Freno a la recuperación
La escalada del euro puede impedir que la economía continental salga de su estancamiento. Los expertos prevén que continúe la tendencia al alza de la divisa, dado que Estados Unidos está cómodo con el dólar débil, que beneficia a sus empresas
Justo cuando más dividida ha estado la Unión Europea, con más fuerza ha surgido el euro. La joven divisa ha salido reforzada de la guerra en Irak, tanto que su precio ya asusta a inversores, empresarios y expertos. Prácticamente estancada, la economía de la eurozona no está en las mejores condiciones para resistir la pérdida de competitividad que implica la revaluación de su moneda. La falta de impulso exportador explica el deterioro de los resultados empresariales y pone a Alemania -cerca de un tercio del PIB del área- al borde de la recesión. El desinterés de EE UU por sostener al dólar hace creer a los expertos que la tendencia continuará al menos en lo que queda de año.
'Hay industrias europeas que con el euro a 1,15 dólares no son competitivas. Muchas grandes empresas entrarán en pérdidas', alerta Ramón Carrasco, gestor de renta variable en Beta Capital. 'Algo habrá que hacer porque esto afecta a la economía real', afirma.
Las grandes empresas norteamericanas han sacado partido al dólar débil, que abarata la exportación y da más valor a los ingresos y beneficios aportados por filiales en el exterior, un elemento crucial para las multinacionales. Las 30 compañías del índice Dow Jones de Nueva York elevaron un 90% sus beneficios netos entre enero y marzo, en parte debido al tipo de cambio. El efecto para las compañías europeas es exactamente el contrario. 'Todo lo que se inflan los beneficios en Estados Unidos se desinflan en Europa', dice Carrasco. 'No sé si EE UU hace algo para que caiga el dólar, pero está claro que no hace nada para que suba'.
Como en otros momentos de la historia reciente, Washington parece haber permitido que se deprecie la moneda con tal de reanimar su economía y moderar su déficit exterior. Las declaraciones de altos cargos apuntan en esa dirección. 'Ese movimiento (del dólar) no me sorprende', declaró Robert Zoellick, responsable de Comercio de EE UU, quien lo relaciona con el alto déficit de la balanza por cuenta corriente de EE UU, cercano al 5% del PIB. 'No hay cambios en la política sobre el dólar', dijo el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer. Pero tampoco el Banco Central Europeo sitúa el tipo de cambio entre sus prioridades: 'No hay nada excesivo' en la evolución de la moneda, dijo Wim Duisenberg, quien pidió tiempo para estudiar su impacto. Pese a ese discurso oficial, un euro revaluado juega a favor de que el banco recorte los tipos de interés en su próxima reunión de junio.
Algunos expertos creen que el alza del euro será prolongada y batirá el máximo histórico de 1,18 dólares, fijado nada más nacer en enero de 1999. Robert Aliber, profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago, vaticina un precio de 1,25 dólares antes de fin de año. A su juicio, la escalada del euro se autoalimenta. 'Cuando los inversores residentes en Europa y en Japón se den cuenta de que es inevitable que el euro y el yen sigan apreciándose, reducirán su demanda de títulos denominados en dólares'.
Los extranjeros poseían el año pasado en EE UU un 31,5% de la deuda del Tesoro, un 20,8% de los bonos corporativos y un 11,5% de las acciones. El país necesita captar del extranjero 1.500 millones de dólares al día para cubrir su déficit corriente, a lo que no ayudan los bajos tipos de interés. Ese flujo diario se ve en peligro a medio plazo. Como los desequilibrios de la economía estadounidense no tienden a corregirse, sino a aumentar, se habla ya de una debilidad estructural, y no coyuntural, del dólar. El precedente más inquietante es el de 1987, cuando el déficit corriente de EE UU propició un desplome del billete verde cercano al 20%, lo que obligó a las potencias del G-7 a reaccionar con el llamado Acuerdo del Louvre.
Dos de cada tres analistas encuestados por Bloomberg recomiendan cambiar dólares por euros. Pero esta opinión no es unánime y hay otras visiones. 'Este movimiento está siendo muy especulativo y se corregirá', afirma José Luis Martínez, economista jefe de Citigroup. En su opinión, dólar y euro volverán a tender a la paridad si el BCE baja los tipos y se confirma la aceleración de la economía norteamericana a partir del segundo trimestre. Pero el tipo de cambio actual, explica, podría tener efectos retardados, pasados seis o nueve meses, y restar tres o cuatro décimas al crecimiento a la eurozona en 2004. Es decir, el euro caro pasará factura en cualquier caso.
El coste de ser moneda refugio y el esperado ingreso de la libra
En otras ocasiones la guerra impulsó al dólar como moneda refugio. Pero en la crisis de Irak ocurrió lo contrario porque el euro, tras más de un año de existencia física, ya compite por ese papel. Bancos centrales asiáticos se han lanzado a comprar euros para diversificar sus reservas.'Muchos europeos han alentado el rol del euro como moneda de reserva y ahora se dan cuenta de que uno de los costes asociados a ello es que necesariamente tiene que apreciarse', opina Robert Aliber, de la Universidad de Chicago. 'Los acontecimientos políticos recientes han acelerado la demanda de euros como divisa internacional de reserva', señala.Para este experto, la apreciación del dólar en los años noventa fue 'excepcional' y vino forzada por 'la borrachera de inversiones europeas en EE UU', cuando las rentabilidades de la Bolsa eran de dos dígitos y la economía crecía a mucho mayor ritmo en aquel lado del Atlántico.Para Martínez, de Citigroup, en las últimas semanas crecieron las expectativas de un pronto ingreso del Reino Unido en el euro. La libra esterlina, que se consideraba sobrevaluada para los intereses de la industria británica, ha ido depreciándose hasta fijar esta semana su mínimo con el euro en 71 peniques.Bajo una presión política y empresarial en aumento, el ministro de Finanzas, Gordon Brown, anunciará el 7 de junio si se dan las condiciones para convocar un referéndum. Una respuesta negativa, la más esperada dada la oposición popular, pospondría la decisión un año. En Suecia, otro país pendiente de decidir sobre el euro, los sondeos son adversos: un 46% está en contra y sólo un 31% a favor, según Gallup.