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Política monetaria

Política monetaria, ¿y después de los tipos, qué?

Tipos de interés que se acercan peligrosamente a cero, déficit públicos al alza, una caída de los precios que despierta el fantasma de la deflación y, pese a todo ello, una recuperación económica anémica. En ese contexto, los banqueros centrales empiezan a barajar instrumentos alternativos a la política monetaria más ortodoxa.

De momento, la mayoría de los economistas reconocen que aunque el margen se ha estrechado mucho, 'aún no se ha agotado, especialmente para la zona euro', asegura Delfina Pérez, de Banif. Pero todos coinciden en que a finales de año, los tipos de interés se situarán en el 0,75% en EE UU y en el 1,5% en Europa. ¿Será suficiente?

José Luis Martínez, economista jefe de Citigroup, advierte que 'cuando los tipos de interés han bajado tanto que su modificación deja de motivar a los agentes económicos, entonces la política monetaria convencional deja de ser efectiva'. David Cano, responsable de estrategia de AFI, abunda en la misma línea: 'La sobreinversión de las empresas es incompatible con tipos de interés a la baja, ahí el estímulo monetario no sirve'.

Lo cierto es que este agresivo recorte de tipos se ha visto acompañado de sustanciales caídas de precios. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha alertado del riesgo de deflación que sufre la economía alemana y, en menor medida, la estadounidense. El Fondo recomienda a EE UU, como a Japón que padece este problema hace años, el establecimiento de un objetivo explícito de inflación 'en el rango del 2%'. 'Ello daría margen para respuestas contracíclicas coherentes con el mandato de la Reserva Federal', apunta el organismo en su informe bianual sobre la economía estadounidense.

Si los estímulos aplicados no consiguen impulsar la recuperación, la amenaza de un escenario a la japonesa emerge entonces con fuerza.

De ahí que la Reserva Federal se haya mostrado abierta a aplicar una política 'no ortodoxa' en caso necesario. Analistas de Goldman Sachs, Merrill Lynch y JP Morgan, por citar sólo algunos, coinciden en que el banco central apostará por la compra de bonos a 10 años, con el fin de inyectar liquidez al sistema y favorecer la caída de los tipos a largo plazo que, además, sirven de referencia mayoritaria para las hipotecas en aquel país.

En Europa, el Banco Central Europeo (BCE) ha negado sistemáticamente la amenaza deflacionista. Pero la semana pasada, su economista jefe, Otmar Issing, defendió la aplicación de medidas alternativas a las bajadas de tipos, 'lo que apunta una mayor cautela sobre esta posibilidad' por parte del banco, asegura Martínez.

La intervención en el mercado de divisas es otra de las posibilidades que barajan los analistas. El director gerente del FMI, Horst Köhler, abogó recientemente por una acción concertada de los bancos centrales para evitar que el dólar caiga más allá de los niveles actuales o lo haga de forma muy rápida. Pero el planteamiento no es sencillo.

Debilidad cambiaria

'El problema es que ahora todos los países quieren lo mismo, una moneda débil para impulsar sus exportaciones y todos no pueden ganar. Es el pulso que actualmente mantiene EE UU con los países asiáticos', asegura Cano.

En todo caso, la mayoría de los analistas descarta que un pacto de los bancos centrales para frenar la depreciación del dólar sea posible en estos momentos ni fácilmente explicable a la opinión pública.

Los expertos señalan que otra rebaja de tipos en las principales economías marcará un punto de inflexión en la política monetaria. De salir airosos, la cuestión que afrontarán entonces los bancos será cuánto tiempo puede mantenerse una política monetaria tan expansiva como la actual.

Sin perspectivas de cambio para la era Trichet

La sucesión al frente del Banco Central Europeo (BCE), prevista para mediados de octubre, no conllevará un cambio sustancial de la estrategia de la entidad. æpermil;sa es, al menos, la convicción de los analistas que sí destacan, sin embargo, la mayor capacidad de comunicación que ofrece el candidato, Jean-Claude Trichet, frente al presidente actual, Wim Duisenberg.'El BCE revisó hace dos meses su estrategia y perdió entonces la oportunidad de fijar un objetivo de inflación del 2%-2,5% más realista y acorde con las necesidades de la economía. La llegada de Trichet no va a suponer un cambio en el sesgo de la entidad', asegura David Cano, de AFI.Delfina Pérez, de Banif, cree, sin embargo, que pasado un periodo de transición, 'Trichet no se mostrará tan ortodoxo como Duisenberg, se mostrará más activo en favor del crecimiento'.Cuando menos, el consenso apunta a que las declaraciones de Trichet resultarán menos conflictivas que las de Duisenberg, que ha logrado anular el efecto positivo de algunas rebajas de tipos en la rueda de prensa posterior a la reunión de la entidad. Y que, con ello, aumente la confianza en el banco.

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