Schröder se la juega
Paso a paso, el canciller alemán, Gerhard Schröder, empieza a poner en marcha una batería de medidas con las que confía en sacar al país de una crisis que empieza a enquistarse. Primero logró el respaldo masivo de su partido para una reforma del Estado de bienestar que traerá consigo importantes recortes en los gastos sociales. Ahora apuesta por adelantar a 2004 una bajada de impuestos con la que pretende animar el consumo de los ciudadanos (atenazados por una creciente tasa de paro) y aliviar la carga fiscal de las empresas. Todo ello, combinado con unos tipos de interés históricamente bajos, podría ser suficiente para dar al gigante europeo el empujón que necesita para salir del anquilosamiento en el que lleva sumergido más de dos años.
El líder socialdemócrata tendrá que sortear importantes obstáculos para llevar el barco a buen puerto (para empezar, la oposición conservadora se resiste a adelantar la bajada de impuestos). Y no hay garantías de que las reformas tengan éxito. Pero todas ellas eran ineludibles en un momento en que Alemania ha pasado del estancamiento económico a la recesión y, además, afronta una amenaza clara de deflación.
Si las cosas le salen bien, un repunte en la confianza de consumidores y empresas puede impulsar el consumo y la inversión, retomando sendas de crecimiento razonables.
Ahora bien, si la fórmula fracasa, Alemania puede ver cómo la rebaja de impuestos agrava aún más sus problemas de déficit público y eleva el endeudamiento, lastrando el motor económico durante mucho tiempo. Por el bien de toda la eurozona (y de nuestras exportaciones en particular), esperemos que a Schröder le salga bien la jugada.