Los mercados de electricidad, una Bolsa en la sombra
La electricidad es el terreno natural para la expansión de los mercados financieros. Las Bolsas de electrones son una realidad reciente provocada por la desregulación del sector, pero se han visto salpicados por varios escándalos (Enron, California, el apagón de la semana pasada). Bancos como Goldman o Morgan Stanley, conscientes del potencial del negocio, han apostado por él.
¿Cómo funciona un mercado de electricidad? Igual que una Bolsa normal, es decir, centralizando la oferta y la demanda y fijando un precio único. Pero la electricidad no se puede almacenar como el petróleo, el aluminio, las acciones o los bonos. No se puede guardar ni siquiera unos segundos, por lo que un mercado de electricidad tiene que igualar oferta y demanda de energía en cada instante.
En el mercado entran, por una parte, los vendedores -generadores de energía- y, por otra, los compradores, consumidores o comercializadores que venden la electricidad a pequeños clientes. Cada día se celebra una subasta donde los agentes exponen su oferta o demanda de energía para el día siguiente, y así se fijan los precios. Los distribuidores alquilan líneas de transmisión a otras empresas para transportar la energía.
Esta situación es posible por la desregulación iniciada en el Reino Unido en los ochenta y extendida a muchas economías occidentales. Consiste en separar generación de distribución y comercialización y en abrir el mercado. En España la ley de 1997 dio lugar a la creación del mercado de electricidad al por mayor Omel, que a diferencia de EE UU, es único para todo el país y no negocia futuros.
Era en este negocio donde se movía Enron, cuyos directivos mantuvieron numerosas reuniones con la Casa Blanca para tratar la regulación del sector. Pero la capacidad de generación de Enron era escasa en comparación con su tamaño, al igual que la de distribución. Ganaba dinero comprando energía en un sitio y vendiéndola en otro, y cerrando contratos de futuro en los que, a cambio de una prima, garantizaba el precio de la electricidad en un plazo, asumiendo el riesgo.
Posible manipulación
Estas operaciones, en teoría, hacen más eficiente el mercado y permiten a las eléctricas deshacerse de riesgos. Pero Enron también creaba cuellos de botella artificiales en el sistema para ganar dinero, y manipulaba el mercado durante la crisis energética que multiplicó por 15 los precios de la electricidad en California entre 1999 y 2001. Este precio al por mayor cayó un 30% tras la quiebra de Enron.
Las acusaciones se han extendido a otras compañías del sector, y la mayor parte de ellas (El Paso, Dynegy y otras) han quebrado o dejado el negocio. Los megavatios negociados en Cinegy, el mayor mercado de electricidad de EE UU, cayó el 70% el año pasado según la agencia Platts.
Pero el concepto de un mercado de electricidad está más vivo que nunca. Según Bloomberg, cada día los contratos de electricidad mueven 13.000 millones de dólares en EE UU, y el volumen de comisiones que conllevan asciende a 2.000 millones al año.
Wall Street, corazón de los mercados mundiales, no permanece ajena. Morgan Stanley, que se ha mantenido en el negocio durante la crisis, tiene una posición de privilegio. Goldman, UBS y la aseguradora AIG han comprado activos y Merrill Lynch, que vendió su unidad en 2001, ha creado otra ahora. Ninguna entidad detalla el dinero que gana del negocio. Pero, mientras Enron era un operador 'virtual', que sacaba dinero de operaciones financieras, los bancos están adquiriendo activos reales. Además, las operaciones de derivados de los bancos conllevan menos riesgos que las de Enron.
¿Tiene que ver la liberalización con el apagón? JP Morgan señala que las causas de éste son la antigüedad del sistema de transmisión y el diseño de la red, pensado para llevar electricidad de las centrales a los consumidores, y no para intercambiar electrones y moverlos de un sitio a otro. 'El hecho de que las dos últimas crisis energéticas se hayan producido en zonas pioneras de la liberalización dará munición a los contrarios a ella', añade el banco.
La investigación del regulador energético estadounidense FERC sobre la crisis en California concluyó que 'las estrategias de intermediación utilizadas por Enron y otras empresas violaron las normas', y que 'la relación entre oferta y demanda y un modelo de mercado erróneo abonaron el terreno para la manipulación'. Con el 3% del mercado de generación se podían inflar precios. La imposibilidad de almacenaje hace que los compradores paguen precios excesivos para cubrir escaseces de la oferta o para comprar derivados que les protejan. Por eso el megavatio-hora, que costaba 20 dólares en 1999, pasó a más de 300 en enero de 2001.
Ajustes sobre la marcha para atender picos
Además de la subasta principal, llamada subasta diaria, se celebran otras seis subastas intradiarias, cuyo objeto es introducir las órdenes necesarias para ajustar las exigencias de consumo de electricidad. También se hacen subastas en las que se pone precio a la disponibilidad de los generadores de producir sobre la marcha energía extra, con plazos para empezar a aportar electricidad tan cortos como 15 segundos.
Se subasta la energía del día siguiente
El mercado español de energía eléctrica, Omel, celebra todos los días una subasta de energía en la que los operadores, compradores y vendedores, señalan sus previsiones de oferta y demanda de energía para el día siguiente. Durante esta subasta se fijan los precios y se cierra el suministro del día siguiente, aunque el mercado debe verificar que las operaciones acordadas son posibles desde el punto de vista técnico.
Derivados para cubrirse frente a los riesgos
En España no se negocian derivados financieros sobre energía eléctrica, algo que sí ocurre en otros mercados. En Estados Unidos, por ejemplo, las compañías usan los derivados para garantizar precios de energía futuros y cubrirse frente a eventuales fluctuaciones. Empresas como Enron o bancos sirven de contrapartida, aunque no falta quien utiliza estos mercados para dedicarse a la especulación.
Separación de generador y comercializador
La llamada desregulación del sector eléctrico es condición necesaria para la creación de un mercado. En él se negocia energía al por mayor, por lo que los productores de la electricidad tienen que ser distintos de quienes la compran al por mayor para luego venderla a los pequeños consumidores o, simplemente, porque son grandes usuarios. También es necesario que el tendido se pueda alquilar a quien lo necesite.