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Bolsa

La sobrevaloración de los precios sigue lastrando la Bolsa

La maquinaria propagandística sigue bien engrasada. Las firmas de Bolsa atraviesan momentos de gran incertidumbre en lo que respecta a las cuentas de resultados, porque sólo las operaciones por cuenta propia son las que salvan los muebles. Los ingresos por intermediación típica, es decir, por los corretajes derivados de la compraventa de acciones por parte de los particulares siguen a la deriva.

Nadie en su sano juicio tira piedras contra su tejado. Por eso hay que asumir, que no es lo mismo que validar, la actitud de los grandes bancos de inversión con pregones llamando a la Bolsa. Sucede que los argumentos fallan por el lado de la situación económica, con signos endebles o, si se prefiere, incapaces de soportar las valoraciones actuales. Tampoco ayudan las cuentas de resultados de las empresas cotizadas. Eso es, al menos, lo que se desprende de los últimos profits warnings. Esa es la razón poderosa por la que los insiders, los iniciados, venden desde hace semanas hasta alcanzar el porcentaje más alto desde que estallara la burbuja de los valores tecnológicos en marzo de 2000.

La cantinela de los bancos de inversión es, sin embargo, otra. El argumentario de moda es que ha cambiado el sentimiento del mercado y que no hay alternativas atractivas para invertir fuera de las acciones. Recalcan que los bonos han llegado al límite y que pueden estallar en cualquier momento. También que los inmuebles han alcanzado precios estratosféricos.

Por eso, dicen los más optimistas, la Bolsa tarde o temprano acaparará los flujos de inversión después de tres años largos de penurias maquillados un tanto con el cierre del primer semestre, el mejor en muchos años.

Los mejores expertos desatienden, sin embargo, este llamamiento a las filas de la Bolsa y destacan un comentario aparecido hace unos días en la revista Barron's respecto a las ocasiones que presentan los mercados de manera cíclica tanto para comprar como para vender.

Comenta la revista que una gran ocasión de venta fue en 1982, por ejemplo, cuando el PER era de 9,7 veces y las valoraciones eran un tercio las ventas y equivalentes al valor contable. Ahora el PER supera las 30 veces y las valoraciones son el 2,75 del valor contable y 1,3 de las ventas.

Este cálculo ha obligado a reflexionar a muchos gestores e inversores, porque, entre otras cosas, niega el predicamento de los más entusiastas. O lo que es lo mismo, las valoraciones que ofrecen los mercados en la actualidad no brindan, precisamente, una buena oportunidad de compra.

La hora de los resultados

Ha llegado el momento de la verdad en lo que respecta a la presentación de resultados empresariales. Wall Street es la Bolsa más madrugadora. El grueso de los resultados, en concreto para 459 compañías del S&P 500, se divulgarán en la segunda mitad de julio.Hasta ahora, los preanuncios conocidos invitan, de nuevo, a la preocupación sobre el ritmo de crecimiento de los beneficios, tras la tranquilidad del primer trimestre. De hecho, el mercado se inclina ahora por un aumento de los beneficios del 5% cuando hace unas semanas la apuesta era del 7%. El empeoramiento de las perspectivas de resultados se debe especialmente a los presentados por Pfizer, de forma que descontándolos las previsiones se habrían mantenido sin grandes cambios. La ratio de preanuncios positivos sobre profits warnings es de 2, mejor que el 2,8 durante los tres primeros meses del año, pero por encima de 1,2 puntos durante el segundo trimestre de 2001.Por sectores, el mejor parado es el tecnológico, en donde se espera un aumento promedio superior al 20% en el periodo.

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