Berlusconi se defiende de las acusaciones de corrupción
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, convirtió ayer en 'un servicio al Estado' la acusación de soborno a jueces para bloquear la venta a un empresario rival de una empresa pública, por la que se le juzga ahora en un tribunal de Milán.
En medio de la crisis institucional abierta por sus últimos ataques a la Magistratura, Berlusconi compareció ayer voluntariamente ante ese tribunal con el objetivo de desmontar lo que denominó 'la gran paradoja'. Su argumento, ya enunciado en otras ocasiones, redunda en que su actuación tuvo como único objetivo 'evitar un daño al Estado' y que intervino a petición del entonces jefe del Ejecutivo, su mentor y amigo fallecido Bettino Craxi.
Los fiscales del caso le acusan de haber sobornado a jueces para bloquear en 1985 la venta de la sociedad alimentaria pública SME al empresario Carlo De Benedetti con la interposición de una oferta que paralizó el proceso.
'No tenía ningún interés directo, Craxi me rogó que interviniera porque consideraba la operación inaceptable y un daño para el Estado', afirmó Berlusconi, antes de anunciar que demostrará con orgullo su inocencia 'urbi et orbe'.
Tras insistir en su 'integridad', reconoció que también le movieron 'las cuentas pendientes que tenía con De Benedetti', su principal rival empresarial y actual propietario del grupo editorial L'Espresso, uno de los más críticos con su Gobierno. El actual primer ministro seguía recibiendo entonces acusaciones por haber arrebatado a De Benedetti la editorial Mondadori mediante un laudo.