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CincoSentidos

El estrés no mata, pero contribuye a los infartos

El estrés crónico no es responsable directo de los infartos, aunque no cuidarse cuando se está estresado eleva el riesgo de sufrirlos. Así lo explicó Valentín Fuster, director del Instituto Cardiovascular del Mount Sinai de Nueva York y director de la Federación Mundial de Cardiología.

Según Fuster, hay que diferenciar entre el estrés crónico y el estrés emocional severo. Este último puede estar causado, por ejemplo, por una mala noticia inesperada y en este caso sí podría desembocar en un infarto. Pero, si el estrés crónico no mata, contribuye. La gente que lo padece tiene poco tiempo para el ejercicio, a los fumadores les genera mayor ansiedad y desordena los hábitos alimenticios. Y ahí nace el problema coronario. Solución: sacar tiempo para cuidarse. Sumar factores de riesgo como un alto colesterol malo (LDL), diabetes, fumar y estar obeso hacen al cuerpo vulnerable y no se puede bajar la guardia excusándose en que se está bajo una gran presión. 'No hay excusas', según Fuster. El prestigioso médico e investigador dice estar muy ocupado, pero aún así hace gimnasia y además se ha impuesto como terapia la meditación. 'De cinco a seis de la mañana me dedico a pensar. Tener tiempo para meditar es bueno para la salud', dice. Este admirador de la terapia oriental incide en buscar tiempo para pensar, para hacer ejercicio o para lo que cada uno prefiera, con tal de huir de los factores de riesgo a los que induce el estrés.

Fuster dice estar frustrado porque la prevención del infarto es escasa. Considera poco útil limitarse a decir a la gente que no fume o no coma grasas. Actualmente se mide el perfil de riesgo de padecer un infarto. 'La gente necesita números; sólo si dices a alguien que en diez años puede llegar a sufrir un infarto empezará a cuidarse'.

Niveles de medida más estrictos

La vida se ha alargado en los países desarrollados gracias a una mejora en la medicina. Pero, para frustración del doctor Valentín Fuster, la prevención del infarto es la gran asignatura pendiente con el agravante de que es la primera causa de muerte en el mundo, por encima del cáncer. Fuster la considera una epidemia.Afirma este prestigioso médico e investigador que es una enfermedad de la sociedad moderna. Las estadísticas que maneja concluyen que en 2020, en los países desarrollados crecerá su incidencia un 29% entre las mujeres y un 48% entre los hombres y que en los países en desarrollo estos porcentajes se dispararán al 120% y 137% respectivamente.Una de las cosas que hay que hacer para prevenir es dar un paso atrás en esta modernidad y empezar a rebajar los niveles de riesgo aceptados que, según su criterio, últimamente se han ampliado peligrosamente. Dice Fuster que la presión arterial aceptable no debería pasar de 120 de máxima, mientras que el colesterol malo (LDL) debe mantenerse bajo el límite de 100 en las personas sin riesgo y no superar los 60 si ya ha habido una enfermedad (un infarto o angina de pecho).Y no hay que olvidar la dieta a pesar de que la alimentación incida de manera escasa en los niveles de colesterol malo. 'El 75% de los problemas con el LDL son genéticos'. Aun así, Fuster recomienda que si las raciones son grandes se deje la mitad en el plato.

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