_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Divisas y comercio mundial

Uno de los peores años de las últimas décadas para el comercio mundial fue 2001. Según el FMI, su crecimiento del 0,1 % estuvo muy por debajo de la media cercana al 5,7% obtenida desde 1985. ¿Las razones? Especialmente dos. Por un lado, la desaceleración económica mundial, con un crecimiento económico del 2,3% (3,5% promedio en el periodo considerado anteriormente). Pero no podemos olvidarnos del impacto negativo que supusieron los atentados terroristas del 11 de septiembre en Nueva York. Con todo, la recuperación durante el año pasado fue bastante esperanzadora. Las primeras estimaciones son de un aumento del 2,9%, con la previsión para este año en un 4,3% más.

La recuperación del comercio parece fundamental para la propia recuperación de la economía mundial. Y en nada contribuye a este objetivo el enfrentamiento comercial entre EE UU y la zona euro. Además, para muchos países la aportación del sector exterior sigue siendo determinante para consolidar el escenario de recuperación de sus economías. De ahí la preocupación sobre el impacto económico negativo de los importantes movimientos actuales en los mercados de cambios.

El BCE decidió hace unos días mantener sus tipos de interés sin cambios. La argumentación de esta decisión no fue muy diferente a la escuchada en las últimas semanas: los niveles de tipos de interés actuales no impiden el crecimiento. ¿Mi opinión?

Tengo que reconocer que esperaba mayor flexibilidad de la autoridad monetaria europea. Incluso en el caso de que se mantuvieran los tipos oficiales habría sido muy positivo alimentar las expectativas bajistas fundamentándolo en la apreciación del euro.

Por el contrario, lo único que escuchamos fue la promesa de que vigilarán sus movimientos al mismo tiempo que el presidente del BCE consideraba que los niveles actuales del euro (en aquel momento por debajo de 1,15 dólares) eran coherentes con los fundamentos de la economía europea. Naturalmente, en un mercado tan especulativo como el actual la reacción posterior al alza de la moneda única fue hasta obligada.

Podemos dividir a los mercados de cambios en estos momentos en dos grupos: el primero, liderado por el euro, que mantiene una fuerte apreciación en el último año (y se ha acentuado desde el principio del ejercicio); el segundo, con el dólar a la cabeza, que cotiza en estos momentos en los niveles más bajos de los últimos años.

¿En qué posición estaría el yen? La agresividad mostrada por las autoridades japonesas interviniendo en el mercado ha permitido que su cruce frente al dólar se mantenga en niveles de 116,0.

¿Por qué se deprecia el grupo del dólar? Sin duda podremos aludir a los desequilibrios que presenta la economía estadounidense: déficit exterior y déficit público. Incluso de forma más reciente, la caída del dólar parece que estar recibiendo el beneplácito implícito de las autoridades de EE UU. La razón es obvia: se mantiene el objetivo del dólar fuerte, en línea con los mejores fundamentos esperados a medio plazo para la economía norteamericana (como ven, la palabra fundamentos parece tener una definición muy amplia); a corto plazo la caída del dólar beneficia a los exportadores norteamericanos, además de suponer una importante baza frente al riesgo de deflación.

¿Por qué se aprecia el grupo del euro? Las ventajas para controlar la inflación son evidentes, algo que han resaltado en numerosas ocasiones las autoridades europeas (el BCE y Gobiernos).

También se ha considerado que la subida del euro podría traducirse en mayores entradas de capital, sin duda algo de agradecer teniendo en cuenta la debilidad que muestra la inversión empresarial. Por último, probablemente también hay algo de ego de todos los europeos al observar como nuestra moneda se aprecia frente al todopoderoso dólar.

¿Qué nos dicen los números? El año pasado el sector exterior supuso un impacto positivo para la economía europea y japonesa de 0,9 y 0,7 puntos respectivamente del PIB. Para la economía de EE UU el impacto fue negativo, drenando crecimiento por 0,8 puntos. El elevado déficit corriente de la economía de EE UU no parece ser tanto un problema de competitividad como una consecuencia del débil crecimiento económico del exterior, una situación que podría acentuarse con el descenso del dólar.

Esto es lo mismo que decir que el impacto positivo neto total sobre la economía norteamericana de la caída de su moneda será muy inferior al impacto negativo sobre la europea (de +0,2 hasta -0,5 puntos, respectivamente, en un año). Además, parece evidente que los movimientos actuales de los mercados de divisas están más correlacionados con los diferenciales de tipos de interés de corto plazo que en el pasado (las inversiones directas y de cartera a medio plazo siguen beneficiando al dólar).

Desajustes en los mercados de cambio como los que vemos hoy podrían, en un contexto económico mundial aún vacilante, profundizar las diferencias de crecimiento global.

¿Esta preparada la economía europea para compensar una aportación negativa del sector exterior los próximos meses? No lo creemos. ¿Es lógico que la economía norteamericana reduzca su aportación negativa por comercio exterior? Sin duda, aunque no lo tenemos tan claro si esto pasa por un derrumbe del dólar. Por cierto, nosotros seguimos pensando que la caída del dólar será temporal.

Archivado En

_
_