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Columna
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Temas pendientes sobre el mercado de valores europeo

Cada vez queda menos para que llegue la fecha en que se debe haber completado la normativa europea para conseguir un mercado de valores europeo integrado. El Plan de Acción de Servicios Financieros, que fue lanzado por la Comisión Europea en 1999, establece 2004 para haber completado las principales normas respecto a los mercados de valores. Para el resto del sector financiero el horizonte se prolonga un par de años más.

Este proceso de integración se inició en la década de los ochenta con el Acta æscaron;nica europea, que estableció las bases para crear un mercado único de bienes, servicios, personas y capitales, y siguió con la unión monetaria y la adopción del euro. Con la etapa de armonización normativa se deja el camino abierto para que los diferentes mercados financieros nacionales formen un ámbito integrado.

No está de menos recordar que la integración de los mercados de capitales contribuye a la asignación eficiente del capital, a unos menores costes de financiación para las empresas y a unas mayores oportunidades de inversión para los ahorradores.

El grado de avance en la integración de los diversos segmentos de los mercados de capitales es diverso. Es mayor, lógicamente, en los segmentos donde hay una infraestructura europea, y donde las idiosincrasias nacionales son menos importantes. æpermil;ste es el caso del mercado monetario y del de valores de corto plazo.

La unificación de la política monetaria en el Banco Central Europeo y la creación del sistema de pagos al por mayor (Target) han sido definitivos en la unificación de los mercados monetarios. Los tipos de interés a corto plazo son homogéneos entre los países del área euro, y las transacciones transfronterizas son comunes (más del 50% del total de transacciones europeas). Además, de la mano de la unificación monetaria se han desarrollado derivados basados en los tipos de interés europeos (euribor o eonia).

Muy vinculados al mercado monetario se encuentran los mercados de repos y los mercados de valores a corto plazo. En ambos casos, son utilizados en la implementación de la política monetaria, aunque la existencia de características nacionales dificulta que puedan disfrutar de un ámbito europeo global. Pero se están avanzando pasos en la homogenización de las características de emisión, prácticas de liquidación o normas de valoración, impulsadas por el sistema europeo de bancos centrales, precisamente debido a su posible uso como garantía en las operaciones de política monetaria.

Estos mercados, por otra parte, han experimentado un importante crecimiento en términos de emisión y en negociación. Además están aumentando las emisiones de estos activos por no residentes en el área, lo que es indicativo de la consideración europea de este segmento del mercado.

La situación es menos optimista en el caso de obligaciones privadas y acciones. Por un lado, es evidente que el euro ha estimulado el desarrollo del mercado de obligaciones, dado que la moneda única ha facilitado la financiación empresarial que puede acceder a una base de inversores mayor.

Esto es evidente en que cada vez son más numerosas las colocaciones de valores simultáneas en varios países y, a pesar de ello, los costes de emisión se han reducido.

En 2002, las emisiones de deuda privada fueron la mitad del total de emisiones de deuda del área, lo que supone multiplicar por cuatro lo emitido en 1998. Además, se ha avanzado significativamente en la estandarización de características, y en cuestiones como la transparencia de precios y la liquidez. Se debe señalar que la negociación electrónica está contribuyendo positivamente a un mercado que era elevadamente fragmentado.

En el caso de las acciones, la valoración de la situación actual es más difícil. Por una parte sí que se ha producido un importante avance en la negociación transfronteriza, en especial en los valores que forman parte de índices paneuropeos. Los fondos de inversión han ampliado sus carteras con perspectiva europea. Pero por otra parte, hay que considerar aún que los valores tienen admisión a cotización en mercados nacionales, lo que suele conllevar la concentración de la negociación en el mercado de referencia.

Siempre suele darse un sesgo nacional en la negociación, pero es evidente que mucho del mismo se debe a las diferencias en las características de las infraestructuras de valores.

Precisamente para completar el esfuerzo que se debe hacer estos próximos meses en regulación europea, debería avanzarse en la homogenización de los ciclos de compensación, liquidación y registro de los valores que actualmente existen en mercados nacionales y paneuropeos. El mercado integrado pasa por un proceso de competencia y consolidación, y es una cuestión que aún va para largo.

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