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Tribuna
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Colocar el dinero con otra perspectiva

Llevamos unos días en los cuales ya no hay incertidumbre sobre si habrá o no guerra, pero ahora la duda se plantea sobre su duración, o sobre la dificultad en la resolución del conflicto. Como consecuencia, los mercados reaccionan día a día (por no decir hora a hora) con alzas o bajas, según se vislumbren indicios optimistas o pesimistas. Es decir, la incertidumbre continúa.

Ante este panorama, los inversores están alejados de las Bolsas, como si éstas fueran parte del material bélico. La justificación es que los analistas no pueden hacer un escenario para el panorama económico tras el fin de la guerra. Sin embargo, aunque haya variables que determinan el panorama general económico, como el precio del petróleo o el déficit público, que puedan cambiar según el conflicto presente unas u otras características, los escenarios alternativos no modifican del todo las condiciones económicas de las principales economías de momento.

Los consejos a los inversores, específicamente los minoristas, deben ir en la línea de que, en primer lugar, planeen sus inversiones con un horizonte temporal de medio o largo plazo y analicen los factores fundamentales que influyen sobre las empresas e industrias en las que se enclavan. Las decisiones de inversión deben tener siempre un horizonte en el que se desee ver el resultado.

Obviamente, el horizonte es muy diferente para participantes activos en los mercados, entidades especializadas, que para inversores minoristas que colocan en los mercados parte de su ahorro. Incluso dentro de éstos, las diferentes circunstancias explican diferentes horizontes. La incertidumbre actual debe ser correctamente valorada en un horizonte de uno o varios años.

En segundo lugar, ahora más que nunca, las decisiones de inversión en valores deben enjuiciar la situación, la operativa y las perspectivas de las empresas que los emiten. Cuando no hay una coyuntura bursátil alcista que produzca ganancias a todos, la discriminación entre empresas cobra importancia.

También puede ser adecuada una estrategia inversora que tenga como objetivo la cobertura del riesgo. Los mecanismos y medios para ello son muy diversos y su oportunidad depende de la sofisticación del inversor. Pero una recomendación obvia, señalada incluso por Alan Greenspan en un discurso pronunciado a principios de marzo en un simposio sobre política monetaria organizado por el Banco de Francia (Global finance-is it slowing?), es la conveniencia de diversificar las carteras como protección al riesgo. Una vía para ello puede encontrarse en activos de otras zonas geográficas, profundizando en las posibilidades abiertas por la globalización de mercados.

Aunque aún es fuerte el sesgo doméstico de los inversores, iniciativas tales como los avances en los estándares de regulación, una homogeneización de principios contables o la asunción de códigos de gobierno corporativo facilitan la inversión transfronteriza. Y todos son factores que también ayudan a discriminar entre empresas.

Hay también estrategias de inversión que buscan beneficiarse de la situación coyuntural de los mercados cuando se piensa que los precios están desajustados. Son conocidas como 'inversiones contrarias' y se basan en la hipótesis de que los mercados no son eficientes, dado que hay desalineamientos de los precios.

Existe acuerdo en que estas estrategias proporcionan resultados satisfactorios. La controversia académica se centra en los mecanismos de por qué es así. Existe una corriente de opinión que sugiere que estas estrategias incorporan un mayor riesgo asociado a su rentabilidad. En frente, teorías sobre el comportamiento económico señalan que estas oportunidades surgen debido a actitudes tendenciales de inversores ingenuos en un mercado bajista que no saben valorar adecuadamente las inversiones, o debido a la falta de precisión de las recomendaciones de los análisis.

Esta última conclusión se ha visto avalada en el caso de los valores cotizados en la Bolsa de Londres. Se podría pensar que esta estrategia se puede aplicar de forma global al conjunto del mercado. Para ello habría que utilizar indicadores sintéticos del valor fundamental, tipo ratio P/E o mirar la prima de riesgo. Sin embargo, la evidencia de la hipótesis de rentabilidad de la inversión contraria resulta avalada para valores concretos. La hipótesis sugiere que se busquen activos que se encuentren infravalorados respecto a su valor fundamental, medido éste por valor de los activos, ingresos, dividendos, etcétera. Nuevamente las oportunidades deben llevar a discriminar.

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