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Fondos

El inversor desconfiado

I

nvertir es necesario, porque, si no, el dinero se te pudre'. La frase corresponde a uno de los 600 encuestados del estudio elaborado por la empresa Desarrollo Organizacional para Société Générale sobre el estado de ánimo y las inquietudes del ahorrador español. 'Una de las conclusiones que hemos extraído es que invertir es una tarea que genera satisfacción', asegura Ximena Sapaj, directora de estudios de mercado de Desarrollo Organizacional. Pero no es la única imagen que sobresale en esta foto fija del inversor español. La incertidumbre derivada de la caída de las Bolsas y la ausencia de información y asesoramiento ha inclinado a un 80% de los encuestados a decantarse por productos que garanticen el 100% del capital. Apenas un 20% está dispuesto a arriesgar hasta una décima parte de sus ahorros en aras de una rentabilidad mayor.

'Hoy en día el ahorrador invierte para protegerse frente a lo inesperado, como, por ejemplo, la pérdida del trabajo o la enfermedad', explica Ximena Sapaj. 'Invertir es ya una tarea obligada, necesaria pero difícil, porque requiere saber, conocer y decidir. El dinero ya no se queda estancado'. Según el estudio encargado por el departamento de derivados de Société Générale, la distinción de los inversores en función de su perfil de riesgo, conservador o arriesgado, ha comenzado a diluirse, frente a una tendencia generalizada en favor de la diversificación. Pero diversificar no es sólo distribuir una cartera entre activos con distintos grados de riesgo. Implica también diversificar entre diferentes entidades y plazos de inversión. De hecho, ha comenzado a desaparecer el concepto de un banco para todo y los inversores, de media, mantienen relaciones con al menos dos o tres entidades.

En lo que se refiere a los plazos, es destacable la diferente concepción que manejan al respecto ahorradores y entidades. Los inversores consideran corto plazo entre uno y tres años (medio plazo para las entidades), medio plazo entre cuatro y seis, y largo plazo entre seis y nueve años.

'Muchas veces nos hemos sentido frustrados porque las entidades han rechazado algunas de nuestras propuestas de productos que creemos interesantes y atractivas, pero que no se ajustan a los plazos o a las garantías que demandan los clientes', relata Olivier Potart, director de Derivados de Renta Variable de SG en España. 'El objetivo de este estudio es conocer lo que realmente quiere el inversor'.

El inversor demanda, al menos en estos momentos de incertidumbre, seguridad. Un 31,3% de los encuestados destaca la garantía de capital como la condición más relevante para invertir en un producto, por delante incluso que la rentabilidad del mismo (un 25%) o la confianza en la entidad financiera (un 21%). A estas características les acompaña la claridad. El inversor está dispuesto a invertir en productos complejos, pero exige conocer cómo funcionan. 'Un 74% rechaza invertir en productos que no entiende aunque la promesa de rentabilidad sea mayor', asegura Sapaj. 'Lo que quiere el ahorrador es entender el producto, saber cómo funciona y la posibilidad de realizar un seguimiento a ese producto en el tiempo', añade. Olivier Potart ahonda en esta idea: 'Actualmente ese seguimiento no se hace. Las gestoras tan sólo envían al inversor los informes trimestrales y muchas veces son muy poco digeribles', asegura, y emplaza a las entidades financieras a realizar esfuerzos en favor de la divulgación.

En términos de rentabilidad, los inversores no parecen dispuestos a invertir en renta fija pura, porque aporta seguridad, pero no motiva. Más bien, la preferencia del ahorrador se encamina hacia una fórmula mixta, que permita recibir un cupón periódicamente, con una rentabilidad variable añadida.

A la hora de elegir un producto de inversión, el plazo ocupa la quinta posición, lo que pone de manifiesto que no es un freno para la inversión el hecho de que el vencimiento sea en uno u otro momento, pero refleja al mismo tiempo una cierta insatisfacción de cara al tipo de productos que se ofrecen. Por ejemplo, una gran mayoría de los fondos garantizados tienen un vencimiento a tres años, cuando la encuesta refleja que el ahorrador, para diversificar, prefiere invertir a diferentes plazos.

'Actualmente se eligen plazos cortos porque la incertidumbre del mercado es muy elevada y muchas veces porque el producto no se comprende', explica Ximena Sapaj. 'El inversor tiene, además, la expectativa de que van a aparecer productos mejores', añade. Y, sin embargo, dentro del espectro de inversores comprendidos entre los 28 y los 50 años, hay inclinación hacia productos de inversión con horizonte a 10 años. El problema es que no hay productos de estas características salvo los planes de pensiones, que no tienen liquidez.

La liquidez y las comisiones son aspectos, si bien menos tenidos en cuenta por sí solos, sí contemplados como condicionantes cuando se eligen los productos. 'Con los tipos de interés tan bajos, es muy difícil lograr productos a un plazo de tres años que sean atractivos en términos de garantía, rentabilidad y comisiones', asegura Olivier Potart, quien recuerda que la rentabilidad del 60% de los fondos garantizados es menor a la inflación. 'Vender un producto a seis años es más complicado; hace falta formar a las redes'.

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