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Coyuntura

Optimismo en Alemania y EE UU pese a la titubeante reactivación

La confianza repunta sólo sobre una base de expectativas. æpermil;sa es la principal conclusión que arrojan las encuestas de confianza que ayer se publicaron en dos de las principales economías, Alemania y Estados Unidos, si bien la situación de partida de una u otra varía considerablemente.

El índice de confianza empresarial del instituto alemán IFO registró un aumento en agosto desde 89,3 a 90,8, superando las previsiones del mercado. El instituto explica esta subida por los bajos tipos de interés (en su menor nivel desde hace más de un siglo), los planes de rebajas fiscales aprobados por el Gobierno de Gerhard Schröder y la reciente caída del euro frente al dólar, un 9% en los tres últimos meses, lo que permitirá impulsar las exportaciones.

'El clima empresarial repuntó especialmente en la industria y en el comercio. Los nuevos datos confirman la previsión del IFO de una mejora del ciclo en la segunda mitad del año', aseguró el presidente del instituto, Werner Sinn.

El índice de expectativas de futuro subió 1,9 puntos a 102,1 y, por primera vez en muchos meses, también se recuperó 1,2 puntos la percepción sobre la situación actual. Con todo, el índice de clima empresarial se encuentra en su nivel más alto de los últimos 14 meses.

Sin datos que lo sustenten

Pero lo cierto es que los empresarios alemanes tienen pocos datos para sustentar su optimismo: la economía se encuentra en recesión, el paro se encuentra próximo a los 4,5 millones de desempleados, el consumo está a la baja y las empresas hace meses que abandonaron sus planes de inversión. El propio IFO prevé que la economía se estanque en este ejercicio y calcula un anémico crecimiento del 1,7% en 2004.

Así las cosas, sólo les queda la recuperación incipiente que parece experimentar EE UU, mercado al que destina el 10% de sus exportaciones y que puede dinamizarse en un contexto de caída del euro y recuperación de la demanda estadounidense. Las exportaciones representan casi un tercio del PIB alemán.

El Gobierno recibió el dato con euforia. 'Es una señal de que la situación económica empieza a brillar', dijo Schröder. Con más realismo, algunos analistas apuntaban ayer que, con suerte, los datos del IFO apuntan que lo peor de la crisis alemana ya ha quedado atrás.

También la confianza en el futuro impulsó el optimismo de los consumidores estadounidenses. El índice de confianza elaborado por The Conference Board subió en agosto de un nivel revisado al alza de 77 en julio a 81,3. De nuevo las expectativas de un futuro mejor impulsaron toda la mejora. El índice de perspectivas para los próximos seis meses pasó de 86,3 a 94,4, mientras que el sentimiento sobre la situación actual cayó de 63 a 61,1.

En el caso de EE UU, y a diferencia de Alemania, la economía sí asiste a una incipiente recuperación, con el PIB creciendo al 2,4% en el segundo trimestre. El Departamento de Comercio informó ayer que los pedidos de bienes duraderos crecieron el 1% en julio, después de subir el 2,6% en junio y que la venta de viviendas nuevas registraron el segundo mayor nivel en julio.

El problema en el caso estadounidense es dar por segura la recuperación antes de tiempo. Los tipos de interés a largo plazo llevan semanas subiendo ante la esperanza de recuperación, por un lado, pero sobre todo por la presión que ejerce sobre el mercado el enorme déficit público estadounidense, que rondará este año el 4% del PIB y que el año que viene irá a más.

La clave es el empleo

Asimismo, la recuperación se está llevando a cabo sin que la economía cree empleo y con una tasa de paro del 6,2% en julio. Muchos analistas calculan que EE UU necesita crecer a un ritmo del 4% para crear empleo neto, lo que explica la decepción por una tasa de crecimiento que en Europa resultaría excepcional.

'Eso es decepcionante', aseguraba Delos Smith, economista de The Conference Board, que expresa su preocupación por el momento en que repunten las contrataciones y mejore la situación general del mercado laboral.

El repunte de los tipos a largo plazo ya ha provocado una subida de las hipotecas en julio que puede echar por tierra el impacto de la rebaja fiscal que ha empezado a llegar en forma de cheque a los hogares estadounidenses.

Asimismo, algunos analistas advierten que el alto precio del petróleo y el riesgo de que siga al alza pueden incidir negativamente sobre la recuperación de EE UU.

Volatilidad del euro

El euro se recuperó ayer ligeramente frente al dólar y pasó de cotizar 1,0813 dólares al mediodía a 1,0884 a las 15 GMT. Sin embargo, esta reacción no se produjo como se pudiera pensar gracias a los buenos datos de confianza de los empresarios alemanes, ya que cuando se conoció el índice IFO, la moneda europea no alteró prácticamente su cotización. Los mercados interpretaron este dato como lo que es: meras expectativas.El euro tampoco se resintió por los buenos datos de la economía estadounidense porque, según los intermediarios, estas cifras se esperaban y ya habían sido descontadas de antemano. Sólo afectaron al euro los datos que superaron las previsiones.Pero esta volatilidad del euro no preocupa a las autoridades comunitarias, que confían en la fortaleza de la moneda. Ayer el presidente de la Comisión, Romano Prodi, aseguró que le importaba más el prestigio de la divisa que su cotización.

Un plan urgente para Francia

El Gobierno francés ultima un plan urgente para impulsar el crecimiento, que será incluido en el presupuesto para 2004. Aunque el Ejecutivo guarda silencio hasta su presentación, sí se sabe que el presidente, Jacques Chirac, quiere aprobar una rebaja de impuestos mayor a lo previsto (del 3% en lugar del 1%).El problema es que dadas las deterioradas perspectivas de crecimiento de la segunda economía de la eurozona, Francia incumplirá casi con toda seguridad el límite del 3% del PIB para el déficit este año, como ya lo hizo el año pasado.De ahí que el primer ministro, Jean Pierre Raffarin, viaje hoy a Bruselas para entrevistarse con la Comisión Europea y explicar sus planes económicos. No lo tendrá fácil. El presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, dijo ayer que la Comisión 'no puede cambiar las reglas dependiendo del país al que afecte' y defendió la vigencia del Pacto de Estabilidad.

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