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El espejo

Pauta incompleta

Juan Ignacio Crespo

El sector de fondos de inversión parece haber encontrado este año la clave para que su patrimonio conjunto crezca más de 8.000 millones de euros en tan sólo cuatro meses: incentivar la inversión en fondos monetarios, de renta fija a corto plazo y garantizados de renta variable. Sin embargo, siguen estancados o a la baja los fondos que incluyen renta variable en sus carteras, cuando éstos son, en realidad (junto los fondos de renta fija a largo plazo), los que le dan (cuando se la dan) alguna alegría a la inversión. Los demás son asimilables a las cuentas de ahorro y no exigen estar pendientes de qué ocurre con la Bolsa o con el precio de los bonos.

Está a punto de cumplirse un mes desde el final de la guerra de Irak y las Bolsas sólo han desplegado parcialmente el patrón de comportamiento que les suele ser habitual en tiempos de guerra, comportándose como cabía esperar en las semanas anteriores al inicio del conflicto, y también tras su comienzo, pero encontrando una cierta resistencia tras finalizar éste a terminar de completar ese patrón.

En efecto, durante los meses previos al ataque contra Irak, la Bolsas bajaban con cada noticia que hiciera parecer la guerra más próxima y se recuperaban con el alejamiento de esa perspectiva. Sin embargo, apenas agotada la vía diplomática, las Bolsas empezaron a subir, un comportamiento que aparentemente contradecía el anterior. Después, durante la campaña militar, las Bolsas se animaban si las noticias sugerían un rápido avance norteamericano y se deprimían con la apariencia de un conflicto prolongado, estableciendo así el que parecía el orden de 'sus preferencias': mejor que no haya guerra; aunque mejor que la haya a que persistan las dudas sobre si va a haberla o no; cuanto más corta sea, mejor.

El Ibex ha seguido con puntualidad casi maniática la pauta de las Bolsas antes y después de las guerras, con una subida del 21% entre el mínimo y el máximo

Si se repasan las guerras de corta duración de los últimos 106 años (incluyendo la mismísima Guerra de Cuba en 1898) y el impacto que tuvieron sobre las Bolsas (para ello los casi 107 años de historia del índice Dow Jones proporcionan una información fundamental) encontramos esta pauta: antes de que la guerra comience, se suelen dar caídas de los índices de entre el 10% y el 20%; después, se producen recuperaciones de entre el 30% y el 35% desde que el índice marca el mínimo, lo que suele coincidir con el comienzo de la guerra, hasta que ésta se da por concluida.

En esta ocasión el índice Ibex 35 ha seguido la pauta con puntualidad casi maniática, si bien entre el mínimo previo a la guerra y el máximo relativo alcanzado a finales de abril sólo ha obtenido una revalorización del 21%. Parece, pues, que se resiste a completarla hasta esos niveles del 30% a 35% que lo llevarían a niveles superiores a 7.100. Otros índices (los de Estados Unidos) están muy por detrás de esa revalorización, en tanto que la Bolsa alemana (la más castigada en esta crisis) ha conseguido subir un 35% desde mediados de marzo.

¿Y ahora? Las economías de todo el mundo se están curando de los excesos de capacidad provocados por la furia inversora de los años noventa y, previsiblemente, continuarán estancadas este año y el que viene; el dólar sigue su senda bajista (su cotización ya ha entrado en el intervalo en el que estuvo moviéndose entre 1987 y 1999: 1,14 a 1,34 dólares por euro) y las Bolsas parece que serán incapaces de sostener las eventuales recuperaciones que puedan producirse en el futuro.

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