La cara más antipática de los ejecutivos
No son perfectos. Y a veces -muchas en algunos casos- irritan a sus subordinados. Dejando a un lado las virtudes que se atribuyen en ocasiones a los directivos, esto es, el liderazgo, la eficacia, el compromiso, el trabajo en equipo o la ética, también hay un lado oscuro. Los comportamientos más incorrectos son: falta de respeto, prepotencia, no saber escuchar, incompetencia, falta de trato humano y de implicación, controlar a su gente, son autoritarios, incumplen su palabra, no saben comunicar, son injustos, falsos, roban medallas, no confían en sus equipos, les falta valor, tienen poca claridad de objetivos y no respetan los horarios ajenos. Todas estas lindezas aparecen en un estudio sobre los comportamientos negativos de los ejecutivos españoles, elaborado por la consultora Otto Walter, en el que han participado 750 profesionales cualificados de grandes empresas.
Todos estos comportamientos negativos, cuenta el consejero delegado de la consultora, Francisco Muro, están relacionados con el temor que tienen los jefes ante el reto, sobre todo, de dirigir personas. 'Dirigir personas es una especialidad más de la dirección. La clave no está en el qué, sino en el cómo'. Lo terrible para este experto es anunciar el siguiente dato: 'más de la mitad de la población activa ha vivido en su propia piel la falta de respeto, lo que significa abroncar en público, humillar, gritar'. La primera reflexión a la que llega el consejero es que una sola persona, en este caso un directivo, es capaz de desmotivar a todo un equipo. 'Esa persona puede ser capaz de perjudicar a la empresa a unos niveles insospechados'.
Otro detalle que 'perjudica más de lo que parece' es que un tercio de los profesionales españoles hayan padecido en algún momento la prepotencia de sus superiores. Lo que Muro se pregunta es: '¿Cómo es posible que profesionales cualificados, que han destacado y han ascendido tengan este comportamiento? Pues pasa y puede pasar que se nos suba a la cabeza y es grave'. Se creen los elegidos, pierden el sentido y tratan al equipo de forma endiosada. Pero parece ser que tampoco escuchan. Y precisamente lo que necesitan los de abajo es que los escuchen, que les hagan ver que cuentan con ellos.
'En el departamento de ventas se ascendía al que más clientes visitaba; ahora, al que organiza mejor', señala Ángel Aledo
Las empresas irritan
En opinión de la profesora de la Universidad de Alcalá de Henares Alicia Kaufmann, en lo que fallan los directivos españoles es en todos los aspectos que tienen que ver con la comunicación. 'La variable miedo es la que marca este tipo de comportamiento. La falta de tiempo es lo que hace que no se tenga para pensar. Los jefes no controlan o no comprenden porque no tienen tiempo', explica Kauffman, que califica a las empresas como de lugares inestables. 'Antes las empresas, a nivel de organización, ofrecían seguridad y estabilidad. En cambio ahora ofrecen inseguridad, irritación, no se sabe si hay despidos, si hay fusiones. Hay mucha incertidumbre', agrega la docente.
El 29% de los profesionales encuestados han lidiado en algún momento de su trayectoria profesional con algún jefe incompetente, lo que significa falta de preparación, desorganización y ausencia de liderazgo. Este factor es el que más molesta a medida que crece la veteranía del colaborador. 'A la larga, la experiencia parece priorizar este factor. Se es mucho más exigente con los propios jefes ante esta conducta', destaca el consejero delegado de Otto Walter.
La falta de apoyo es otro de los defectos más odiados. Incluye el no interesarse por lo miembros del equipo, no ocuparse de la promoción de éstos, no prestarles ayuda y no motivarles. 'Así se comprenden mejor las dificultades que los programas de coaching entrenamiento acaban teniendo en muchas organizaciones, ya que si los directivos no cambian su forma de actuar y entender la dirección difícilmente sabrán aplicar correctamente alguna de estas disciplinas', señala Muro.
La falta o escasez de calor humano por parte de los ejecutivos también duele. Y retrata a jefes que se muestran insensibles con los problemas personales.
No es fácil dirigir. Y menos en una época sometida a tantos vaivenes. En opinión del director de recursos humanos de Necso, Ángel Aledo, es algo que no es natural.
'La información es como el hambre. Es fácil buscar información cuando tienes hambre, pero tener que ofrecer esa información a tu equipo cuando no tienes hambre no es natural. Hay que actuar como jefes, y eso siempre se empeora con la prepotencia', señala Aledo, que carga contra instituciones y escuelas de negocios que forman a los futuros directivos 'desde la superioridad'.
Sobre el error de ascender a profesionales que luego no dan la talla. 'Los culpables son las organizaciones que los colocan', señala el consejero delegado de Otto Walter, Francisco Muro. Se supone, afirma Aledo, que las empresas ascienden siempre al mejor, 'pero siempre se está cambiando al mejor'.
Las necesidades y los perfiles que demandan las empresas cambian cada cierto tiempo. Por ejemplo, en el departamento de ventas se ascendía hace tiempo al que visitaba muchos clientes, 'ahora se promociona al que mejor se organiza'. Agrega Aledo que el proceso del ascenso tiene que ver con las necesidades del momento. Lo triste, opina el responsable de recursos humanos de Necso, es que cada vez se valora más el talento de los profesionales, 'pero por culpa de un mal jefe las empresas pueden llegar a peder a los más valiosos'. Y es una pena.
'Hay que dirigir a la gente con calidad'
El consejero delegado de la consultora Otto Walter, Francisco Muro, cree que el director de recursos humanos es cada jefe con su equipo. 'Porque hay que dirigir a las personas con calidad', explica Muro, quien destaca que no ha padecido en su piel la falta de respeto por parte de un jefe, 'pero he visto a gente que trataba a sus subordinados como si fueran basura'.Como ejemplo de despropósitos señala que hace años trabajó para una multinacional en la que la palabra embarazada era sinónimo de despido. 'No conozco a ningún jefe que lo haga mal a propósito, que sea consciente de que lo está haciendo mal'.En su opinión, los colaboradores no perdonan que su responsable no actúe con criterio, claridad y coherencia. 'Si se comporta como un mero correo de la dirección, esquivando responsabilidades y dejándose llevar, pronto generará estrés e incomprensión en su equipo, que se verá desvalido, cuando no manipulado y desorientado', dice Muro, quien indica que hay directivos que piensan que por tener un cargo determinado ya tienen que 'ser bordes'. Y no se preocupan de aplaudir a sus equipos.
'Es terrible la soledad del jefe'
La clave del éxito es colocar a las personas idóneas en el puesto adecuado, dice la profesora de la Universidad de Alcalá de Henares Alicia Kaufmann, quien señala como problema el rechazo de los directivos a las evaluaciones por parte de sus empleados. 'Los directivos alemanes o ingleses estás acostumbrados a que les digan cómo hacen las cosas, pero en España todo esto se toma como un ataque', indica.En su opinión, uno de los terribles males que sufren los ejecutivos es la soledad. 'Hay falta de valor para decir que ellos también son personas, que han sido ascendidos, pero que al final todo es cuestión de aprendizaje. No se dan cuenta lo terrible que puede ser que cuando un subordinado se relaciona con un jefe de esas características puede quedarse paralizado', argumenta Kaufmann.Todo se reduce a un problema de miedos. El subordinado teme la reacción del jefe y se queda paralizado. Y el ejecutivo se irrita por la gran competencia de profesionales que existe. 'Hoy día la gente cada vez sabe más, se tiene acceso a la información y cualquiera puede tener el conocimiento necesario para ascender'. De ahí el nerviosismo.
'Hace falta más sentido del humor'
A las empresas, y en especial a los directivos, les falta sentido del humor. 'No hay entendimiento ni empatía. Yo creo que lo que falta es humor', opina el director de recursos humanos de Telefónica España. 'Todo este comportamiento negativo es lo que frena el rendimiento dentro de una organización'. Sin embargo, para este ejecutivo no es grave que las ejecutivos falten al respecto, sean prepotentes y no sepan escuchar.'Todo eso se puede aprender, es corregible. Tiene solución. No hay nada que obstaculice que alguien aprenda a escuchar para que respete a los que tiene alrededor. No se necesita ninguna dosis intelectual, es cuestión de actitud y de comportamiento. Sólo es necesario tomar conciencia fehaciente de lo que estamos haciendo', señala Fajardo, para quien sí existe una carencia mucho más grave que las anteriormente citadas: la incompetencia directiva. 'Muchas veces no es culpa del incompetente y sí lo es de las organizaciones que colocan a esas personas en lugares inadecuados', señala, a la vez que reclama mayores competencias para los departamentos de recursos humanos. 'Todos somos incompetentes para algo. La clave está en no demostrarlo en el sitio inadecuado'.