El capital riesgo da la espalda a la tecnología
Durante el año pasado, el total del capital riesgo invertido en tecnologías de la información no llegó al 5%. El dinero desconfía de los emprendedores
No me dan ni un euro. Llevo un año buscando inversor y me cierran las puertas, mientras que a la única empresa que se dedica a lo mismo en Estados Unidos le han inyectado millones de dólares'. Era una queja formulada en voz alta el jueves pasado, en medio de una conferencia sobre capital riesgo y nuevas tecnologías en la Bolsa de Madrid. Quien pronunciaba estas palabras era el fundador de una compañía dedicada a desarrollar aplicaciones para redes móviles GPRS, un sector en el que está todo por hacer en España y que debería atraer la atención de los más de 1.200 millones de euros que los fondos de capital riesgo invierten cada año en empresas de alto crecimiento.
Sin embargo, las nuevas tecnologías han dejado de atraer al capital privado. En el último año se ha reducido drásticamente el volumen de capital destinado a financiar proyectos de tecnologías de la información. En 2002, sólo 40 millones de euros fueron a parar a empresas de la denominada nueva economía (un porcentaje de menos de un 5% del total de capital riesgo invertido). Esta cifra contrasta con la invertida en 2001, 140 millones de euros o un 11,6% del total, y está a años luz del feliz 2000, donde, en pleno boom de Internet, un 29,4% del dinero de los fondos de inversión de alto riesgo fueron a parar a nuevas tecnologías (330,3 millones de euros).
En Europa, en cambio, la situación es bien distinta. La cifra destinada al sector no ha variado prácticamente desde 1999, aunque sí se ha notado el boom de 2000, cuando el porcentaje destinado a tecnologías superó el 30%. El año pasado se invirtieron en toda la Unión Europea unos 7.000 millones de euros en este tipo de compañías, un 28% del total. Lo que demuestra que la crisis de confianza se está dando con mayor fuerza en España.
Los fondos de capital riesgo no confían en los directivos. 'No tenemos la culpa de su fracaso', afirman
La conferencia celebrada esta semana en Madrid, que por primera vez en muchos meses reunía al capital privado con emprendedores del sector tecnológico, ha venido a constatar que la fórmula de la financiación externa es prácticamente el único recurso al que pueden aferrarse las empresas de nueva creación dedicadas al sector tecnológico. Según una encuesta de Granville Baird y la patronal tecnológica Sedisi, el 44% de este tipo de empresas acude al capital riesgo para salir adelante. Las razones que esgrimen principalmente son su capacidad financiera, la posibilidad de encontrar el socio ideal por tamaño y recurso, y la percepción, por parte del empresario, de que son capaces de entender bien las necesidades del negocio.
Pero parece que los que deben poner el dinero no opinan lo mismo. Y son muy directos en sus argumentos. 'Los que invertimos en capital riesgo lo hacemos para desinvertir y ganar dinero, hay que dejar eso claro', afirma José Ángel Sarasa, consejero delegado de Baring Private Equity Partners. 'Y tampoco somos los responsables del fracaso que ha vivido en general el sector de tecnologías de la información'.
Dinero para invertir
¿Hay dinero para invertir? 'Sí lo hay', contesta rotundo Sarasa. 'Pero tenemos dificultades para identificar aquellos empresarios y sectores de éxito. Nos frena la capacidad de identificar proyectos con emprendedores de verdad'. En otras palabras, los inversores están escaldados ante los múltiples proyectos fallidos que se han dado desde el auge de las nuevas tecnologías, en 1999.
'Las start ups tecnológicas lo tiene cada vez más complicado', asegura Mark Happey, consejero delegado de 3i. 'La distorsión de los últimos años ha quemado a los inversores. Además, en España no hay cultura ni base para las empresas de nueva creación al estilo de Silicon Valley'. Actualmente, el capital riesgo se inclina únicamente por la biotecnología, y tiene que ser un proyecto probado para que atraiga el capital. 'En los sectores tradicionales hay pocas cosas que sorprendan ya', afirma Happey.
Así lo confirman las cifras. En 1999, el 94,9% del capital invertido fue a parar a redes de comunicaciones. El software atrajo el 38,3% del capital y la electrónica, el 143%. Hoy, las dos primeras categorías van a la par, pero la electrónica ha desaparecido totalmente de la lista.
'Se ha logrado desmontar un mito sobre la valoración de las compañías', piensa Jordi Vilanova, de Granville Baird Capital Partners. 'Al haber menores crecimientos en los beneficios, hay una brecha en las expectativas entre el vendedor y el comprador. El primero enfatiza más el histórico de la compañía. En cambio, el comprador se fija en el futuro'. Y hoy, según parece, el futuro no acompaña a las nuevas tecnologías. Los empresarios se quejan de haber entrado en un círculo vicioso. 'Las subvenciones públicas no son suficientes. Sin dinero privado no se puede innovar. Y sin innovación seguiremos a la cola de Europa', opina un empresario que persigue sin éxito el capital riesgo.
Contenidos y bioinformática, la atracción de los fondos
Atrás quedaron los tiempos en los que la idea más o menos innovadora de un emprendedor merecía el interés de varias empresas de capital riesgo y la recompensa de varios miles de euros. Como muestra valgan los ejemplos de Netjuice (actualmente en proceso de disolución), a la que le llovieron más de 60 millones de euros en cuatro meses, o MyAlert, que reunió 55 millones en menos de un año. Hoy, el capital riesgo no está para despilfarraos. Proyectos seguros y, sobre todo, que tengan un rápido retorno de la inversión. Un repaso a la lista de las principales operaciones realizadas el año pasado en capital riesgo demuestra que el sector no está para tirar cohetes. El mayor volumen de capital (10 millones de euros) le correspondió el año pasado a Techfoundries, una empresa dedicada, fundamentalmente, a proyectos de televisión digital fundada en 2000 por Eduald Domenech, impulsor de otros proyectos archiconocidos como Telépolis, Servicom y World Online. La mayor parte de las operaciones de financiación se dedicaron a compañías de software de seguridad y de videojuegos, como Scytl Online, Digital Legends y Adoptart. La bioinformática también despertó el interés de Innova 31, el fondo de capital riesgo de Juan Abelló, que destinó 120.000 euros a OnMedic, dedicada a ofrecer software para la creación y mantenimiento de webs dinámicas en bases de datos, así como software médico como GenoVir. Según los principales fondos de capital riesgo consultados, las aplicaciones de telefonía móvil y el software son dos de los sectores de más interés. Alberto Gómez Arreaza, director general de Telefónica Ventures, afirma que 'la infraestructura y los equipos tiene actualmente una prioridad baja, mientras que las plataformas y los servicios concentran el interés'.