El peligro de morir de éxito
No es un mal Presupuesto, pero el Gobierno ha dejado pasar, con el proyecto de ley de 2004, presentado ayer, una buena oportunidad para empezar a poner las bases de lo que debe ser el futuro de la economía española. Ha optado por el continuismo, sin el menor atisbo de cambio, en una economía y en un mundo en el que todo está cambiando a velocidad de vértigo. Las grandes cifras cuadran de nuevo (con los ya habituales maquillajes que, por otra parte, practican más o menos todos los Ejecutivos europeos). Pero hay algo que falta en el balance: el futuro a medio plazo.
Esa falta de arrojo de la que adolecen las últimas cuentas del Estado de la era Aznar puede pasar factura dentro de no demasiados años, cuando el grifo de los fondos comunitarios comience a secarse. Ello conllevará un lastre notable respecto a vecinos y competidores. ¿Cómo se podía haber abordado este problema ya en los Presupuestos del año próximo? Aumentando más la inversión, muy especialmente la dedicada a investigación y desarrollo. æpermil;ste es el camino más directo, según el consenso de los expertos, para mejorar la competitividad en un entorno como el actual.
Dentro de su línea continuista, el Gobierno ha apostado por un crecimiento del PIB del 3%, una inflación del 2%, un aumento de la inversión del 10,6% y una previsión de creación de 300.000 nuevos empleos. Y todo ello, conservando el equilibrio presupuestario, justo cuando los gigantes europeos, Alemania y Francia, andan a la gresca con Bruselas precisamente porque han decidido no respetar los límites del Pacto de Estabilidad.
En materia fiscal, el Ejecutivo ha congelado los impuestos especiales y ha decidido, de nuevo, no deflactar los tramos del IRPF, con lo que parte del efecto de la reforma fiscal se diluye. La política del equipo económico del PP es ir ofreciendo con cuentagotas las rebajas fiscales, que utiliza como auténtico banderín de enganche en periodos electorales. Otro de los rasgos más llamativos de los Presupuestos es el reparto del gasto. Por primera vez, los gastos sociales suponen casi el 50% del total, con un alza del 7% en el apartado de las pensiones. Desde el ángulo político, lo más relevante es el desmarque, al menos inicial, de CiU. Hasta el momento, el grupo catalán siempre había apoyado los Presupuestos de Aznar en el debate de totalidad. Esta vez se abstendrá por motivos electorales.
En el juego a corto, sin embargo, es muy posible que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, tenga razón al aseverar que el proyecto que presentó ayer es 'una garantía para la prosperidad de las familias'. La sensación que genera un entorno de tipos de interés bajos, con una creación de empleo más que aceptable y un crecimiento superior al del resto de la Unión Europea es un aval para el ministro. No obstante, ese razonamiento autocomplaciente no deja de transmitir la impresión de que el Partido Popular no calibra el peligro de morir de éxito.