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Gastos

EE UU busca fórmulas para compartir los gastos de la campaña bélica

Tras la primera guerra del Golfo, EE UU terminó pagando una pequeña fracción de la campaña de liberación de Kuwait. El pequeño pero rico emirato y Arabia Saudí fueron los que abonaron las grandes facturas del conflicto. Ahora es distinto. Según el Gobierno estadounidense, esta guerra está basada en la necesidad de eliminar las armas de destrucción masiva que presuntamente tiene Sadam Husein, cambiar el régimen y proteger a EE UU de futuros ataques terroristas. La mayoría de los países que figuran en la lista de apoyos a la guerra son más susceptibles de recibir ayudas que de pagar. Por ello, esta semana Snow buscará que los países más ricos hagan aportaciones a los costes de una reconstrucción que, sólo parcialmente, ha sido apoyada por este selecto club de países.

La labor de Snow será complicada. Francia, Alemania y Canadá se han opuesto a la contienda y el mayor aliado, Reino Unido, aboga por una convención de la ONU, con un papel central en la reconstrucción, para empezar a hablar de aportaciones de la UE. Pero tanto el secretario de Estado, Colin Powell, como la consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, han dejado claro que el liderazgo político de la posguerra, ya en marcha bajo la dirección del ex general Jay Garner y bajo la práctica supervisión del departamento de defensa, será norteamericana. Esto dificultará las adhesiones.

Arthur Helton,experto en ayuda humanitaria internacional del Consejo de Relaciones Exteriores, avisa que la postura de la administración de Bush ha creado una crisis de legitimidad que imposibilita el hecho de que potenciales donantes participen. Los cálculos aproximados elaborados por grupos de estudio y universidades no se ponen de acuerdo en la factura de esta campaña, pero como mínimo se habla de 44.000 millones de dólares al año y un máximo de dos billones. 'El petróleo de Irak puede pagar parte, pero no todo. Hay que buscar aliados que ayuden a soportar el coste', dice Helton.

Costes de ocupación

De momento, la estrategia de EE UU pasa por ganar el derecho temporal de gestionar el petróleo iraquí y utilizar sus beneficios para reconstruir el país. En este sentido y aunque en la Convención de la Haya de 1907 se especifica que los recursos naturales pertenecen a los ocupados, se interpreta que los ingresos por éstos pueden ser destinados a los costes de ocupación. El gobierno de transición de Garner puede asegurar un inicial control de estos recursos y EE UU ya tiene un candidato, el ex ejecutivo de la compañía Shell Philip Carroll, para gestionar la exploración y explotación del petróleo. Pese a las amplias interpretaciones que esgrime EE UU, algunos políticos temen que realmente la posible explotación del crudo ofrezca argumentos a los que se han opuesto a esta guerra, por creer que sea este recurso natural lo que ha primado en los intereses de la administración Bush. Más allá de esta visión política, todavía existen problemas legales que resolver antes de poner el petróleo en el mercado.

Algunos miembros del Consejo de Seguridad ya han manifestado que EE UU no tiene autoridad legal para exportar este petróleo, ni transitoriamente, sin mandato del Consejo, puesto que su comercialización se recoge y, por tanto, se rige por el programa Petróleo por alimentos.

David Goldwyn, presidente de Goldwyn International Strategies y ex asistente del presidente Bill Clinton, señalaba a The Washington Post que no creía que 'EE UU tenga el poder legal de hacerse con la gestión del petróleo iraquí sin una nueva resolución. Es dudoso que una empresa con reputación compre petróleo sin un origen claro', asegura. Es posible, sin embargo, que si el petróleo está asegurado por EE UU algunas empresas acepten comerciar con él.

El actual presidente del Consejo de seguridad, el mexicano Adolfo Aguilar Zinser, ya ha advertido que el consejo debe esforzarse para preservar 'la soberanía de Irak sobre sus recursos'. Mark Malloch Brown, responsable del programa de la ONU para el desarrollo, señalaba recientemente que los costes financieros y políticos para la reconstrucción de Irak, tras la guerra, serán tan altos que a EE UU no le quedará más remedio que abrirse a la comunidad internacional. En opinión de Malloch, el uso que del petróleo haga la administración Bush, para sufragar estos gastos, es inadecuado.

Esto no es Timor, ni Kosovo, ni Afganistán

En EE UU no se ponen de acuerdo en articular una política exterior destinada a conseguir apoyos tras la contienda. El propio presidente George Bush se va a reunir con su homólogo británico, Tony Blair, en lo que es su tercer encuentro en algo menos de un mes. Blair quiere un papel para la ONU y desde EE UU se busca que este organismo internacional que no ha aprobado la resolución específica que autorizase la guerra tenga un papel de mero coordinador y secundario. La consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, aseguraba el pasado viernes que la situación de Irak no es como la de Timor, ni Kosovo ni Afganistán donde hay un claro mandato de la ONU y la OTAN en el posconflicto. EE UU y la coalición tienen que estar a cargo porque es la 'vida y la sangre' de estos países la que se vierte, dijo Rice.El problema es que el papel subsidiario que la Administración Bush quiere para la ONU tiene problemas legales.Naciones Unidas puede ofrecer ayuda de emergencia humanitaria a refugiados bajo la actual situación pero no puede trabajar de forma continuada con un poder de ocupación de acuerdo con la Convención de Ginebra. En la ONU, algunos altos funcionarios aseguran que no hay ninguna posibilidad de que el Consejo de Seguridad dé su visto bueno a un plan de reconstrucción desarrollado por el Pentágono y que suponga dar carta de legitimidad al gobierno de transición que planea EE UU. La UE ya ha dicho que sin una resolución del Consejo de Seguridad no participará en el esfuerzo posbélico.

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