Multa a los intermediarios de Wall Street
Ha sido una coincidencia en el tiempo. Las cinco mayores firmas de especialistas, La Branche, The Spear, Leeds & Kellog (Goldman Sachs), The Fleet, Van Der Moolen y Bear Wagner, llevaban bajo la lupa de los reguladores más de seis meses, pero la sentencia que les condena a una millonaria multa llega en un momento en el que la Bolsa de Nueva York es muy vulnerable. Difícilmente se puede debilitar más rápidamente la imagen del centro de las finanzas mundiales.
Según varias filtraciones, las operaciones fraudulentas de estas firmas han podido costar a los inversores unos 100 millones de dólares. La Bolsa tiene previsto una sanción que, según The New York Times, rondaría los 150 millones de dólares y sería la mayor de la historia de Wall Street. Las irregularidades consistían en que los especialistas, encargados de cruzar las órdenes de compra y venta, operaban por cuenta propia entre compradores y vendedores para aprovechar diferencias de precios.
Estas prácticas proliferaban bajo el mandato del ex presidente Grasso, quien como ejecutivo, pero también como responsable de la supervisión, se embolsó un pago de 140 millones de dólares. Por eso el caso de los especialistas agita más aún las aguas de una institución en un proceso de reforma y puede obligar a que ésta sea más radical de lo que tiene en mente su interino presidente, John Reed.
Apenas dos días antes de conocerse estas conclusiones sobre los especialistas, el presidente de Fidelity, el mayor fondo de inversión del país, Scott DeSano, comentaba a The Wall Street Journal que habría que reemplazar a los especialistas por un sistema de compraventa electrónico como el del Nasdaq. El resultado de las investigaciones da más peso a su argumento, que se ha visto secundado por firmas como la aseguradora AIG o American Century Investment. El vicepresidente de esta última, Harold Bradlye, aseguraba que es hora la Bolsa 'llegue a la era de las computadoras'.
Reed, que ha comparecido esta semana en el Congreso, cree que el sistema actual es correcto. El presidente de la SEC, William Donaldson, dijo que el regulador aún no ha decidido cómo debe cambiar la estructura del NYSE con la incorporación de nuevas tecnologías y luchar contra la competencia. Donaldson no mencionó el final de los especialistas.
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Fue sólo la semana pasada cuando la Bolsa hizo público los sueldos millonarios de seis de sus directivos. El presidente, John Reed, quiso dejar claro que los 133 millones de dólares que la Bolsa adeudaba en compensaciones diferidas a 23 de ellos se habían establecido bajo la sugerencia de Dick Grasso. Reed dijo que se adecuarán los sueldos a partir de 2004 y se harán públicos.En 211 años, el mercado ha confiado en los especialistas del parqué, pero las investigaciones que se han llevado a cabo en los últimos meses y la presión de las nuevas tecnologías han dado alas a quienes creen que el sistema es obsoleto y caro. La SEC, el regulador de los mercados, investiga también los abusos que pueden haber cometido por su acceso a información privilegiada.Es la piedra angular de Wall Street, dicen los que, como John Reed, defienden la potestad regulatoria de la Bolsa como una ventaja competitiva. Reed ha dicho al Senado que la NYSE es un buen regulador. Pero usuarios como los fondos de pensiones de California creen que hay que separar el negocio bursátil de las funciones regulatorias por posibles conflictos de intereses.John Reed es interino y ya hay un equipo que busca el sustituto. Antes, tiene que renovar las normas de buen gobierno, que están lejos de los estándares pedidos a las empresas que regula, el consejo y el comité de compensaciones que permitió los sueldos desproporcionados. Se habla de una reducción de los miembros y la entrada de una mayoría de independientes y fondos.
Un fraude imposible en España
Las irregularidades cometidas por los especialistas de la Bolsa de Nueva York, que han conducido a una multa de 150 millones de dólares a las cinco mayores firmas, no se pueden dar en España. O, al menos, no de una forma exactamente igual.Los especialistas de Nueva York trabajan en el mismo parqué y reciben las órdenes de compra o venta por parte de los inversores. Manualmente cruzan unas con otras, con el mandato de elegir siempre el mejor precio posible.Cuando no hay suficiente volumen, actúan comprando y vendiendo por cuenta propia. Pero, según ha demostrado la investigación, compraban por cuenta propia y vendían para aprovecharse de las horquillas de precios entre oferta y demanda. En la mayor parte de los mercados del mundo, y sobre todo en los de acciones, las órdenes se cruzan electrónicamente. Es el caso de España, donde los intermediarios envían sus órdenes al SIBE (sistema de interconexión bursátil español), que casa automáticamente las operaciones a precio de mercado hasta que el exceso de dinero o de papel mueve la cotización.