La burbuja de la guerra estalla
Desde marzo de 2000, fecha que marca el inicio de lo que más tarde ha sido el estallido total de la burbuja de los valores de la llamada nueva economía, se han formado otras burbujas debido a la traslación, con frecuencia agresiva, de fondos desde unos mercados a otros.
Hay grandes burbujas que crecen por momentos, como la inmobiliaria, la de los bonos, incluso la de la liquidez. En enero comenzó a formarse otra gran burbuja, la de la invasión a Irak. El punto que marcó el máximo esfuerzo para elevar el globo se produjo el miércoles 12 de marzo, es decir, una semana antes del comienzo de la contienda. Ese día, muchos mercados europeos cerraron en niveles inferiores a los del 9 de octubre de 2002. Fue Wall Street el que tocó la trompeta llamando a filas. Al día siguiente, los mercados europeos se unieron al llamamiento y han desarrollado un magnífico recorrido alcista desde entonces.
En todos los foros, bares, cenáculos, cafeterías y puntos de reunión del gentío la pregunta de última hora es por qué los mercados fruncen el ceño justo cuando la guerra ha terminado.
Hay observadores que dicen que la respuesta de las Bolsas, contraria a la esperada, obedece al desconocimiento del paradero de Sadam Husein. Otros aluden al excesivo coste del conflicto, que aún continuará en determinados focos, aunque sin la contundencia de lo vivido hasta ahora. Aquéllos hablan de la vuelta a la realidad. æpermil;stos, de los resultados empresariales que vienen y de las expectativas económicas. Los sabios de la Bolsa lo tienen claro. Se trata, dicen, de la ley del sentimiento contrario, es decir, de la reacción inversa a lo que todo el mundo esperaba. Con la guerra se desarrolló una gran burbuja especulativa que comenzó a desinflarse en Wall Street al cierre del lunes, justo cuando mayor era el número de apostantes al alza. El índice de alcistas del Investors Intelligence superaba el 51% esa jornada.