Lo que no resuelven las armas
La confianza en una rápida recuperación económica puede resultar infundada, porque los problemas de fondo no terminarán con el conflicto
Tan angustiados estaban los inversores por la parálisis económica previa a la guerra que creyeron que la intervención sería el pistoletazo de salida de una nueva expansión. Pero esa confianza en una recuperación empieza a resquebrajarse. Algunos recuerdan que en 1991 la Guerra del Golfo fue acogida en un primer momento con fuertes subidas de las Bolsas, pero vino seguida de la mayor recesión desde los años setenta. Aquella crisis le costó el cargo al victorioso George Bush, padre del actual presidente de EE UU.
Ahora los analistas coinciden en que la tensión prebélica paralizó decisiones de inversión y consumo, pero aumentan las dudas sobre un despegue posterior a la guerra. 'No es realista esperar una recuperación robusta del crecimiento mundial. Para la mayoría de los países las dificultades económicas internas son anteriores a la amenaza de guerra y no pueden achacarse a la incertidumbre bélica', opina en Newsweek el vicepresidente de Goldman Sachs, Robert D. Hormats, quien fue asesor de Nixon, Ford, Carter y Reagan. 'Incluso una guerra exitosa sólo sustituiría unas incertidumbres por otras', añade este experto.
La hipótesis de que tras una intervención en Irak vendrá un periodo de expansión se basaba en demasiados supuestos: que la guerra sea corta y fácil para EE UU, con escasa resistencia y un número de víctimas limitado, que no se dispare el petróleo ni haya daños graves en los pozos, que no se utilicen armas de destrucción masiva ni ocurran atentados terroristas a gran escala, que el Irak ocupado sea gobernable y que no se desestabilice el mundo islámico. Pues bien, ni siquiera así está garantizada la recuperación. 'La razón por la que los mercados están nerviosos es la evidencia de que, incluso sin una guerra, la economía mundial está en peores condiciones de lo que muchos pensaban', diagnostica el influyente semanario The Economist.
EE UU acusa un abultado déficit corriente y en las cuentas públicas, además de sobrecapacidad productiva y una elevada deuda de empresas y familias
¿Cuáles son los problemas de fondo que la guerra no puede resolver? Sobre todo un débil crecimiento económico tanto en Estados Unidos como en Europa, por no citar Japón. Desde mediados de los noventa, la economía estadounidense ha aportado dos tercios del crecimiento mundial, según cálculos de Morgan Stanley. Pero el año pasado EE UU creció un modesto 2,4%; la zona euro, un pobre 0,7%, y Japón, un testimonial 0,3%. Las previsiones no son mejores para el primer semestre de 2003 y las esperanzas de una nueva aceleración se retrasan a los últimos meses del año. Ninguna zona económica parece capaz de tirar de la economía mundial. La más sólida es China, pero aún no tiene tanto peso.
En Estados Unidos el déficit de la balanza corriente se cree insostenible (un 4,5% del PIB) y se han dilapidado los superávit públicos de la era Clinton con las rebajas fiscales y aumentos del gasto militar. El déficit público podría situarse entre el 3% y el 4% este año. Los expertos señalan además que las empresas norteamericanas están demasiado endeudadas y acusan un exceso de capacidad productiva cercano al 30% por las previsiones hechas en los años de la burbuja. 'Esta estructura productiva ociosa tardará tiempo en absorberse y los fondos generados por las compañías se destinarán antes a reducir el endeudamiento que a nuevas inversiones', dice un informe de Sabadell Banca Privada. 'La propensión de las empresas al riesgo permanece baja después de un largo y doloroso periodo de reestructuración', opinan en Pioneer Investment.
Las familias también acumulan deudas y en los últimos meses han negociado ampliaciones de sus hipotecas para financiar gastos de consumo. Aprovechan los bajos tipos de interés, pero se exponen a futuras oscilaciones. La tasa de paro se ha elevado del 4% al 6% entre 2001 y 2002, un dato relevante. 'El mayor impacto en el consumo (de la crisis iraquí) viene de la creciente percepción de que se puede perder el empleo', afirma Paul Mortiner-Lee, analista de BNP Paribas.
Esta entidad calcula que la guerra restará un punto al crecimiento del PIB estadounidense mientras transcurre, pero se podrá recuperar al año siguiente. Caja Madrid coincide con la mayoría de analistas en esperar una mejoría de la economía norteamericana en la segunda mitad del año, pero admite que 'el riesgo de recesión no es despreciable'. Sería la segunda caída del PIB en poco tiempo -el temido double dip- tras la que se sufrió a mediados de 2001. No ayuda a disipar las dudas la Reserva Federal de Alan Greenspan, que por un lado dice que ve las condiciones para afianzar la recuperación, pero por otro promete tomar medidas extraordinarias si no ocurre así.
A este lado del Atlántico los últimos datos de PIB y empleo no son más alentadores. El primer trimestre de 2003 podría ser recesivo en la zona euro. Para todo el año Caja Madrid no prevé un crecimiento superior al 1% para Francia e Italia, y rebaja al 0,5% el de Alemania. Los países exportadores ya se sienten incómodos por la fortaleza del euro y algunos expertos señalan la debilidad estructural de la demanda nacional en Alemania como el mayor lastre para una recuperación. Goldman Sachs apunta que Alemania no ha terminado de digerir la reunificación y afronta con lentitud las reformas estructurales pendientes.
A la mayor economía europea se le acumulan los problemas: el plan de ajuste de Schöder ha generado pesimismo, el paro está en el 10%, la banca ha cerrado el año con pérdidas y las cuentas públicas -como las francesas- desbordan el déficit del 3% del PIB fijado como límite en el desacreditado Pacto de Estabilidad. Los expertos admiten que no había alternativa inmediata, porque sin ese recurso al déficit la situación sería aún peor. Todos asumen que no será posible sacar a Europa del estancamiento antes de que la locomotora alemana vuelva a ponerse en marcha.
El patrón de crecimiento español, poco sostenible
España afronta los efectos económicos de la guerra en una posición de partida relativamente mejor a la de sus vecinos. El crecimiento del PIB se desaceleró desde el 2,7% hasta el 2%, el déficit fue cercano a cero y la inflación -el mayor borrón- duplica la media europea.Los expertos expresan sus dudas sobre la durabilidad del diferencial de crecimiento respecto a la Unión Europea.'El actual patrón de crecimiento, basado principalmente en la inversión en construcción y en menor medida en el consumo privado, no es el modelo tradicional de las etapas de recuperación ni es sostenible, ya que es generador de desequilibrios', se afirma en el boletín financiero de Caja Madrid, coordinado por Juan Antonio Cabrera.Edita Pereira, de Analistas Financieros Internacionales, explica que 'unas políticas monetaria y fiscal muy expansivas explican el impulso de la construcción' y de la economía en general. Para esta experta permanecen problemas estructurales graves, como el elevado paro, la baja tasa de actividad y la temporalidad del empleo. Además, añade, las rigideces en los mercados y unos elevados costes laborales impiden frenar los precios y desequilibran el sector exterior.La debilidad de las economías francesa y alemana, destino de un 31% de las exportaciones españolas, no ayuda a pensar en un mejor saldo exterior en este año 2003. El turismo se resentirá no sólo de la guerra, sino de las menores visitas de Alemania y del Reino Unido, cuya libra es menos fuerte.Las Cámaras de Comercio también urgen a ganar competitividad y frenar la inflación. Juan José de Lucio, subdirector de estudios del Consejo General de Cámaras, apuesta por 'reformas profundas' para romper abusos de dominio de mercados, así como medidas de apoyo a las pymes y una racionalización de la Administración.Lucio no cree que España acuse un exceso inversor, como el que sí se ha señalado en EE UU, y recomienda a las empresas aprovechar los bajos tipos para diversificar sus inversiones fuera de España. Este experto señala, como mayor amenaza para el futuro, el envejecimiento de la población, que afecta al empleo, las pensiones, la sanidad y la creación de empresas.Algunos analistas ven otro nubarrón en el horizonte español: el fin de las transferencias netas de la UE una vez se consume la ampliación al Este.