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Entrevista

González-Páramo cree que España debe tener superávit fiscal

José Manuel González-Páramo (Madrid, 1958), catedrático de Hacienda Pública y consejero del Banco de España, advierte que España debe instalarse en unas finanzas públicas con superávit para hacer frente a los grandes costes del envejecimiento en el futuro, así como para renacionalizar las ayudas comunitarias que perderá con la ampliación de la UE. Para ello propone una reestructuración del gasto público, eliminando las ayudas a la vivienda y reduciendo el número de funcionarios.

Pregunta. ¿Qué comportamiento debe tener España ante la ampliación de la UE?

Respuesta. La ampliación de la UE a corto plazo son malas noticias, tanto en sector exterior como en finanzas públicas. España debe adherirse a la filosofía del Pacto de Estabilidad, pero no al cero por el cero en déficit público año tras año. Tiene que hacer frente a unas contingencias de gasto público que empezarán a notarse a mediados de la próxima década, y hay que reservar un margen para reaccionar ante imprevistos. España necesita de un superávit mantenido a lo largo del tiempo, no de equilibrio.

P. ¿Cómo puede España, tras haber exprimido la reducción de gasto y hacer una nueva reforma fiscal, llegar al superávit?

R. El sector público está siempre en marcha; no está maduro nunca. Pero es muy urgente buscar alternativas a los efectos de la ampliación de la UE, que tiene implicaciones muy fuertes en toda la estructura del gasto público. España pierde unos fondos muy importantes que iban destinados a infraestructura y formación, capital humano o físico; y no hay nada que nos indique que estos fondos son menos necesarios a partir de 2004 de lo que lo eran hasta ahora. Si se van a perder esos fondos, tenemos que estar dispuestos a renacionalizarlos para mantenerlos; debemos subir la presión fiscal o reestructurar el gasto para destinar menos a consultivo y más a formación de capital.

P. ¿De dónde se debe recortar ahora gasto de consumo? No queda mucho margen...

R. Hay que verlo. Hay que revisar la dimensión del personal de la Administración. Hay que ver qué gestiona en la era de las tecnologías de la información y el personal que tiene y el que precisa de verdad. A mí me cuesta creer que el número de funcionarios que han contratado las comunidades autónomas en los últimos años sean necesarios. Hay mucho margen de reducción en la era de Internet.

Y hay muchos desequilibrios en el sistema tributario. Hay que potenciar aquello que eleve o mantenga la competitividad. Está pendiente una gran revisión de incentivos fiscales en el IRPF. Lo de la vivienda clama al cielo: el volumen de recursos que se destina a ese sector es muy dudoso que consiga lo que se pretende, que es facilitar la ayuda a la vivienda; creo que es más bien lo contrario. Se nos va una gran cantidad del dinero por ese desagüe y tenemos sin cubrir otras necesidades más productivas. Hay que cubrir los costes de la dependencia de los mayores, que van a ser muy elevados; la inversión pública debe crecer si queremos hacer frente al reto de la ampliación; en definitiva, hay que reestructurar el gasto público o muy buena parte de él: menos consumo y más inversión.

P. ¿Qué reformas precisa la fiscalidad sobre el trabajo?

R. Las cotizaciones están vinculadas a la protección, y desde ese punto de vista es muy difícil pensar en recortes desvinculados a recortes en las prestaciones; una bajada de cotizaciones puede resolver un problema de competitividad internacional, pero crear otro de viabilidad financiera de la Seguridad Social. Pero si van asociados a recortes de prestaciones, tendría todo el sentido; pero no veo márgenes, salvo para pequeñas bajadas de cuotas.

En cuanto al IRPF, en los últimos años ha tenido efectos beneficiosos, sobre todo sobre la participación en el trabajo, con nuevas decisiones en ese ámbito. Pero la continuidad en el futuro de nuevas reformas de este tipo está amenazada por los compromisos de gasto. A cualquier Gobierno le gustaría seguir rebajando la fiscalidad sobre el trabajo; pero me parece dudosamente sostenible a medio plazo.

P. Ni aunque sirvan únicamente para corregir la erosión de la inflación...

R. Con los niveles de inflación propios de la UEM no es coherente establecer un sistema de indización en el impuesto. Si quieres combatir la indización, no puedes activarla. La única excusa para reajustes puede ser modular los tipos marginales altos de la renta, en la medida en que son los más vulnerables desde el punto de vista de deslocalización internacional. Y también tiene sentido seguir simplificando la tarifa con menos tramos, hacia dos o hacia uno. Lo que yo cuestiono es que exista margen financiero para hacerlo con el gasto que tenemos.

P. ¿Podemos llegar al tipo único?

R. Por supuesto. No se ha inventado hace dos años. La cuestión es el ritmo al que se avanza. El tipo único no debe suponer pérdida de recaudación y debe beneficiar a la mayoría de la gente. Lógicamente beneficia a los dos extremos del abanico de renta, pero no tanto a los tramos intermedios; por ello es políticamente difícil llegar a él.

P. ¿Qué recorrido le queda al marginal máximo?

R. No hay porcentajes mágicos. Llegamos a estar cerca del 66% cuando se introdujo la primera reforma del impuesto, luego 56% y 48%, y ahora 45%. El nivel óptimo tiene mucho que ver con el de sociedades. No debe estar muy por encima de éste, para que no compense dar forma societaria a actividades económicas para eludir impuestos. Cuando la diferencia era de 35 a 56, el estímulo era muy grande. Ahora, con un diferencial de unos diez puntos, el estímulo es menor, puede dejar de compensar. En ese entorno debe estar.

P. ¿Hacia dónde vamos en fiscalidad sobre el capital? ¿Hacia un tipo único más alto que el actual o a la desfiscalización?

R. Desfiscalizar por completo no se puede. Una parte del capital es inmóvil; el que conforma el ahorro financiero, que está en manos de pequeños ahorradores que se enfrentan a unos costes de información tremendos, con una gran aversión al riesgo, salvo catástrofes, no se plantean deslocalizar. Y hay una gran parte del ahorro en manos de agentes institucionales que manejan grandes volúmenes, que sí son más sensibles al tipo impositivo, y por tanto la tendencia será hacia nuevas reducciones. Pero, desde luego, subir el tipo impositivo de las rentas de capital es muy difícil de sostener, porque va en contra de la tendencia general.

P. ¿Cuál es la fórmula más neutra para el ahorro?

R. Yo he propuesto la creación de una cuenta en la que se deposite todo tipo de activos destinados al ahorro previsión (acciones, fondos, seguros, depósitos...) y que tribute a un tipo único bajo. Ha tenido buena acogida en la Administración; si en el ahorro sólo existen dos o tres fórmulas diferentes, por qué la Administración tributaria hila tan fino, que casi encuentra un tipo para cada contribuyente. Hay que tratar igual a lo que tiene la misma finalidad, como es el ahorro previsión. Y aparte de ahí, únicamente se debe distinguir entre corto plazo y largo plazo. Si vamos más allá, la gente cae en la trampa de buscar lo que más le conviene cuando finaliza el año, sin mirar rentabilidad, seguridad y liquidez, que son los tres elementos que deben guiar a un ahorrador.

P. ¿Cuál sería el tipo adecuado para esta cuenta ahorro-previsión?

R. Debe ser menor que el que grava al ahorro a largo plazo. Por tanto, debería estar por debajo del 15% y cerca del que se utiliza en el rescate de los fondos de pensiones.

'Es suicida subir las pensiones mínimas'

El catedrático de Hacienda Pública José Manuel González-Páramo cree que el envejecimiento de la población es una circunstancia que generará problemas financieros en el futuro. Por ello creo que es preciso reformar la Seguridad Social.'Los políticos saben que las pensiones necesitan reformas, y en el Pacto de Toledo se han comprometido a afrontarlas. Los retoques últimos no han solucionado el problema; ni mucho menos. Pero ahora hay elecciones, y ése parece ser el principal enemigo para las reformas. Todo el mundo conoce las alternativas: alargar la edad de jubilación, acercar más la prestación al historial de cotización, etc. Eso es lo básico si queremos mantener el sistema tal como está diseñado ahora. Pero también se puede empezar a mimetizarla capitalización, como se está haciendo en algunos países, en los que se destina para los jóvenes que entran en el sistema una parte de la cotización a un fondo de capitalización y de gestión pública'.'Uno de los problemas estructurales que hay que solventar es el sistema de pensiones mínimas y de complementos a mínimos. El número de pensionistas que están capturados por la pensión mínima es creciente y quita la naturaleza de reparto al sistema de Seguridad Social; erosiona su carácter contributivo. Espero que los políticos se resistan a la tentación de seguir consiguiendo votos subiendo sistemáticamente las pensiones mínimas, porque a medio plazo para un sistema de reparto es suicida. El incentivo a la compra de pensiones es creciente: a medida que la pensión mínima es más alta, es más rentable la compra de una pensión'.

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