El Consenso de Washington, superado
El Consenso de Washington, por el que se acordaron las condiciones que deben cumplir los países subdesarrollados para entrar en la senda del crecimiento y merecer la ayuda internacional, está desenfocado, según el autor, quien analiza las razones de este fracaso
El Consenso de Washington es un término acuñado en 1990 referido a un conjunto de requisitos que deben cumplir los países subdesarrollados para ponerse en una senda de crecimiento y ser merecedores de ayuda internacional. Consiste en requisitos de estabilidad macroeconómica, liberalización financiera y apertura exterior. Sus críticos más extremos lo tildan de paradigma neoliberal responsable del estancamiento de los países subdesarrollados. Cuando en realidad, ni es el conjunto de requisitos adecuados para contribuir del despegue de esos países ni es la causa del estancamiento de los mismos. Repasemos muy brevemente los factores que explican las diferencias en la evolución a largo plazo de las economías.
l Capacidad de ahorro: la capacidad explicativa de las diferencias de ahorro es muy pequeña. Existen muchos países con pequeñas diferencias en tasa de ahorro y experiencias de desarrollo radicalmente diferentes. Por otra parte, la aportación de fondos financieros en programas de ayuda al desarrollo (la vieja concepción de la política de desarrollo) no han tenido ni siquiera su correspondencia en un aumento en la cuota de inversión del país favorecido.
El aumento del comercio no siempre es la consecuencia directa de una liberalización comercial
l Apertura exterior: existe una alta correlación entre crecimiento de la renta y del comercio. Pero correlación no significa causalidad. Por otra parte, el aumento del comercio no siempre es consecuencia directa de una liberalización comercial. Ni los estudios econométricos ni el análisis de casos de países resultan muy concluyentes. Los primeros apuntan a que la relación entre crecimiento de la renta per cápita y crecimiento del comercio es bidireccional y que la causalidad que va del segundo al primero es moderada. Los segundos muestran algunos casos en los que la adopción de políticas proteccionistas condujo a una quiebra grave del proceso de crecimiento (Argentina, en los años veinte y treinta). Pero otros muestran a países que han despegado siguiendo políticas proteccionistas. Mauricio es el ejemplo más utilizado. Pero, también, otros países que han seguido el modelo proteccionista de Mauricio han fracasado totalmente. La liberalización del comercio ha tenido asociada una aceleración del crecimiento en algunos casos y un mantenimiento del estancamiento en otros. La diferente reacción puede ser explicada por factores internos de orden institucional.
l Estabilidad macroeconómica: una política macroeconómica estable (baja inflación, reducido déficit, tipo de cambio realista y liberalización del tipo de interés) no garantiza que los países salgan de una situación de subdesarrollo. En los últimos veinte años muchos países han avanzado apreciablemente en este terreno, pero su crecimiento ha sido nulo. Un buen ejemplo ha sido Bolivia. La superación a partir de 1985 de la fuerte inestabilidad macroeconómica no ha contribuido a mejorar el crecimiento. Hubo un consenso político para acabar con la hiperinflación, para abrir la economía y avanzar en la privatización del enorme sector público empresarial. Pero no para acabar con la pobreza institucional (altísimo clientelismo político, regulación ineficiente, pésimo funcionamiento de la justicia, etcétera). Buena parte de las distorsiones macroeconómicas son una forma por la que los grupos de poder se apoderan de la capacidad de generación de renta de los ciudadanos. Pero no es la única. Y es el mantenimiento de esa situación la que mantiene a los países en el subdesarrollo.
l Educación: ni siquiera el aumento en los niveles educativos que se ha producido en los últimos 25 años parece haber tenido las positivas consecuencias sobre el crecimiento de la renta que predecían los modelos econométricos (bien es verdad que no todos lo hacían). Aunque habría que ver si los aumentos de educación han venido acompañados de mejoras en la salud (otro elemento del capital humano). Podría decirse que la educación es una condición necesaria para el despegue económico, pero, dada la experiencia, resulta menos claro que sea suficiente.
Esta breve síntesis pone de manifiesto que el menú del Consenso de Washington está desenfocado. El hecho de que los dos éxitos en el desalentador panorama africano (Botsuana y Mauricio) incumplan tan claramente el Consenso debería dar que pensar. Dado que lo importante son las instituciones, y éstas tienen un alto grado de complejidad, habría que empezar por hacer un diagnóstico institucional preciso de todos y cada uno de los países. Este análisis ayudaría a dinamizar a los grupos con mayor potencialidad dentro de cada país y permitiría definir con más precisión los programas de ayuda condicionada.