Cuánto crece el empleo
Las cifras del mercado laboral varían en España en función de la fuente estadística a que se acuda. El autor analiza los datos de la encuesta de población activa, de la contabilidad nacional y de afiliación a la Seguridad Social y subraya sus diferencias
En las tres fuentes estadísticas existentes en España para realizar estimaciones del conjunto del empleo -encuesta de población activa (EPA), contabilidad nacional de España (CNE) y afiliaciones a la Seguridad Social (AFI)-, el incremento interanual de la población ocupada ha sido muy diferente a lo largo del año: 2,6% en la EPA, 1,8% en la CNE y 3,1% en las AFI (las dos primeras se refieren al conjunto de los tres primeros trimestres del año y la tercera al periodo enero-noviembre).
Como muestra el gráfico adjunto, desde 1994 el crecimiento del empleo ha sido siempre inferior en las estimaciones de la CNE. En cuanto a las otras dos estadísticas, la tasa de crecimiento ha sido superior en la EPA que en las afiliaciones en los periodos 1995, 1996, 1999 y 2000, mientras que el resto de los años la tasa de variación ha sido más positiva en la última estadística.
En España la productividad por ocupado crece, según la CNE, y cae, según la EPA
La explicación de este distinto comportamiento puede encontrarse en los efectos que los cambios metodológicos de la EPA de 1995 y 1996 (modificación del diseño de la muestra) y 1999 (aumento del tamaño de la muestra y cambio del cuestionario, entre otros) tuvieron en el afloramiento del empleo estimado por esta estadística.
Las distintas metodologías y colectivos considerados en cada una de las tres fuentes estadísticas pueden explicar tanto las diferencias en nivel como en tasas de crecimiento del empleo. En concreto, las diferencias de crecimiento del empleo de la EPA y las AFI pueden deberse a varias razones:
l En primer lugar, a la no inclusión en las afiliaciones de la mayoría de las ayudas familiares (personas que trabajan en el negocio del familiar con el que conviven sin percibir remuneración a cambio), que no tienen obligación legal de afiliarse a la Seguridad Social, aunque sí están incluidos en el empleo de la EPA, y que, según esta estadística, están disminuyendo continua e intensamente.
l En segundo lugar, la exclusión en las AFI de los funcionarios adscritos al mutualismo administrativo (casi 900.000), cuya evolución en los últimos años está siendo menos expansiva que la del conjunto del empleo.
l En tercer lugar, los fuertes crecimientos que se han producido en los últimos años en las afiliaciones de extranjeros, junto las dificultades de la EPA para estimarlos, entre otras razones, por el concepto de residencia que utiliza la encuesta (más de un año), porque muchas de los inmigrantes no habitan en hogares familiares (los únicos considerados por la EPA) y porque el diseño de la muestra no siempre tiene en cuenta los núcleos poblacionales en los que se concentran.
Esta última razón fue especialmente importante en 2002, en el que el 51,1% del incremento de las afiliaciones correspondieron a extranjeros, mientras que ese porcentaje sólo ascendió al 35,5% en la población ocupada de la encuesta de población activa. Por el contrario, en 2003, una vez regularizadas muchas situaciones de inmigrantes en la Seguridad Social, el porcentaje del incremento del empleo correspondiente a extranjeros se reduce al 19,1% en el caso de las afiliaciones a la Seguridad Social, mientras que se mantiene en el 35,5% en el de la encuesta de población activa, a lo que ha podido contribuir los cambios metodológicos del año 2002, así como la adaptación de la muestra a los padrones municipales de población. En parte, como consecuencia de esta situación, en este año el aumento del empleo de asalariados ha sido superior en la EPA (3,5%) que en las AFI (3,2%).
Por último, el mayor crecimiento del empleo en la EPA que en la contabilidad nacional se debe -aparte de que esta última es una estadística de síntesis, basada en el resto de las estadísticas existentes, entre ella, la EPA y las AFI- a que su objetivo directo es el cálculo del producto interior bruto (PIB) y de sus componentes y que sólo subsidiariamente estima el empleo. Esta estimación del empleo está muchas veces condicionada por la obtención de aumentos de la productividad por ocupado mínimamente consistentes. Así, el aumento de dicha magnitud en 2003 sería del 0,6%, según la CNE, y sufriría un descenso del 0,2%, según la EPA.