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Secretos de despacho

La humildad del bodeguero

José García Carrión reparte su tiempo entre Jumilla y Madrid. No le gusta el lujo, prefiere la austeridad. Tiene una fotografía significativa, en la que le echa un pulso a su hijo mayor para comprobar si está preparado para sucederle en la presidencia

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odos opinan. Su esposa, su hijo, la secretaria. Todos sugieren y aconsejan al bodeguero José García Carrión cómo debe posar para las fotografías. A él no le importa. Está acostumbrado a que todos den su opinión, a que irrumpan en su despacho, a que la familia se vuelque en el negocio familiar centrado en los vinos García Carrión, los zumos y las cremas (Don Simón). Necesita a los suyos, a pesar de que, en ocasiones, preferiría trabajar en silencio. Pero no puede evitar que su mujer, que se ocupa de todo lo relacionado con la publicidad y la imagen, o sus dos hijos, volcados en la auditoria interna y el marketing, le interrumpan con sus proyectos e iniciativas. 'Esta es una empresa muy dinámica, donde siempre estamos innovando y planificando nuevas ideas y mercados, así que es muy difícil que me pueda concentrar. Además, mi política es de puertas abiertas y de confianza en todo el equipo'.

José García Carrión ha optado por robarle horas a la noche. Nació en Jumilla (Murcia) hace 54 años, dice que como buen virgo es muy perfeccionista y ordenado. Y no lo puede evitar, 'necesito tener a los míos cerca'. Porque para él la familia significa garantía de continuidad y de acompañamiento. Reconoce, además, ser muy exigente consigo mismo, más que con los demás. Tiene dos despachos, uno en su tierra natal, donde tenía pensado instalar su negocio, y otro en pleno barrio de Salamanca en Madrid, donde por sentido práctico tiene su centro operativo. Su vivienda está en el mismo edificio. 'Así es difícil desconectar'. Los fines de semana también trabaja, siempre está maquinando algo. 'Son los días que dedico más a la creatividad. Cuando se es directivo y a la vez empresario dentro de un negocio puramente familiar es difícil parar. Hay que dar ejemplo al resto de los profesionales y ejecutivos'. En su despacho, decorado con muebles funcionales y pocos lujos, guarda dos cajas de puros, que procura no fumar en público, sobre un armario un repertorio de botellas de vino y un decantador y dos cuadros con fotografías de botellas. 'Siempre me han acompañado pequeñas joyas de vino que yo empecé y que he ido embotellando'. Utiliza el ordenador, pero 'no soy adicto'. Le gustan las oficinas pequeñas y las fábricas grandes. 'Mi estilo es muy sencillo. No me gusta la ostentación. Lo que siempre he procurado es ser muy humilde. Sé que el día que perdamos posición lo perdemos todo', señala García Carrión.

Muy cerca de su mesa hay un retrato suyo con sus dos hijos en el se ve a José echando un pulso a su hijo mayor, Juan Ignacio, de 28 años, en presencia del pequeño, Luciano, de 26 años. 'De vez en cuando les echo un pulso para ver si están preparados para relevarme en la dirección', explica este empresario, cuya verdadera vocación era la arquitectura, pero no consiguió la calificación suficiente para ingresar en la escuela. Comenzó a trabajar con 18 años en el negocio familiar dedicado al cultivo del viñedo y elaboración del vino. 'Estoy muy ilusionado porque competimos con empresas multinacionales, pero me gustaría hacer una buena sucesión en la empresa, con directivos profesionales y con una presidencia no ejecutiva que recaería en mí', añade García Carrión, cuya empresa da empleo a 620 personas, facturó el año pasado 300,4 millones de euros y vendió 461,8 millones de litros. El secreto, según cuenta, no está en las genialidades de ningún directivo, sino en la constancia, la disciplina y el trabajo en equipo.

Al súper, en moto

José García Carrión tiene dos aficiones: los coches de fórmula 1 (en el circuito del Jarama conoció a su esposa en 1968) y a las motos. Tal es así que una buena parte de los fines de semana los dedica a recorrer con su moto los supermercados para ver cómo están colocados sus productos en las estanterías.Confiesa que su vocación, además de la arquitectura, ha sido ser comercial. De hecho recorrió España para nombrar él mismo a 50 distribuidores. Para este emprendedor no es necesario ser un genio, sino tener disciplina, constancia y pasión por el negocio.

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