El retraso de la edad de jubilación reduciría el coste de la prestación por pensión, mientras que el crecimiento de la participación de la mujer en el mercado laboral también aumentaría las contribuciones realizadas al sistema de prestaciones.
En resumen, para que la economía europea crezca es necesario que trabaje más gente durante más tiempo. El descenso de la población y la dependencia de los trabajadores actuales para pagar a la generación actual de pensionistas son insostenibles sin una reforma. Afortunadamente, los líderes europeos reconocen que los sistemas laborales y de prestaciones sociales, así como fiscales necesitan una reforma, para detener las salidas de capital hacia mercados más flexibles así como para asegurar que los trabajadores de hoy en día puedan permitirse pagar a las crecientes legiones de jubilados. Con la aplicación de estos ajustes, Europa será un entorno estable y beneficioso para las inversiones a medio plazo