El futuro del mercado laboral
La editorial Díaz de Santos ha publicado el trabajo España 2010: Mercado laboral, coordinado por Alfonso Jiménez, Mentxu Echeverría, así como por el firmante de este artículo. La idea del libro nació cuando descubrimos que estábamos trabajando sobre un mismo asunto: la influencia que la demografía española ejercería sobre nuestro futuro mercado de trabajo. Nos sorprendimos al comprobar que las hipótesis de partida y las conclusiones con las que ambas partes habíamos trabajado eran muy similares. Decidimos realizar un libro, prologado por el sociólogo Amando de Miguel, estructurándolo mediante un original enfoque. Expondríamos cuantitativamente el mercado de trabajo del futuro, y reconocidos directores de recursos humanos de las principales empresas españolas plantearían sus soluciones a los principales retos con los que nos encontraríamos.
Además de los numerosos debates que ha originado, nos consta que las orientaciones de algunos de los firmantes de sus capítulos están teniendo una influencia muy directa en la organización de terceras empresas. El contraste con experiencias exitosas, expuestas con transparencia y claridad, es una fórmula legal e inteligente de aprender de los logros de los demás.
Estas son las tesis básicas del libro. La demografía española experimentó un cambio espectacular desde mediados de los setenta. El número de nacimientos cayó linealmente desde el máximo de 1976 -cerca de 700.000- hasta el mínimo de 1998 -360.000, el país con menor tasa de natalidad del mundo-. Desde 1998 parece que la natalidad está remontando algo. Prestigiosos sociólogos consideran que esta recuperación de la natalidad, aunque débil, puede ser sostenida, y que nuestro índice de nacimientos se acercará a las medias europeas.
Podríamos obtener una primera conclusión. La cohorte generacional más abundante es la nacida a mediados de los setenta. España es un país donde viven muchas personas que tienen ahora entre 22 y 30 años. Sin embargo, como fruto de la caída de la natalidad, las cohortes más jóvenes ven reducido progresivamente su número.
Hay menos personas de 18 años que de 22, menos de 10 años que de 18, y menos de 5 que de 10. La cohorte más reducida es la nacida en 1998. Podemos predecir, con un margen de error mínimo, la incorporación de nuevos jóvenes en el mercado de trabajo de aquí a 20 años. Para nuestro estudio supusimos que la tasa de actividad femenina será prácticamente igual que la masculina.
Tampoco resulta difícil predecir las salidas del mercado de trabajo motivada por jubilaciones. Basta con estimar la edad media de jubilación. Con estas dos variables, entradas y salidas, pudimos determinar con bastante exactitud la dimensión de los futuros mercados de trabajo. Nos quedaban dos variables importantes. La tasa de inmigración, como entradas al mercado de trabajo, y determinar geográficamente las áreas de mayores y menores tasas de desempleo, para prever los flujos de movilidad geográfica.
Utilizamos las previsiones del INE para el primer caso, y supusimos que para cada ámbito geográfico de estudio estaríamos ante un mercado perfecto: mientras existieran recursos humanos disponibles, cada oferta se casaría con una demanda. Sabemos que no es así, pero nos resultaba útil para nuestros escenarios cuantitativos. En cuanto al número de empleos creados en cada ejercicio nos limitamos a trabajar con las estimaciones del Plan de Estabilidad y las previsiones oficiales.
Con estas dos variables, entradas y salidas, llegamos a algunas conclusiones. Entre 2008 y 2010 se podría llegar a una situación de pleno empleo en España, de mantenerse las hipótesis de partida. Estas fechas no son homogéneas para las distintas comunidades autónomas. Las del valle del Ebro y la cuenca mediterránea, así como Madrid, llegaban antes, mientras que Andalucía no llegaría al pleno empleo en ese escenario.
Algunas consecuencias: los jóvenes, que hasta ahora han sido un recurso abundante, y barato, se irán convirtiendo paulatinamente en un recurso escaso, y por tanto con más valor. Las empresas competirán por los jóvenes más preparados. Algunas ya se están preparando para atraerlos; como los jóvenes tienden a concentrarse en las grandes ciudades y zonas costeras, se agudizará la desertización juvenil de amplias zonas interiores. Las empresas que deseen ubicarse allí tendrán que prever esta contingencia; se intensificará la necesidad de gestionar los flujos migratorios; será necesario perfeccionar los mecanismos de intermediación laboral, prácticamente inexistentes en nuestro país; no parece recomendable insistir en las políticas de prejubilaciones, ya que se hará más difícil la renovación por personas más jóvenes; las políticas de formación continua de los trabajadores en activo serán eje básico de competitividad.
El mercado laboral del futuro es bastante predecible. Preparémonos para ello.