Mandamientos de la empresa responsable
La preocupación por la responsabilidad social corporativa empieza, por fortuna, a consolidarse en nuestro país. Es apreciable en múltiples niveles y de lo que sólo cabe esperar resultados positivos, tanto a nivel de cada empresa como para el conjunto de la sociedad.
No está de más, con todo, recordar que la asunción de un sistema integral y coherente de responsabilidad social comporta para la empresa dificultades nada desdeñables. No cabe esperar otra cosa de un concepto que aspira a compatibilizar el beneficio de la empresa con la atención a las necesidades de los principales colectivos que con ella se relacionan y -en empresas de gran dimensión- a las de la sociedad. Una atención que obliga a la firma a preocuparse por todas las dimensiones de su actividad, no sólo la económica, sino también la humana, la social y la ambiental.
Es una compatibilidad posible, y la evidencia lo confirma ya suficientemente, pero en absoluto fácil.
Abordar esta tarea con expectativas de éxito exige medidas nada fútiles, que, desde mi experiencia directa en una gran empresa que se está enfrentando a este objetivo con rigor y con cordura, me atrevo a sintetizar en una decena: 10 mandamientos que constituyen una suerte de decálogo imprescindible para la empresa que quiera ser de verdad socialmente responsable.
Información. Es preciso ante todo conocer lo que se está haciendo ya en la empresa en este terreno. Lo cual exige una labor de inventariado nada sencilla -y de resultados frecuentemente sorprendentes- en organizaciones grandes.
Evaluación. Es necesario cuantificar lo más objetiva y sistemáticamente posible la dimensión de las actuaciones.
Transparencia. Hace falta explicar lo que se hace de la forma más clara, mensurable y comparable que sea posible demostrar que lo que se dice que se hace es cierto. La rendición de cuentas es una dimensión inseparable de la responsabilidad, y su calidad, uno de los mejores indicadores de la calidad de la responsabilidad.
Convergencia. Mejorar lo que se hace requiere, ante todo, coordinar y orientar adecuadamente todas las actuaciones, de forma que sean convergentes entre sí y plenamente funcionales con la estrategia básica de la empresa.
Coherencia. La credibilidad y los resultados positivos en la reputación sólo son factibles con la máxima coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Los discursos vacíos de realidades y las estrategias de simple maquillaje de imagen sólo tienen -si los tienen- efectos cosméticos efímeros, cuando no contraproducentes.
Diálogo. Para poder atender de verdad a los requerimientos de los grupos de interés de la empresa y a las necesidades de la sociedad, es imprescindible el diálogo abierto, sincero y transparente con todos los sectores afectados; incluso -lo que, por supuesto, no resulta fácil- con los que no están de acuerdo con la empresa.
Apertura. Llevar a la práctica las consecuencias de ese diálogo implica una radical apertura de la empresa a la sociedad. La empresa responsable es una empresa que acepta conscientemente un condicionamiento externo creciente.
Descentralización. Las iniciativas de responsabilidad social se realizan por toda la organización: todas las personas y todas las unidades de la empresa son sus protagonistas.
Perspectiva integral. Sin perjuicio de lo anterior, hace falta integrar todas las iniciativas en una estrategia coherente, con una unidad que coordine -no que dirija- las actuaciones.
Voluntad de transformación. La asunción de todas las facetas anteriores se enfrentará, sin duda, a dificultades y obstáculos, que sólo será posible salvar impulsando las transformaciones adecuadas.
Sólo la empresa que afronte el desafío de la responsabilidad social con esta voluntad podrá desarrollarla con éxito.
Son mandamientos que, en mi opinión y si se me disculpa la irreverencia, pueden también -como los auténticos- resumirse en dos. Desde la sospecha de que la palabra amor resulta excesiva hablando de empresas, yo les propongo la síntesis siguiente: 'Respetarás a tu empresa por encima de (casi) todas las cosas' -no de todas, desde luego- y 'respetarás a la sociedad como a tu empresa misma', porque ese respeto es la mejor forma de contribuir a su mejor evolución a medio y largo plazo.