Medidas fiscales
El Gobierno acaba de aprobar un paquete de medidas económicas que responden a la impronta reformista que ha seguido la política económica de estos últimos años.
Tanto en la fase alcista del ciclo como en momentos de desaceleración, nuestro país ha mantenido un diferencial positivo de crecimiento respecto a la eurozona que nos ha permitido avanzar en la convergencia real en términos de renta y de empleo. Hemos conjurado la tendencia estructural de ciclos anteriores en los que nuestra economía crecía por encima de la media europea en periodos de bonanza, y sufría de forma más acusada que nuestros vecinos los periodos de recesión y contracción del crecimiento. Cuando Europa se resfriaba, España padecía una grave pulmonía.
Que nuestro mínimo cíclico se haya situado en un crecimiento del 2% cuando en 1993 se situó en un -2% es un dato positivo, pero todavía lo es más que se haya producido en momentos de una atonía económica generalizada permitiéndonos crecer más que nuestros vecinos. Es un hecho inédito de nuestra reciente historia económica, máxime si consideramos el grado de apertura de nuestra economía.
El antídoto contra la pulmonía lo ha servido una política basada en la estabilidad macroeconómica y en las reformas estructurales. Es el caso del último decreto-ley de medidas de reforma económica que en la actualidad, una vez convalidado, se encuentra en fase de tramitación parlamentaria. Se trata de una norma compleja, en cuyo articulado se injertan disposiciones que afectan a distintos sectores de nuestro ordenamiento que responden al impulso reformista al que hacía referencia. Con la voluntad declarada de aumentar la eficiencia de mercados de productos y factores, potenciar la inversión productiva y mejorar el funcionamiento del mercado hipotecario, se adoptan medidas de naturaleza tributaria, se incentiva el alquiler de viviendas, se mejora la acción protectora de la Seguridad Social para autónomos, se crea una cotización joven a la Seguridad Social y se adoptan medidas para paliar la exposición de las familias españolas a los riesgos financieros inherentes a las hipotecas de tipo variable.
Dentro de este elenco de medidas me interesa subrayar por su importancia las medidas de naturaleza tributaria. Un primer grupo de medidas se orientan a estimular fiscalmente el espíritu emprendedor y la pequeña y mediana empresa, protagonista esencial de nuestro tejido productivo. En este sentido se introduce la cuenta ahorro-empresa deducible en el IRPF en términos muy similares a la cuenta ahorro-vivienda.
Siguiendo las recomendaciones del libro verde del espíritu empresarial en Europa de la Comisión Europea, se pretende reorientar el esfuerzo inversor del ahorrador español hacia la creación de nuevos negocios. Con esta finalidad se crea una deducción del 15% de la cantidad depositada para la constitución de la sociedad Nueva Empresa con una base máxima de 9.000 euros anuales, debiendo materializarse la inversión empresarial en un plazo máximo de cuatro años.
En la misma línea, se aumenta el número de empresas que pueden beneficiarse de las ventajas fiscales de las llamadas entidades de reducida dimensión en el impuesto de sociedades al elevarse la cuantía de la cifra de negocios de cinco a seis millones de euros. Entre estas ventajas fiscales se encuentra la aplicación de un tipo impositivo reducido del 30%.
Un segundo bloque está integrado por las medidas de estímulo fiscal al mercado inmobiliario de las viviendas de alquiler y vienen a sumarse a las medidas que para incentivar fiscalmente la oferta del parque de viviendas en alquiler, especialmente las desocupadas, se adoptaron con la nueva Ley del IRPF.
Se crea un nuevo régimen fiscal de entidades dedicadas al arrendamiento de viviendas en el impuesto de sociedades que será aplicable a las sociedades que tengan por objeto social exclusivo el alquiler de viviendas que, por sus dimensiones y precios, vayan dirigidas a sectores sociales con poder adquisitivo medio y bajo. El régimen tributario consistirá en una bonificación aplicable a la cuota impositiva, bonificación que se aplicará tanto a los rendimientos obtenidos de la actividad como a las ganancias derivadas de su enajenación.
En tercer lugar, se incorpora un conjunto heterogéneo de medidas orientadas al fomento de la inversión y la mejora de la eficiencia productiva. Incentivos fiscales a las energías renovables, ampliación de las deducciones por I+D+i o la elevación de los coeficientes de amortización para incrementar las disponibilidades de capital de las empresas, son medidas aisladas que responden, desde un punto de vista fiscal, a este planteamiento.
En conclusión, frente a los agoreros de la oposición de pancarta, el Gobierno sigue planteando importantes reformas económicas que han de contribuir, también desde un punto de vista tributario, a confirmar y consolidar los indicios de recuperación que ya se vislumbran en el horizonte de la economía española.