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Columna
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La disposición de la Fed es insuficiente

La semana pasada, el presidente de la Reserva Federal (Fed), Alan Greenspan, presentó su informe semestral sobre política monetaria en el Congreso. El problema es que, dadas las actuales circunstancias, sus palabras han perdido efectividad: la credibilidad en su diagnóstico es reducida y la capacidad de reacción de la Reserva Federal lo es aún más. No es extraño que sus declaraciones de que la autoridad monetaria hará lo que sea necesario para asegurar que la recuperación de la economía americana se afiance no vayan a ninguna parte. De hecho, los mercados bursátiles sufrieron un retroceso tras el citado discurso.

La visión de Greenspan sobre la economía de su país es positiva y anticipa un crecimiento para el PIB americano en la segunda mitad de 2003 que duplique la tasa registrada en la primera parte. Las razones que subyacen tras esas previsiones se llaman unas políticas monetaria y fiscal laxas. Pero como inconvenientes hay que mencionar el peso de la deuda acumulada por familias y empresas, y el hecho de que el crecimiento sostenible sea dependiente de un renacer del gasto de inversión en capital.

Esta situación ambigua, con estímulos de política económica presentes, pero sin resultados, se prolonga desde hace varios meses. Cabe pensar que toda situación coyuntural termina modificándose eventualmente, pero hay que tener presente la situación japonesa y ser conscientes que el bache puede durar mucho tiempo. Puede durar el tiempo necesario para corregir los desajustes acumulados. Es de suponer que en el caso de la economía americana los desajustes sólo se deben a excesos en deuda acumulada, pero no conllevan vicios ocultos. Un problema de las empresas y entidades financieras japonesas ha sido precisamente la falsedad de los balances, con lo cual hasta la determinación de la magnitud del problema ha sido difícil. Pero en el caso de la economía americana se confía en que las empresas ya hayan reequilibrado sus balances en gran medida, de forma que se encuentren en la actualidad en una posición saneada dispuestas para volver a embarcarse en nuevas inversiones.

Esto puede ser cierto en las empresas, pero las familias se han visto incentivadas a volver a acumular más deuda, animadas por los bajos tipos de interés. Luego, en lugar de contribuir a remediar el problema, la laxitud monetaria ha supuesto su reavivación. Esta situación no implica una solidez en el crecimiento esperado, sino una mayor vulnerabilidad.

Diversos analistas aún ven la recuperación de la economía americana en la cuerda floja. Como se ha dicho, las perspectivas de crecimiento dependen del sector empresarial. Se ha enfatizado mucho que los beneficios que las empresas están publicando muestran un avance positivo, aunque se debe añadir que es muy modesto en comparación con la situación mostrada en las fases de recuperación en otros ciclos.

En parte, esta moderación en la tasa de aumento de los beneficios refleja la situación de cuasi deflación; es decir, una escasa capacidad de las empresas para imponer precios mayores. Pero también puede reflejar una menor tasa interna de rentabilidad real de los proyectos de inversión. En este caso, los inversores deberían aceptar este hecho y la recuperación resultante mostraría unas tasas de crecimiento moderadas. Las inversiones que pretendan ganancias de capital basadas en revalorizaciones nominales sólo pospondrán su necesaria corrección. En consecuencia, los mercados bursátiles pueden comportarse alternando el optimismo provocado por la abundancia monetaria y los estímulos fiscales, y la perplejidad de unos beneficios empresariales moderados.

Todavía existen argumentos para pensar que los precios de los activos son vulnerables, especialmente en EE UU. O la inflación sube o el dólar cae o la deuda privada se reduce o las perspectivas de beneficios aumentan. El resultado esperable es una importante volatilidad. Ni la promesa de la Fed de estar dispuestos a mantener la política acomodaticia lo que haga falta puede evitarlo.

La alternativa puede estar, sin embargo, en que la recuperación o el dinamismo en alguna otra región del mundo presente proyectos rentables que hagan atractiva la inversión. Greenspan lo señaló en su mencionado discurso: el momento y la extensión de la recuperación de la actividad económica en EE UU dependerá de la evolución global. La solución está, por tanto, en otras manos.

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