Diversificar en renta fija
Los fondos de alto rendimiento, que pueden considerarse como un activo de riesgo intermedio entre la renta fija y la renta variable, constituyen una oportunidad para diversificar las carteras y mejorar la relación riesgo-rentabilidad
Uno de los activos que mejor comportamiento está teniendo en los últimos meses son los denominados bonos high yield (bonos de alta rentabilidad), que en lo que va de año están ofreciendo tasas de rentabilidad de dos dígitos. Si estas cifras se comparan con el rendimiento ofrecido por la deuda pública (3%-4%) está claro que la inversión en este tipo de fondos de renta fija parece atractiva, si bien conlleva una serie de riesgos adicionales que es importante valorar antes de tomar la decisión de invertir.
Uno de los principales riesgos que comporta la inversión en renta fija es el riesgo de crédito, es decir, que el emisor de los títulos sea capaz de atender el pago de los intereses más el principal a vencimiento de la emisión. Este riesgo afecta al tipo de interés de la emisión, ya que a medida que la probabilidad de impago es mayor, el emisor que necesita financiación debe ofrecer a los potenciales inversores rentabilidades más atractivas a cambio de una menor solvencia financiera.
Para valorar este tipo de riesgos existen a nivel internacional una serie de agencias de calificación crediticia, siendo las más importantes Standard & Poor's, Moody's e Ibca. æpermil;stas, a través de sistemas muy rigurosos de valoración de los emisores de renta fija, ofrecen a los inversores una serie de calificaciones, por medio de letras y números, sobre capacidad de las compañías de atender sus compromisos con los acreedores. Estas valoraciones se revisan y pueden ir cambiando con el tiempo, a mejor o a peor, según evolucione la solvencia y los riesgos del emisor. En general, estas calificaciones van desde AAA, calificación máxima, normalmente otorgada a Gobiernos, hasta C o D que sirven para calificar emisiones con elevado riesgo de impago o muy especulativas. Entre medias existen distintos niveles de calificación.
Dentro de la calificación Investment Grade (desde Aaa o AAA hasta A), se suelen encontrar emisiones de renta fija privada de empresas con balances sólidos y fuerte generación de flujos de caja, y por tanto con escasos problemas de insolvencia financiera (eléctricas, autopistas).
Sin embargo, los títulos emitidos por empresas pequeñas y medianas en sectores de fuerte crecimiento (TMT, biotecnología) o sin un historial empresarial suficiente deben ofrecer rentabilidades muy superiores a las ofertadas por los Gobiernos o las empresas sólidas, por su mayor riesgo de impago. De ahí su calificación de 'alto rendimiento'.
En general se puede afirmar que las calificaciones de las agencias mencionadas tienen un grado de acierto elevado y los casos de incumplimiento de pagos se han producido en empresas de baja o muy baja calificación crediticia, si bien a medida que el rating es menor la probabilidad de impago es exponencial. En EE UU este tipo de emisiones tiene una mayor tradición que en Europa, donde la financiación empresarial se ha realizado básicamente a través de préstamos bancarios y ha sido en los últimos años cuando las compañías han acudido con mayor intensidad a los mercados de bonos.
Ante esto, cabe preguntarse cómo se comportan los bonos de alto rendimiento o qué factores han influido en su recuperación. Hay una serie de factores cuya influencia es directa en el comportamiento de estos activos. En primer lugar el clima económico, ya que en la medida que la situación económica sea favorable, estas compañías podrán cumplir sus planes de negocio, tendrán mejores resultados y atenderán sus compromisos de pago con mayor soltura. Además, la credibilidad del equipo gestor, su capacidad para manejar el balance, las expectativas del sector en el que opera la compañía, su posición competitiva y su estructura de capital son aspectos a tener en cuenta a la hora de elegir unas emisiones frente a otras. Parte del castigo sufrido por los high yield desde 2000 ha tenido mucho que ver con la falta de confianza inversora derivada de los escándalos contables como Enron o Tyco, que se contagió al resto de las compañías. Por ello el saneamiento de las empresas en el último año, las reestructuraciones y las reducciones de costes han supuesto una mejora de su solvencia, una subida del precio de sus títulos y una recuperación de los fondos que invierten en estos activos.
Estas mejores expectativas económicas y el saneamiento de las compañías se ha traducido, a efectos del mercado, en una reducción significativa y brusca del diferencial de tipos de interés entre la deuda pública y los bonos de alto rendimiento. Si en septiembre del año pasado las empresas de este segmento de high yield tenían que ofrecer tipos de interés de media un 11% más altos que los de los bonos de Gobierno más solventes, en la actualidad esta prima se ha reducido hasta un punto cercano al 5%.
Fondos de alto rendimiento
Existen en España una gran variedad de fondos high yield pertenecientes a gestoras domésticas y extranjeras. En el caso de las españolas, se ha recurrido en varios casos a la figura del fondo de fondos, al ser un vehículo eficiente que permite invertir en los mejores fondos de estas características que ofrecen multitud de proveedores nacionales e internacionales.
No todos los fondos de alto rendimiento son iguales. Un inversor que opte por este tipo de activos debe valorar:
1. Diversificación de la cartera
Uno de los aspectos más decisivos en este tipo de fondos es que la cartera esté bien diversificada, en emisiones de distintos riesgos crediticios, sectores y tipo de compañías, con el fin de diluir los riesgos de impago de alguno de los emisores. Además de estar diversificada, es importante tener en cuenta cuál es el riesgo de crédito del conjunto de la cartera según el rating de los distintos bonos en los que invierte el fondo. El riesgo no es el mismo si la mayoría de los bonos son BB que si son CCC, además del peso relativo que cada una de las emisiones tenga dentro de la cartera del fondo.
2. Exposición geográfica
Dentro de estos fondos existen básicamente tres alternativas. Fondos que invierten en Europa, algunos sólo en la zona euro, los que invierten únicamente en emisores americanos y los fondos globales, en los que el equipo gestor toma una decisión de selección de emisores por áreas geográficas.
Desde la perspectiva de un inversor español, al invertir en fondos high yield americanos y globales, además de los riesgos mencionados debe contar con el riesgo divisa (a no ser que los fondos estén cubiertos a euros) que puede jugar a favor o en contra dependiendo de la evolución del tipo de cambio del euro frente al resto de las divisas, sobre todo dólares.
3. Resultados históricos de los fondos 'high yield'
Si bien los fondos high yield han tenido un buen comportamiento en el último año, no hay que perder de vista que desde 2000 y coincidiendo con el estallido de la burbuja bursátil, este tipo de fondos sigue ofreciendo rentabilidades negativas.
Los fondos americanos han tenido mejor comportamiento, en términos de rentabilidad y volatilidad, que los europeos desde 2000, si bien para un inversor europeo este mejor rendimiento se ha visto menguado por la caída del dólar. En el último año, sin embargo, la recuperación ha sido más importante para el high yield europeo.
¿Qué aportan los fondos high yield dentro de la cartera de un inversor? Pueden considerarse como un activo de riesgo intermedio entre la renta fija y la renta variable, con la ventaja de tener baja correlación con los bonos del Tesoro y la Bolsa, lo que sin duda ayuda a diversificar las carteras y a mejorar la relación riesgo-rentabilidad. En este sentido puede entenderse que una proporción de la cartera de renta fija pueda destinarse a este tipo de fondos. El peso dependerá del perfil de riesgo del inversor y del momento de mercado. Así para un inversor con una cartera moderada que invierte a tres o cinco años recomendaríamos un peso de high yield no superior al 10-15% de la cartera de renta fija, preferentemente en fondos europeos con el fin de minimizar el efecto divisa.