Apagones, actuar en lugar de discutir
El apagón de 2003 fue algo más que dejar sin luz a 50 millones de personas. La gente no pudo usar sus ordenadores para conectarse a Internet. No pudieron hablar con sus hijos y amigos a través del teléfono móvil. Golpeó a los sistemas de comunicaciones, salud e información.
Todo esto se debe a que hemos creado una sociedad de la información que depende mucho de complejos sistemas interconectados y no los estamos gestionando correctamente. En lugar de eso, no se está avanzando por el lado técnico, sino por el de las preferencias ideológicas, no por intereses públicos, sino por intereses regionales o provincianos.
El apagón es el último y más dramático ejemplo de todo esto. Durante años ingenieros, reguladores, empresarios y grupos de consumo han advertido que había que modernizar la red nacional de suministro de electricidad (...).
Tejas y otros Estados mantienen su regulación sobre el sistema y no quieren que Washington les diga lo que tienen que hacer (...).
¿Se debió el apagón a falta de tecnología? Difícilmente. Más bien fueron razones ideológicas.
También han sido razones ideológicas las que han evitado una reacción de Washington (...). En los viejos tiempos de la regulación, AT&T fue obligada a construir un sistema de emergencia por si existía saturación en el sistema telefónico. En el mundo desregularizado de la telefonía móvil no son exigidas estas medidas (...).
Un sistema eléctrico descentralizado con un sistema de suministro nacional puede ser algo más racional que el actual, especialmente en una época de inseguridad.