Por algo más de rentabilidad
La demanda de bonos de alto rendimiento se ha disparado en los últimos meses, a medida que se agotaba el potencial de la deuda soberana. Los fondos que invierten en estos activos cosechan ganancias en torno al 10% en lo que va de año
Avanza el año entre incertidumbres bélicas, dudas sobre la recuperación y epidemias asiáticas, y en el universo de activos para la inversión existe una categoría en concreto, la de los bonos de alta rentabilidad, que se está comportando de una manera excelente, con rentabilidades que superan en muchos casos el 10% desde comienzos de año. Los gestores asisten a esta revalorización con mucho interés, pero no sin escepticismo por cuanto comienzan a surgir voces que avisan que el mercado de bonos de alto riesgo o high yield (como también se les conoce) puede no estar tan barato como se pueda creer.
Los bonos de alta rentabilidad son aquellos que emiten compañías con calificaciones crediticias bajas, por debajo de lo que agencias de calificación como Moody's o Standard and Poor's consideran apto para la inversión. Es decir, se trata de compañías que emiten bonos, pero cuya solvencia es dudosa y, por tanto, el riesgo de que no puedan hacer frente a los vencimientos de esas emisiones es mayor que el de, por ejemplo, los bonos estatales. Por esa razón, las emisiones de estas compañías se realizan a un tipo de interés mucho mayor que el de los bonos estatales, porque para atraer a los inversores, y para que el riesgo merezca la pena, deben ofrecer más rentabilidad que la de otras emisiones más seguras.
Son varias las razones por las que el mercado de bonos de alto riesgo ha despuntando con tanta fuerza en los últimos meses. La principal es la enorme demanda por este tipo de activos, frente a una oferta, sobre todo en Europa, bastante más reducida. 'El soporte del mercado high yield se debe en última instancia a la enorme cantidad de entrada de dinero en este mercado, a medida que los inversores prosiguen con su búsqueda incansable de una rentabilidad superior', apunta Keith Swabey, gestor de renta fija de JP Morgan Fleming.
No es para menos, pues la incertidumbre económica y bélica ha provocado una huida de la Bolsa por parte de los inversores, que se han refugiado masivamente en los bonos estatales. El resultado ha sido la creciente inestabilidad de la renta variable a lo largo del primer trimestre, y la revalorización del precio de los bonos estatales hasta agotar su margen de subida. La opción, en esta circunstancia, ha sido la búsqueda de nuevos activos con potencial, como los bonos de alto riesgo. 'Las preocupaciones geopolíticas han constituido una coyuntura favorable para la renta fija de alto rendimiento denominada en euros, que se ha caracterizado este primer trimestre por la fortaleza de la demanda en mercados secundarios y la caída de las tasas de incumplimiento de pagos', afirma la gestora suiza Pictet Funds.
El descenso de los impagos ha sido otra de las claves. 'Las previsiones de Moody's sobre riesgos de impagos han disminuido para los próximos meses', explican en ABN Amro Asset Management. 'Moody's estima que la ratio de impago en marzo de 2004 disminuirá al 6,3%, de un 6,4% actual (el cual ha caído de 7,65 en el mes pasado)'. Significa esto que la solvencia de las compañías está mejorando, y por lo tanto el número de emisiones que no podrán hacer frente a sus vencimientos está descendiendo. Todo ello deriva en una caída de la prima de riesgo en el conjunto del mercado de bonos de alta rentabilidad.
Y ello se debe principalmente a los esfuerzos que muchas compañías están llevando a cabo para reducir su deuda y sanear sus balances. Sobre todo algunos de los denominados ángeles caídos, como France Télécom o Ericsson; es decir, empresas cuya calificación crediticia fue degradada a niveles no aptos para la inversión, a raíz de la enormidad de su deuda. 'Esta tendencia tiene una serie de implicaciones positivas para el mercado de high yield', explica Keith Swabey, de JP Morgan Fleming. 'En primer lugar, y lo más importante, reduce la posibilidad de impagos y futuras rebajas de calificación. Pero a medida que las compañías son más reticentes a emitir deuda, también provoca el efecto de reducir las emisiones de bonos. Esto genera una fuerte demanda de los bonos que ya están en el mercado'.
Cautela económica
Los bonos de alto rendimiento suelen considerarse un híbrido entre la renta variable y la renta fija. De hecho, su comportamiento corre más parejo a la primera que a la segunda. Son activos, además, que suelen comportarse de manera excelente en épocas previas a las recuperaciones económicas, como aparentemente es el caso. No obstante, no está tan claro, de momento, que las economías vayan a repuntar en el segundo semestre, como parece adelantar este mercado, e incluso hay quien habla de la posibilidad de estancamiento en Estados Unidos. 'Los factores macroeconómicos que conducen el mercado de high yield son débiles', sostienen en ABN Amro. Los analistas de esta gestora, no obstante, reconocen que aunque el rally acontecido ha frenado las expectativas a corto plazo, los diferenciales de los tipos de estos bonos con respecto a la deuda soberana son aún atractivos. 'Aunque los fundamentales no han cambiado, la demanda es aún muy fuerte y hay poca oferta', añaden.
Keith Swabey prevé rentabilidades del orden del 9% para este mercado en 2003, pero advierte: 'Dada la fortaleza que el mercado ha mostrado, los inversores deberían ser conscientes de que se acerca a su valor justo en muchas áreas'. Por esa razón, tanto JP Morgan Fleming como muchas otras gestoras recomiendan acercarse a este mercado con cautela, seleccionando mucho las emisiones en que se invierte, diversificando mucho entre distintas emisiones e integrando la inversión en bonos de alto riesgo dentro de una amplia cartera diversificada, donde este mercado represente una pequeña parte del total de la inversión.
Cartera diseñada para un partícipe moderado con un horizonte temporal a tres años. Datos obtenidos de las recomendaciones de ING, Abante
y Schroderes.
La cartera de ING se reparte a partes iguales entre renta fija y renta variable. En deuda apuestan mayoritariamente por los títulos europeos frente a los americanos. Por lo que se refiere a la distribución geográfica, se posicionan en un 32% en acciones europeas, en un 14% en valores americanos, en un 2% en acciones de países emergentes y otro 2% en títulos japoneses. En Bolsa colocan un 12% en bancaseguros, un 9% en tecnología, un 7% en salud, un 5% en energía, 4% (alimentación y bebidas), un 3% en bienes de consumo y un 2% en servicios públicos, química y ocio.
Abante
Abante recomienda aumentar las posiciones en renta variable una vez que el riesgo geopolítico se ha evaporado y que un 80% de los valores de S&P 500 han presentado beneficios superiores a lo estimado. Por regiones mantienen su apuesta por el mercado americano en detrimento del europeo y desciende el peso del mercado japonés para elevarla en los países asiáticos. En renta fija comienzan a vender las inversiones en títulos de alto rendimiento porque el diferencial frente a la deuda pública está perdiendo fuelle.
Schroders sigue apostando claramente por la renta fija, fundamentalmente europea, frente a los títulos bursátiles (sólo europeos). Diversifica entre activos a corto, a largo plazo, deuda pública y privada, renta fija de países emergentes y de la Europa del Este.