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Democracia desconectada

Ralf Dahrendorf (ex rector de la London School of Economics, forma parte de Cámara de los Lores), en La Nación, Buenos Aires

Por alguna razón, la gente ha perdido su confianza en las elecciones (...). Por lo demás, nos hemos acostumbrado a aceptar como ganadores a partidos o candidatos que reciben el 25 % del voto popular. Desde Holanda y Finlandia hasta la Argentina y Japón, los Gobiernos mayoritarios se constituyen con el apoyo de minorías (...). ¿Qué ha sucedido?

Una respuesta obligada es: los votantes desconfían de los partidos políticos. En numerosos países, digamos los más, la democracia electoral funciona por intermedio de organizaciones que proponen candidatos representativos de determinados paquetes de opciones políticas (...). Sin embargo, por diversos motivos, esta vieja práctica se ha vuelto obsoleta (...).

Paradójicamente, los partidos políticos también se han vuelto más tribales al perder su particularidad ideológica (...). Esta evolución los ha apartado del ámbito del electorado. El grueso de éste no desea pertenecer a ninguno en particular; por tanto, el juego partidario pasa a ser un deporte de minorías (...). El pueblo ya no se considera representado por los Parlamentos (...).

La acción directa mediante manifestaciones callejeras se ha vuelto un hecho común y, a menudo, eficaz. Ante la imposibilidad de movilizarse, se puede opinar por vía electrónica (...).

Y más allá, por supuesto, la posibilidad de desconectarse por completo, dejar la política a los profesionales y concentrarse en otros ámbitos de la vida (...). Esta última opción es la más peligrosa porque sustenta el autoritarismo progresivo que caracteriza a nuestra época.

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