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Divisas

Un dólar débil favorecerá las Bolsas a medio plazo

Si el G-7 ha permitido que el dólar baje es porque piensa que la economía mundial lo necesita. Estados Unidos es el 30% del PIB mundial y entre 1996 y 2001 aportó el 60% del crecimiento, pero cuando se ha parado nadie ha tomado el relevo. Tras pasar los tipos de interés del 6,5% al 1% y moverse de un superávit presupuestario de 200.000 millones a un déficit de 500.000, la depreciación de la moneda es la única arma que queda para estimular la recuperación.

Sin embargo, la caída del dólar aparejada a la reunión del G-7 la semana pasada provocó fuertes pérdidas en las Bolsas mundiales, Wall Street incluida. Entonces, ¿qué es lo que quieren los mercados?

'La relación entre las divisas y las Bolsas no es unívoca. Ahora hace falta un dólar débil, pero ello también tiene efectos negativos porque los activos de inversión denominados en moneda estadounidense perderán rentabilidad a corto plazo, y las empresas que compran materias primas en el exterior pueden ver recortado su margen de beneficios', explica Antonio Villarroya, economista de Merrill Lynch.

'A corto plazo, si el dólar no sube es difícil que lo haga la Bolsa. Pero es necesario corregir los desequilibrios actuales', comenta Joan Bonet

En cualquier caso, señala que lo deseable es que las economías regresen a una situación de equilibrio, y el déficit por cuenta corriente de Estados Unidos sumado a su déficit fiscal y a la constante necesidad de financiación externa (es decir, de capital que fluya hacia bonos y acciones de EE UU) es un desequilibrio de primer orden.

Cada día EE UU gasta, según Sabadell Banca Privada, 1.500 millones de dólares más en mercancías extranjeras de lo que cobra por exportaciones. Ese dinero sale de los ahorros de inversores sobre todo asiáticos, que adquieren en bonos y acciones estadounidenses. 'Es como una relación de venta a crédito', explican los expertos de BNP Paribas.

La ruptura de esta relación, inestable a ojos de la mayoría de los analistas, provocará la corrección de los desequilibrios, pero también que dejen de llegar los fondos asiáticos y europeos a EE UU. BNP considera, en todo caso, que ello afectará más al mercado de bonos que al de acciones.

Otros analistas van más lejos en su lectura de la situación, y consideran que el fin de la fortaleza del dólar no es sino el final de la corrección de los excesos de la segunda mitad de los noventa, de la época de la nueva economía. Según esta tesis, las etapas de sobrevaloración de activos (en este caso, acciones y bienes inmuebles) provocan a su vez una sobrevaloración de la moneda en la que están denominados estos activos. Así ocurrió en Japón a mediados de los ochenta, cuando el yen cotizaba a 260 dólares, antes de que los acuerdos del hotel Plaza acabasen con esa política. Ahora lo hace a 111. Los inversores, en todo caso, están pendientes de asuntos más apegados al terreno que de cuestiones de carácter teórico. Como, por ejemplo, qué va a hacer la Bolsa en el corto plazo en caso de que se prolongue la depreciación del dólar respecto al euro y, sobre todo, al yen.

Correlación directa

'A corto plazo, si el dólar no sube es complicado que los mercados recuperen el tono', comenta Joan Bonet, de Credit Suisse, una opinión que comparten la mayor parte de los analistas, aunque consideren que a medio plazo es deseable un ajuste de la moneda. 'La historia dice que la correlación entre Bolsa y dólar es directa y estrecha', añade Bonet, 'pero a medio plazo no creemos que sea incompatible la bajada del dólar con el alza de la Bolsa'.

Ya entre los meses de marzo y junio el dólar experimentó una fuerte depreciación frente al euro, al pasar de los 1,05 dólares por euro a los 1,19. Pero en esta ocasión la situación es diferente, puesto que el dólar está bajando, y de forma muy significativa, respecto al yen. A efectos del desequilibrio externo de Estados Unidos, Asia tiene más importancia que Europa porque exporta más. Como consecuencia de ello, los bancos centrales de Japón, China y Corea atesoran un billón de dólares en bonos estadounidenses.

Por eso la cumbre del G-7 del fin de semana pasado, en la que se dio carpetazo a la intervención para sostener el dólar y mantener bajo el yen, ha causado tanto revuelo en los mercados. Independientemente de lo que termine ocurriendo, hay condiciones para una fortísima depreciación del dólar. Eso es lo que ha pesado en la Bolsa.

Por otro lado, esa misma deprecación del dólar frente al yen provoca que el euro no baje frente a la divisa nipona y que, así, su fortalecimiento frente al dólar sea menos duro. Si el euro es fuerte ante dólar y yen, las exportadoras tienen problemas en ambas zonas, pero si el yen se mantiene, los BMW se venderán igual de bien en Asia.

Andrés Vázquez, economista de Safei, no comparte la opinión de la mayor parte de los expertos, y cree que cualquier bajada del euro es más coyuntural que estructural: 'La economía estadounidense tiene más potencial que la europea, y a medio plazo el dólar tenderá a fortalecerse frente al euro. El mundo marcha mejor con una paridad de un dólar-un euro que con 1,2 dólares-un euro'.

Vázquez, además, sugiere que tras la depreciación del dólar pueden esconderse razones políticas y, más concretamente, el enfrentamiento de EE UU con Alemania y Francia provocado por la guerra de Irak. 'A Europa y a sus empresas les viene muy mal un dólar caro'.

Problemas para la renta fija de Estados Unidos

La debilidad del dólar es más problemática para la deuda estadounidense que para la Bolsa. Los inversores asiáticos tienen 20 veces más patrimonio en bonos que en Bolsa estadounidense. Por este motivo, la repatriación de capitales -o el parón en los flujos de capital- que puede llevar aparejada una caída del dólar afecta mucho más al bono. Desde diciembre, y según BNP Paribas, los extranjeros han financiado el 60% del aumento de la deuda de EE UU.Esta situación, combinada con las crecientes necesidades de financiación vinculadas al alto déficit público de Estados Unidos (rozará los 500.000 millones de dólares el próximo ejercicio), dibuja un escenario complicado para la renta fija estadounidense, en el que la oferta es cada vez mayor y la demanda, menor.Pero, por el momento, la reacción a la depreciación del dólar ha provocado el movimiento contrario y los tipos de interés, que se mueven a la inversa de los precios, han pasado del 4,167% al 4,023% en el caso de la deuda a 10 años durante la semana.Una subida de los tipos de interés a largo puede suponer una amenaza para la recuperación económica. Pero, en cualquier caso, los analistas consideran que la caída del dólar tendrá más efectos positivos que negativos para la economía estadounidense.

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