'Cuando eres presidente, sufres desgaste personal'
Trabajó 23 años en el Instituto Nacional de Industria, organismo que presidió entre 1990 y 1996. Al salir del ámbito público, reconoce que no sabía qué hacer. Hoy su despacho está en las oficinas de la sociedad de capital riesgo Ged.
Javier Salas, 57 años, llegó al Instituto Nacional de Industria en el año 1973. Se mantendría en el INI hasta 1996, los seis últimos años como presidente. Más de dos décadas trabajando en el sector público, hasta que un buen día, plas, hay cambio de Gobierno y Salas tiene que dejar el cargo. 'Cuando salí empecé de cero, tenía que descubrir qué podía hacer', recuerda.
En los últimos tiempos Salas ha descubierto qué es lo que le gusta. Sorprendentemente Salas, animal público por excelencia, tímido, se ha pasado al capital riesgo, el lado más salvaje del sector privado. 'Ahora estoy tan contento', comenta en su despacho situado en las oficinas del grupo español de capital riesgo Ged.
A principios de los años setenta Salas trabajó cerca de año y medio en Nueva York, en el Manufacters Hanover Trust -hoy JP Morgan-, recién salido de la Universidad. Desde la otra orilla del Atlántico llegaban aromas de cambio y el joven Salas decidió regresar a España.
'Cuando salí del INI, empecé de cero; tenía que descubrir qué podía hacer. Ahora estoy tan contento'
El Instituto Nacional de Industria 'se utilizó para el combate político'
'Cuando acabé la carrera, y después de estar en Estados Unidos, el INI era el mayor centro de gestión empresarial que había en España'. Y tanto. El Instituto encaraba un proceso de privatizaciones a nivel nacional nunca visto. Telefónica, Endesa, Repsol, Iberia, Seat... las grandes compañías españolas que hoy conocemos proceden de una reestructuración gestionada por el INI. Un proceso no exento de polémica que vivió de pleno Javier Salas como director financiero, director general o presidente. 'Este país no tiene ya nada que ver con aquel de esos años', afirma.
Los años de presidencia 'fueron muy divertidos, pero cuando eres presidente sufres desgaste personal'. La reestructuración de Seat 'la recuerdo especialmente dura', indica. Y qué decir de las peleas con el sindicato de pilotos, Sepla, para lograr aprobar un plan de gestión inédito para Iberia, compañía que presidió entre 1993 y 1995.
'Para qué hablar de la siderurgia... Todo ese proceso de reordenación industrial fue un trabajo inmenso. Bajo Endesa se agruparon todas las eléctricas que teníamos, y además se tomó posiciones en otras empresas para completar ese proceso'. La privatización de Endesa fue 'muy criticada, no se entendía que compráramos otras empresas; una vez construido el gran grupo Endesa la empezamos a sacar a Bolsa. Una vez hecho eso, el proceso de venta fue mucho más fácil'.
Cuando uno liberaliza, señala Salas, 'uno tiene que regular, si se deja todo a la mera competencia, hay gente a la que se le podría ocurrir que hay, por ejemplo, núcleos de población en los que no compensa hacer una inversión y llevar suministro eléctrico a una zona'.
Las grandes privatizaciones que ha realizado el PP, dice Salas, han sido otra historia. Lo complicado, vamos, ya estaba hecho. 'Sin querer ser injusto, las privatizaciones siguientes siguieron la senda marcada, acabar la privatización de Telefónica -que ya cotizaba en los mercados internacionales- o de Endesa o Repsol o Argentaria, que ya era un grupo bancario construido...'.
Su valoración sobre la gestión del Gobierno de Aznar en los procesos de privatización no es mala. 'En general, bien'. Aunque añade: 'Quizá se podía haber aprovechado para introducir más independientes en los consejos; se ha dicho que han puesto a sus amigos en los puestos más importantes. Siendo justos, hay que decir que es difícil hacerlo de otra manera, no vas a poner a tus enemigos. Hay diferentes opiniones'.
Echando la vista atrás, Salas considera que se ha sido injusto con la valoración que se ha hecho sobre la gestión del INI en aquellos años y la mala imagen que se ganó el empleo público. Considera que las nuevas empresas privadas y las multinacionales que llegaron a España no aceptaron que compañías públicas -competidoras- en pérdidas recibieran ayudas gubernamentales. En parte, dice, le parece lógico. 'Además, se utilizó al INI para el combate político'.
Al salir del organismo, 'lo único que sabía era que no quería ir a una gran corporación, lo que más admiro son los empresarios de primera generación, son los grandes creadores de riqueza de un país', dice. Actualmente Salas es miembro del consejo de administración de las sociedades gestoras creadas por el grupo Ged, presidido por Enrique Centelles. Dirige la compañía Alcotán y la patronal de empresas de limpieza.
'Nunca más querré una mayoría absoluta'
Cuando presidía el INI y a Salas se le preguntaba su opinión por el Gobierno de turno, este prefería no responder. Por eso se le hace raro que en la actualidad le pregunten por sus preferencias políticas. 'Ahora que ya no estoy ahí podría opinar tranquilamente'. ¿Se alegró de la derrota electoral del Partido Popular en las últimas elecciones generales? Javier Salas sonríe. A pesar de que fuera el PP quien le relevara del cargo en el INI al ganar las elecciones de 1996, Salas no es rencoroso y dice que fue un cambio tranquilo y esperado. 'Siempre fue muy importante para mí separar mis creencias políticas de mi trabajo, tenía que ser profesional', señala. 'Lo que sí puedo decir es que lo que no quería y probablemente ya no volveré a querer en mi vida es una mayoría absoluta en este país. Algo sobre lo que, tengo que decir, he cambiado de opinión a lo largo de mi vida'.Comenta Salas que, cuando 'era más joven, sí pensaba que este país para determinados problemas difíciles le convenía un Gobierno fuerte y con mayoría absoluta, ahora, al menos en el país que conozco, no soy partidario de las mayorías absolutas'.Sobre el Gobierno del PSOE y su papel en el sector público señala que 'imagino que se mantendrá la línea seguida anteriormente'.Considera que una economía de mercado, a no ser que sea necesario porque no hay otra alternativa, 'no parece muy conveniente que el capital público se gaste en el sector empresarial en lugar de hospitales o carreteras'.Señala que el PP en sus años de Gobierno 'ha completado un proceso de privatización', pero con diferencias en las condiciones en las que se encontraban las empresas públicas en los años ochenta.