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Tribuna
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Pasado, presente y futuro económico

El año 2003 ha sido relativamente bueno para la economía española, en una coyuntura europea que no se acaba de definir, y una coyuntura mundial dominada por la recuperación del crecimiento de la economía norteamericana y el crecimiento sostenido de algunos países emergentes grandes, notablemente China e India.

La tasa de crecimiento al final del año podrá ser de un 2,4%, lo que sitúa a la española entre las economías europeas que más habrán crecido, aunque el dato delate un cierto estancamiento a este nivel, que ya se tuvo en 2001, después de haber crecido al 4% entre 1997 y 2000. El crecimiento español en 2003 se ha alimentado de tres fuerzas básicas: el crecimiento de la población, una variable que se ha hecho relevante gracias a la abundante inmigración, la compra de viviendas, y el consumo no habitacional, particularmente el de bienes duraderos (en especial el automóvil). Las exportaciones, que en años anteriores fueron una fuente de crecimiento, han dejado de serlo.

Las diversas formas de consumo se sustentan sobre la reducción del tipo de interés realizada por el Banco Central Europeo, que durante 2003 ha bajado gradualmente la tasa hasta el 2%, la más baja de la historia reciente. Es una tasa nominal que convierte en cero o negativa la tasa de interés real (el coste real del uso del dinero) La baratura del dinero no puede menos que incentivar su uso en compras a plazos, hipotecas y préstamos de todo tipo. No se puede, sin embargo, hablar de un estímulo fiscal, porque el Gobierno, con un probable ligero superávit fiscal, no desea estimular la economía de esta manera; y además las reducciones de los impuestos directos (impuesto sobre la renta) se han visto compensadas por aumentos de los impuestos indirectos, y la carga fiscal que soporta la economía española ha, probablemente, aumentado hasta el 36,7% del PIB más o menos. De hecho parece que el Gobierno está usando la política fiscal para compensar los efectos expansivos del dinero barato.

Las exportaciones se han reducido (6,01% en el último trimestre) en comparación con sus niveles de años pasados, y en consecuencia la balanza comercial y de cuenta corriente se ha deteriorado. Pero no se puede echar la culpa a la espectacular subida del valor del euro a lo largo del año, porque el 70% de las exportaciones españolas van a países de la unión monetaria, y las exportaciones a la zona del dólar son relativamente menos importantes.

Más determinante es la pérdida de productividad y la permanencia de una tasa de inflación (del 3,8% anual al final del año) que supone 1,7 puntos porcentuales por encima de la media de la UEM. Los costes laborales han aumentado durante el año en un 3,6%, un aumento de los más altos de Europa. La escasa inversión en investigación y desarrollo de las empresas y de las Administraciones públicas hace que la tasa de aumento de la productividad sea muy pequeña (inferior al 1%). æpermil;sta continúa siendo un talón de Aquiles, que crece cada año, de la economía española.

Fruto del crecimiento ha sido la creación neta de empleo hasta 16,8 millones de personas, lo que supone un aumento del 2,82% en 2003. Sin embargo, la tasa de desempleo, según la encuesta de población activa, será del 11,2% al final de año, uno de los niveles más altos de Europa, lo que debiera infundir humildad al Gobierno cuando presuma de sus logros económicos.

En conjunto la economía española en 2003 ha salido bien parada de un año que empezó con malos presagios, pero se ha ido componiendo poco a poco. Pero estos innegables éxitos no debieran hacernos perder de vista las debilidades que se han ido acumulando en la economía y que pudieran jugarnos una mala pasada en los próximos años: demografía, empleo, productividad, competitividad internacional, exceso de endeudamiento privado y una burbuja especulativa (cada vez más evidente en el sector de la vivienda), cuya explosión puede provocar una gran crisis financiera y real. Enfrentar estas debilidades debiera ser una tarea prioritaria del nuevo Gobierno que salga de las elecciones de marzo 2004.

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