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Un rally de incierto recorrido

Pese a que el final de la incertidumbre bélica ha impulsado con fuerza las Bolsas, los analistas cuestionan la continuidad del rebote. Mientras se despejan las dudas, se inclinan por sectores defensivos como constructoras y eléctricas

Es preferible comprar a 7.000 puntos el Ibex con la guerra finalizada y cierto optimismo económico que comprarlo en niveles de 6.200 puntos con demasiadas cuestiones pendientes de resolver'. Con estas palabras explicaba José Luis Martínez, de Citigroup, la situación de incertidumbre y los riesgos presentes en los mercados de valores, horas después de los primeros bombardeos el pasado jueves.

A lo largo de aquella jornada, las Bolsas reaccionaron con mucha cautela y los índices europeos cerraron con caídas de intensidad más bien leve. Ayer, sin embargo, las ganancias retornaban a los mercados con fuerza, retomando así la senda alcista iniciada el jueves 13 de marzo, cuando el ultimátum de 48 horas de EE UU a Irak disipó cualquier duda sobre la inminencia de un conflicto armado. Desde el pasado jueves, el Euro Stoxx 50 ha ganado un 21,59%; el S&P 500, un 10,84%, y el Ibex 35, un 14,77%. A diferencia de conflictos del pasado reciente, en esta ocasión el rally alcista se ha adelantado en una semana al bombardeo. En la Guerra del Golfo de 1991, por ejemplo, el S&P 500 se anotó un alza del 13% en el mes y medio que duró el conflicto y sumó un 19% en los tres meses posteriores, una vez que se disipó la incertidumbre. '¿Hasta cuándo va a durar?, es difícil vaticinarlo', explica Ramón Carrasco, de Beta Capital MeesPierson. 'Todo depende de la duración del conflicto', añade.

Para la mayoría, el que los niveles alcanzados por las Bolsas se mantengan depende no sólo de que desaparezcan las incertidumbres de la guerra, sino de que el crecimiento económico se afiance. Y es que si existe una diferencia fundamental entre el escenario actual y el de los anteriores conflictos bélicos es la debilidad que muestran las economías mundiales. A lo que hay que sumar el daño que el propio conflicto pueda causar, derivado de los gastos de la guerra, la reconstrucción de Irak y la posible escalada del precio del crudo.

La continuación del rebote depende, para la mayoría, no sólo de que se despejen las dudas del conflicto, sino de que el crecimiento económico se afiance

Al estallido de la burbuja tecnológica, a finales de marzo de 2000, siguieron los atentados del 11-S, el descubrimiento de irregularidades contables de grandes compañías y las crisis de Argentina y Brasil, circunstancias que han mermado las cuentas de resultados de las empresas y, lo que es peor, la confianza de consumidores e inversores. Ante este escenario, las Bolsas no han podido sino dibujar una tendencia bajista que las ha llevado a sumar tres ejercicios consecutivos de pérdidas. Una situación que para los expertos constituye el mayor impedimento para la recuperación una vez que se despeje la incertidumbre.

Con estos problemas de fondo, pocos son los que se atreven a aventurar que los ascensos de los últimos días continúen. 'El rally puede seguir a corto plazo pero el hecho de que haya empezado una semana antes del estallido del conflicto, que haya sido tan fuerte y que los datos económicos sean tan negativos hace que no confiemos demasiado en este buen comportamiento', señala Ana Rivero, de Banif. Incluso en el caso de que las subidas continúen, pocos son los que confían en que éstas se afiancen si el contexto macroeconómico no da visos de mejora. 'Habrá que certificar que hay recuperación económica y que se recupera la inversión empresarial y el aumento de la demanda', señala Natalia Aguirre, de Renta 4, para quien la actual tendencia de los índices a corto plazo podría continuar. 'Al menos hasta los 6.500 puntos del Ibex, entonces quizás veamos una consolidación en el índice', añade. Una barrera que, para Carrasco, estaría en los 930 puntos del S&P 500, ahora en torno a los 890. 'No obstante, después podrán prolongarse los ascensos, siempre y cuando la actual situación no se vea empañada por nuevos atentados o incendios en los pozos petrolíferos', continúa Aguirre.

Un informe de Goldman Sachs calcula que el rally podría alcanzar hasta un 10% desde los niveles actuales, considerando que la reacción optimista de los inversores obedece a la caída de la prima de riesgo de guerra; es decir, a que se ha reducido la incertidumbre. Pero los analistas mantienen la cautela sobre su sostenibilidad en el tiempo y la condicionan a los datos de crecimiento económico. 'No fue únicamente el riesgo de guerra lo que afectó a los mercados entre los meses de enero y febrero', apuntan. 'Habían caído las expectativas de crecimiento para las economías y los beneficios empresariales'.

Otro factor que puede mermar el comportamiento de los mercados de valores es que la guerra se prolongue más de lo esperado. Una posibilidad que ya apuntaba George Bush, cuando las primeras bombas comenzaban a caer sobre Irak.

Ante este panorama, pocos son los partidarios de aprovechar el momento que ofrece el mercado, con precios atractivos en la mayoría de los valores, para especular cuando los mercados retomen las subidas. 'El factor bélico es una variable que no se puede controlar', asegura Cristina Dávila, analista de Sabadell Banca Privada. 'Es muy difícil jugar con la incertidumbre'.

Sectores castigados

La coyuntura recomienda cautela. Los analistas están apostando por tomar posiciones en los sectores que se han visto más castigados, pero que tienen un negocio recurrente. 'Sectores defensivos como el de las eléctricas, que han sido muy penalizados y además presentan alta rentabilidad por dividendo, y el de la construcción, sobre todo en España, son las opciones para los que quieran estar en Bolsa', señala Rivero, para quien, con todo, las Bolsas presentan un gran riesgo, por lo que recomienda infraponderar en términos generales.

Para Carrasco, la duración de la guerra determinará los sectores en los que hay que invertir. 'En caso una guerra corta, de alrededor de tres meses, la mejor opción son los valores penalizados que presentan una beta alta ratio que mide la volatilidad de un valor, como los financieros, y tecnológicos como Microsoft e IBM. Si finalmente, el conflicto se alarga, hay que optar por compañías con un sesgo más defensivo, baja beta y alta rentabilidad por dividendo, como autopistas y eléctricas'.

Los sectores que mejor comportamiento han registrado durante las sesiones previas al conflicto, y que más se han beneficiado de la fiebre compradora, como aseguradoras, telecomunicaciones y tecnología, son los que obtienen peores recomendaciones por parte de las casas de análisis. 'Son los que más se han beneficiado de las últimas subidas y por ello los que presentan mayor riesgo', señala Rivero.

Hay que tener en cuenta, también, que a lo largo de pasados conflictos han salido beneficiadas en términos bursátiles compañías constructoras, llamadas a reconstruir lo que arrasa la guerra. En un informe reciente, Merrill Lynch apuesta por tres constructoras españolas que, a su juicio, pueden salir beneficiadas en Bolsa por este concepto y cuyas valoraciones son atractivas: ACS, Dragados y Ferrovial.

Una vez que finalice el conflicto, los sectores de crecimiento, como el de telecomunicaciones o el tecnológico, podrían verse favorecidos. Eso sí, siempre y cuando se cumplan una serie de requisitos que, para los expertos, son fundamentales de cara a la recuperación de las Bolsas. 'Partiendo de que las incertidumbres geopolíticas pueden desaparecer a corto plazo, tendremos que prestar atención al daño que han provocado en la economía', señala Martínez. Factores como la confianza del consumidor, la política monetaria de los bancos centrales, la recuperación de los beneficios empresariales y la estabilidad del ya de por sí abultado déficit estadounidense son claves para la recuperación.

Las dudas, sin embargo, persisten. 'Las empresas siguen arrastrando los excesos del pasado', asegura Cristina Dávila, de Sabadell Banca Privada. 'Muchas han alcanzado sus objetivos gracias a la reducción de costes, no al crecimiento'. La misma opinión está en boca de numerosos analistas. '¿Qué nos dice el sentido común?', se preguntaban los expertos del Servicio de Estudios de Caja Madrid, en un informe publicado poco antes de iniciarse el ataque. 'Que la situación económica está mal, que ya lo estaba antes de que se temiera por una guerra y que si ésta se produce iremos a peor y si no se produce no tenemos nada que apoye una evolución a mejor duradera por ese simple hecho'. José Luis Martínez ahonda en esta idea: 'La continua revisión a la baja de las previsiones de beneficios desde principios de año ha pasado a segundo plano. Pero su continuidad en los próximos meses sin duda puede lastrar las Bolsas', continúa.

Muchos expertos temen que la guerra retrase aún más la recuperación, si el conflicto se alarga y el precio del crudo se dispara por noticias como la destrucción de pozos petrolíferos. 'La financiación de la guerra agravará el ya de por sí deteriorado equilibrio presupuestario tanto en Europa como en EE UU, con efectos claramente alcistas sobre los tipos de interés a largo plazo', añaden en Sabadell Banca Privada.

El crudo aguarda una guerra corta

Fue comenzar el ataque y el precio del petróleo sufrió un desplome desde los 33 a los 25 dólares por barril. Y a ello contribuyó, de un lado, el final de la incertidumbre y la apuesta de muchos inversores por una guerra de corta duración. Pero también las declaraciones de la OPEP asegurando que tiene reservas para cubrir la parte que deje de producir Irak, así como la disposición de EE UU a utilizar sus reservas estratégicas de crudo. Todo, pese a que la situación se presentaba complicada tras la huelga general de Venezuela a finales de 2002 y principios de 2003.'Debemos reconocer que los precios actuales del petróleo son coherentes con una guerra corta, que no afecte a las infraestructuras de producción en la zona, incluyendo a los países de alrededor', sostiene José Luis Martínez, analista de Citigroup.Pendiente de cualquier noticia que surja, el mercado del crudo ya ha reaccionado negativamente ante la posibilidad de que algunos pozos petrolíferos iraquíes hayan ardido.En términos generales, los analistas no creen que el precio del crudo mantenga cotas muy altas en la situación actual, pero dudan de que caiga en picado. 'Mantenemos nuestra opinión de que los precios del petróleo mantendrán la fortaleza este año a medida que la OPEP defienda la banda comprendida entre los 22 y los 28 dólares por barril', señalan los analistas de JP Morgan en un informe. Muchos analistas entienden que es difícil evaluar de momento el impacto que la fortaleza del crudo puede tener en unas economías ya de por sí débiles.

El refugio de la renta fija soberana

La incertidumbre generada en torno a un ataque estadounidense a Irak ha provocado en los últimos meses una escalada impresionante del precio de los bonos estatales. El miedo a la guerra y la inestabilidad económica han inclinado a numerosos inversores a buscar refugio en activos de menor riesgo, como la deuda soberana. La gran demanda por este tipo de activos ha dado lugar a una fuerte revalorización de estos bonos, con la consiguiente caída de sus tipos de interés, que se mueven de manera inversa a sus precios.'La tendencia descendente de las rentabilidades sigue intacta y mes tras mes se producen nuevas revalorizaciones de las carteras de los bonos soberanos', apunta el último informe del Servicio de Estudios de Caja Madrid. 'Y ello a pesar de los elevados volúmenes de emisión mayor oferta ante los crecientes déficit estatales y de los nuevos indicios de deterioro de las finanzas públicas'.El pasado mes de octubre, la rentabilidad del bono a 10 años estadounidense se situó en los mínimos de los últimos 40 años, zona a la que se acercó el pasado 10 de marzo, cuando tocó el 3,562%.Una vez que se disipe la tensión bélica, se prevé que el flujo de dinero se redirigirá a los mercados de valores, lo que provocará la caída del precio de los bonos. De hecho es lo que ocurrió a lo largo del rally alcista que vivieron las Bolsas entre el 13 y el 19 de marzo. Pese a todo, aseguran los analistas, futuras rebajas de tipos oficiales dan aún margen de revalorización a los bonos con plazo medios y largos.

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