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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El fiasco del AVE a Lleida

El proyecto del AVE Madrid-Barcelona lleva camino de convertirse en un peligrosísimo bumerán para el Partido Popular. Lo que en su día se diseñó como la obra estrella de la última legislatura de José María Aznar se ha transformado en auténtico fiasco político. Las imprevisiones, la inexperiencia, las prisas y el afán de revancha desde el Ministerio de Fomento se han asociado en un cóctel que ayer explotó en las manos de sus responsables. Justo en la jornada en la que el departamento que dirige Francisco Álvarez-Cascos había invitado a los altos cargos de la industria ferroviaria en España se cayeron varios metros de catenaria a la altura de Brihuega (Guadalajara) y falló el firme en la vía en las proximidades de Zaragoza. Fomento explicó que el fallo se debió a un sabotaje, en el primer caso, y que la culpa la tuvo una riada, en el segundo.

Sean las causas que sean -las investigaciones dirán la última palabra-, lo evidente es que estos incidentes han puesto de manifiesto un problema serio. Y la muestra más clara de ello es la destitución fulminante del presidente del GIF, Juan Carlos Barrón. Le sustituirá Ramón Escribano, actual director general de Infraestructuras de Renfe. Es decir, Fomento se rinde a la evidencia, da marcha atrás y otorga el poder de la obra a quien debió tenerlo desde un principio, es decir, los equipos técnicos de Renfe. Lástima que un proyecto tan ambicioso, el más avanzado técnicamente en el mundo ferroviario hoy por hoy, y tan vertebrador para España, haya tenido un estreno tan accidentado.

La evidente mala gestión que ha acompañado al proyecto prácticamente desde que empezó a rodar es sólo un apunte negativo más en el debe del titular de Fomento. En los últimos meses, Álvarez-Cascos no ha hecho más que acumular errores. El más llamativo -véase la manifestación que el pasado domingo congregó en Madrid a cientos de miles de personas- ha sido su actuación en la crisis del Prestige. 'Nunca se ha actuado con tanta rapidez y nunca se ha actuado con este nivel de coordinación', llegó a manifestar el ministro en medio de los momentos más duros de la lucha contra el chapapote. También Álvarez-Cascos es autor de uno de los razonamientos que más ha encrespado a la opinión pública en los últimos años. El titular de Fomento ligó el espectacular encarecimiento del precio de la vivienda, que ha sido incapaz de frenar, con el aumento de la renta disponible de los españoles.

Además, el titular de Fomento se ha visto reiteradamente desautorizado por otros miembros del Gabinete. Por ejemplo, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, le ha bloqueado el proyecto para modernizar cuatro de las autovías más antiguas y de mayor tránsito en España por problemas contables y de estabilidad presupuestaria. Algo similar le sucedió también con el proyecto de Ley Ferroviaria y la manera de acabar con la deuda histórica de Renfe. Parecen demasiados tropiezos para un sólo departamento, aunque sea de la importancia del de Fomento.

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